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Coleo, otra fiesta brava

El próximo fin de semana, 10 países se disputarán el honor de ser el mejor coleador en el Encuentro Mundial de Coleo en el Meta.

Rosario Moreno
17 de octubre de 2004

El coleo, al igual que esas leyendas de brujas y espantos que abundan en las sabanas llaneras, está destinado a sobrevivir por muchas más generaciones gracias a su arraigo popular.

Esta práctica, considerada oficialmente un deporte, tendrá el próximo fin de semana en el Meta uno de los encuentros mundiales más importantes. Doscientos veinte coleadores de diez naciones competirán por el trofeo.

Aunque muchos de sus críticos se niegan ver en esta actividad un deporte con el argumento del maltrato a los animales, lo cierto es que este oficio es más viejo que el fútbol y empieza a masificarse no solo en los Llanos Orientales sino en otros países de Latinoamérica.

Los estudiosos del tema ubican su nacimiento en el siglo XVI con la llegada de la ganadería al territorio venezolano y la creación de los primeros hatos ganaderos. "Cuando los vaqueros salían a llevar las manadas de ganado, que podían tener hasta 300 reses, algunas ariscas se separaban del lote principal y por esta razón los encargados salían corriendo en sus caballos detrás de ellas. Como se les complicaba la captura del animal, tenían que agarrarlos de la cola, tumbarlos al suelo, enlazarlos y regresarlos a su manada inicial. Por la destreza de los vaqueros, la práctica se fue extendiendo a lo largo de toda la frontera colombo venezolana", dijo a SEMANA Julio Santos Quiroga, uno de los gestores de este deporte en el Meta.

Hacia el siglo XIX el coleo se convirtió en un entretenimiento popular. El público se aglomeraba en las calles de los pueblos de la sabana, las cuales eran cerradas con palos llamadas guafas. Los dueños de los hatos exponían a sus mejores vaqueros en las coleadas con el único incentivo de recibir un beso de una hermosa llanera.

Coleo en Colombia y Venezuela, vaquejada en Brasil, charrería en México y Panamá con la hierra son las naciones donde más lo practican en estos momentos. Pero Cuba, por la influencia de nuestro país, desde hace ocho años también se unió a este deporte.

En Estados Unidos, en los estados fronterizos con México, colean desde hace una década, y aunque hay restricciones por las sociedades protectoras de animales, en Canadá, Argentina, Costa Rica y Uruguay se está empezando a difundir la actividad en las haciendas.

Pese a que algunos historiadores calculan que hace 54 años se realizó oficialmente la primera coleada en Arauca, la verdad es que los años dorados del coleo en Colombia se están viviendo en estos últimos tiempos. Su más reciente baño de popularidad estuvo a cargo de Tomás -hijo del presidente Álvaro Uribe-, quien ante más de 10.000 espectadores se atrevió a colear un toro de 400 kilos en Villavicencio.

La primera liga de coleo se constituyó en 1988 en el Meta y a partir de ese momento se empezó a practicar como deporte. En 2000, el gobernador Edilberto Castro Rincón, conocido por su fiebre a este deporte, promovió la creación de la Federación Colombiana de Coleo.

Sin embargo, el coleo a veces es ingrato. "Este deporte es el más caro del mundo porque si uno quiere ganar, debe tener sus propios caballos y hasta sus propios toros para practicar. Y para poder vivir de este deporte necesariamente tiene que ser primero; me gusta mucho el coleo, y lo llevo en la sangre, pero falta mucho apoyo de la dirigencia colombiana", dijo Luis Eduardo Hidalgo, un habitual coleador casanareño.

Incluso para Rogelio Aguilar, que ha sido varias veces campeón binacional y una vez subcampeón mundial, es mejor combinarlo con otra profesión para poder tener el dinero necesario para participar en las competiciones: "Uno nace con el coleo en la sangre, sobre todo si se es llanero. Además soy piloto para poder financiarme las prácticas que son semanales y nos toca alquilar un toro por 80.000 pesos. Tengo cuatro caballos que reducen los gastos a la hora de entrenar".

¿Por qué si hay otras regiones ganaderas en el país, el coleo sigue siendo una práctica llanera? Santos Quiroga lo atribuye a la falta de gestión de los dirigentes del deporte que no han se han organizado para llevarlo a lugares como la Costa Atlántica, el Valle del Cauca o los Santanderes. "Lograrlo no nos parece que sea difícil, simplemente es gestionar y lograr los recursos necesarios", manifestó el gestor.