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Miles de bogotanos salieron a pitar y a protestar contra el secuestro. Foto José Monsalve.

Colombia les gritó a los violentos: “No más”

Una multitudinaria marcha se tomó el país para exigir la liberación de todos los secuestrados y la devolución inmediata de los cadáveres de los 11 diputados asesinados por las Farc.

5 de julio de 2007

El grito de los colombianos retumbó hasta en el último rincón del país. Tomados de las manos millones de ciudadanos se levantaron este jueves al medio día para exigir la liberación de todos los secuestrados, la entrega inmediata y sin condiciones de los cadáveres de los 11 diputados del Valle asesinados en cautiverio por las Farc el 18 de junio y el cese de la violencia que azota al país.

El Bogotá una gigante bandera de Colombia ondeada en el costado oriental de la carrera séptima, en la Plaza de Bolívar, sirvió de punto de partida para la cadena humana de solidaridad con los secuestrados, la cual se extendió por todos los rincones de la ciudad. Pitos, cecerolazos, música y gritos a favor de la paz se hicieron oír durante más de 15 minutos contra los violentos. Y así ocurrió en las principales capitales del país.

Cantantes, líderes sociales, actores, sindicalistas y ciudadanos del común marcharon para respaldar la causa pacifista. Hasta los miembros del gabinete del presidente Álvaro Uribe se repartieron por las principales ciudades APRA acompañar a los colombianos. Juan Manuel santos, ministro de Defensa, estuvo en Neiva con la caravana que llegó al edificio Miraflores, del que las Farc secuestraron a 16 personas en julio de 2001.

Andrés Felipe Arias, ministro de Agricultura, acompañó la marcha en Medellín, a la cual también asistieron la medallista olímpica María Luisa Calle y el cantante Juanes.

En Cali la sentida protesta estuvo encabezada por las familias de los doce diputados secuestrados por las Farc en 2002 quienes partieron del centro de la ciudad hacia la Ermita gritando "contra el secuestro, por la libertad de los secuestrados, por la entrega, sin condiciones de los cuerpos de los diputados, sin condiciones".

El presidente Álvaro Uribe no marchó, pero asistió a una misa en la Catedral Primada en honor de los secuestrados. Entre tanto, Clara de Rojas, la madre de la asistente de Ingrid Betancourt secuestrada a comienzos de 2002 lloraba en la plaza de Bolívar ante la emoción que le producía el coro de miles de personas que gritaban el nombre de su nieto secuestrado desde antes de nacer. “Emmanuel, Emmanuel, Emmanuel” decía la multitud. Y la señora Rojas solo atinó a decir que agradece “este acto de patriotismo tan lindo del país al salir a respaldar una convocatoria tan humilde”.

La marcha tuvo un especial momento de tensión en esa ciudad cuando Carolina Charry, hija del diputado Carlos Charry, asesinado en cautiverio, pronunció un sentido discurso en el que responsabilizaba a las Farc pero denunciaba también “la complicidad del gobierno nacional” en la muerte de su padre. Una multitud comenzó a corear el nombre del presidente de la República y a chiflar a la joven. Pese al incidente, la marcha retomó su curso normal, lejos del tinte político que determinados sectores le quisieron dar y se dejó de hablar sobre política para concentrarse en la defensa del derecho a la vida.