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Cómo solucionar la violencia en los estadios

La única alternativa es el desarrollo de programas de convivencia en todas las ciudades del país donde hay fútbol profesional, aseguran quienes han liderado Goles en Paz

Padre Alirio Lopez Aguilera y Alirio Amaya*
22 de mayo de 2005

Suena mejor decir,  cómo "Promover la convivencia"

Alrededor de este tema muchos han propuesto diversidad de alternativas que van desde las más estrictas medidas de seguridad,  cerrar el estadio, no llevar camiseta de los equipos, acabar con la división de barras y hasta el Senado se ha pronunciado con la iniciativa de la ley 035.

Vamos un poco más allá porque este fenómeno de las barras tiene referentes en el mundo, entre ellos los hooligans y en Sur América las B. Bravas argentinas, que como dicen los muchachos de Colombia, nos llevan años  en organización. ¿Como han manejado en estos países el tema? Muy sencillo, a través de leyes extremas.  Consideran algunos que la salida en Colombia es igual, dejando a un lado un elemento muy importante: " El contexto social". ¡Dios mío!, casi nada.

Entramos a un término importante: lo social. Ojo que este no se puede convertir en un sofisma para justificar la violencia, no hay necesidad de interiorizar tanto, miremos históricamente el fenómeno de los grupos guerrilleros en Colombia, que lo que hacen es en nombre del pueblo.

Esto nos lleva a pensar, por la experiencia que tiene la Alcaldía Mayor de Bogotá a través de cinco años de trabajo con las barras, es que la única alternativa es el desarrollo de programas de convivencia  integrales en todas las ciudades del país donde hay fútbol profesional. Adicionalmente se necesitan leyes para los que están fuera de control, donde las estrictas medidas de seguridad deben ser constantes, las alternativas para los jóvenes deben ser diversas.

Algo muy importante sería que los miembros de las barras piensen como barra en el estadio y fuera de él como jóvenes. Esto permitiría que participaran en proyectos locales, crearan también  los suyos, para buscar financiación internacional. En otras palabras, deben entender que las políticas públicas tienen un carácter general. No se puede seguir promocionando en estos grupos que el barrismo es un estilo de vida y por ende el gobierno debe privilegiarlos frente a los demás  jóvenes.

El fenómeno de estos grupos no puede pasar históricamente en vano. Ese potencial que hay dentro debe ayudar en la formulación de una política de jóvenes en Bogotá y Colombia que corresponda a la realidad.

En Bogotá el programa Goles en Paz  ha promovido la creatividad, la hospitalidad y el autocontrol, permitiendo en 225 partidos un ambiente de respeto y tolerancia. Para lograrlo se requiere de una dedicación completa, que no sólo confluye en las partidos. Entre semana hay acciones en las localidades, obviamente con los limitantes presupuestales. Anotamos para las estadísticas que 27.250 niños han participado de la barra Semilleros de Paz.

Finalmente, una cosa es lo hermoso del fútbol, la fiesta de las barras en el estadio, los niños entrando a El Campín felices por esa nueva experiencia. Algo muy diferente es el delincuente que se esconde en la camiseta de un equipo.

El fútbol es un espacio para la familia donde la tolerancia no se puede perder. La olla con las papas y el pollo que recuerdan con nostalgia las barras tradicionales debe regresar.

*Director y coordinador, respectivamente, de Goles en Paz