Home

On Line

Artículo

El ex mandatario recibió en su último adiós honores de Jefe de Estado. Foto Guillermo Torres-SEMANA.

Política

Con funerales de Estado fue sepultado el ex presidente Alfonso López Michelsen

El presidente Álvaro Uribe lo calificó como “un lúcido discrepante que animó y dio brillo a la democracia”.

11 de julio de 2007

“Devolvemos hoy a la tierra a un lúcido discrepante que animó y dio brillo a nuestra democracia”. Con esta frase del presidente Álvaro Uribe concluyó la ceremonia eucarística ofrecida en la Catedral Primada como parte de las honras fúnebres al ex presidente Alfonso López Michelsen, fallecido el miércoles en Bogotá.

En un discurso de más de diez minutos el Jefe de Estado hizo un repaso sobre los principales aportes de López a la política, el periodismo y las ciencias humanas en Colombia y el mundo. “No hubo campo del conocimiento que lo sorprendiera ni elemento cultural que le fuera extraño”, señaló el mandatario colombiano.

Según Uribe, López “vivió en la polémica. Se relacionaba a través de la polémica. Vivía para polemizar”. Ante una catedral llena y bajo estrictas medidas de seguridad, Uribe omitió referirse al intercambio humanitario, el última gran tema de la política colombiana en el que López se la jugó durante años y sobre el cual mantenían una aguda diferencia. Cuando los familiares de los secuestrados que permanecen en poder de las Farc esperaban una alusión a su drama, en homenaje a López, Uribe prefirió hacer un discurso sobre la vida del ex mandatario liberal. “Contradecir con él era la mejor manera de sacar provecho a su aguda inteligencia”, dijo.

Acto seguido miles de bogotanos acompañaron la marcha fúnebre que salió de la Plaza de Bolívar hacia el Cementerio Central, donde López fue sepultado en el panteón presidencial, junto a la tumba de su padre, el expresidente Alfonso López Pumarejo.

Con una sentida ceremonia religiosa se le dice adiós al ex presidente López
 
El cortejo fúnebre fue presidido por su esposa, Cecilia Caballero de López, sus hijos, Alfonso, Juan Manuel y Felipe y sus nietos. Las exequias cuentan con la presencia del presidente Álvaro Uribe y el gabinete ministerial.
 
Miles de colombianos llegaron en las últimas horas hasta el Capitolio Nacional para despedir al ex presidente Alfonso López Michelsen, fallecido el miércoles como consecuencia de un infarto. El hombre considerado como uno de los más colombianos más importantes del siglo XX dejó de existir a la edad de 94 años y después de haber hecho innumerables aportes al país desde escenarios como el periodismo, el Congreso, la Cancillería y la Presidencia de la República.

El ex mandatario liberal recibirá funerales de Estado. A las once de la mañana será conducido a la Catedral Primada, en donde se celebrará una misa en su honor, con la participación del Presidente Álvaro Uribe, su gabinete y destacadas personalidades de la política nacional. Luego será llevado hasta su última morada en el Cementerio Central, junto a los restos de su padre, el también ex presidente Alfonso López Pumarejo.

Perfil de estadista
 
El ex presidente conservador Belisario Betancur, uno de sus más formidables contradictores políticos, acuñó una de las frases que se empleaban para definir el temple de Alfonso López Michelsen: “Cuando habla, pone a pensar al país”. Lo decía porque López fue uno de los colombianos que más aportó a los grandes debates de la política nacional en el último medio siglo. Lo hizo como congresista, gobernador, canciller, presidente de la República y en los últimos años a través de sus columnas dominicales en el diario El Tiempo. Por supuesto, como lúcido exponente de las ideas de su Partido Liberal, el cual perdió a uno de sus más reputados líderes.

López falleció en Bogotá como consecuencia de un infarto a los 94 años. A pesar de su edad, seguía escribiendo columnas y opinando sobre el futuro de su partido, la economía, las relaciones internacionales, el escándalo de la para-política y, dedicaba la mayor parte de sus energías a sacar adelante tal vez la única batalla que no pudo ganar: adoptar un acuerdo humanitario que ponga fin al drama de los secuestrados en Colombia.

Por este último tema lo recuerdan las nuevas generaciones, que lo vieron –con su salud ya diezmada– asistir a todo tipo de foros y reuniones con los familiares de los plagiados, buscando alternativas que viabilizaran jurídicamente la iniciativa. Sin embargo, también otros colombianos un poco más viejos lo tienen en mente por el exilio sufrido en 1952, por sus días de rebeldía en el liberalismo, cuando fundó el famoso MRL y por su obra de gobierno.

López salió del país tras los hechos de violencia de 1952. Vivió con su familia en México durante ocho años, al cabo de los cuales regresó para vincularse de lleno en la vida política. Por dedicarse a la política relegó un poco su vocación como catedrático de las universidades Nacional, Libre y Rosario. En el caso de esta última se dolería después de no haber sido nunca su rector, dado el amor que le sentía a la institución desde cuando se graduó allí como doctor en jurisprudencia.

Su primera aparición en una elección, después del período de exilio, fue en 1960, cuando creó el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) como disidencia liberal y escenario de protesta ante el Frente Nacional, acordado por liberales y conservadores para alternarse en el poder. Ese año logró su elección como representante a la Cámara por Cundinamarca con 354.560 votos. En 1962 volvió a dar una dura batalla política, esta vez no sólo contra su partido sino también contra el conservatismo. Según lo pactado en el Frente Nacional, la Presidencia de la República estaría en manos de un conservador en el período 1962-1966. A López no le pareció que eso fuera correcto y se presentó a las urnas, en las que fue derrotado por Guillermo León Valencia.

Su actitud ocasionó una división liberal que sólo menguó cuatro años después, cuando el MRL dejó de existir porque López consideraba que sus demandas coincidían con el ideario político del presidente Carlos Lleras Restrepo. En ese gobierno López fue nombrado como el primer gobernador de Cesar y Canciller. En ambos cargos tuvo destacada participación . Como gobernador se metió en el corazón de los vallenatos (de ahí su apelativo de el ‘Pollo’ López) y como Canciller fue parte del grupo que estudió la reforma a los estatutos de Naciones Unidas.

Pero la luna de miel con Lleras también se acabó. Ocurrió en 1973, cuando el Partido Liberal buscaba candidato para las elecciones del año siguiente y López decidió competir contra Lleras, quien quería la reelección. La agria disputa los alejó por años. Ya con la nominación liberal, López se presentó a las urnas y ganó con cerca de tres millones de votos ante el conservador Álvaro Gómez Hurtado.

Se propuso hacer un gobierno a favor de los pobres, generar empleo y promover el cambio bajo el lema del ‘Mandato Claro’. Logró metas importantes en materia económica, entre ellas el control de gastos de la burocracia estatal, las reformas tributaria y fiscal, el incremento de la inversión pública (61 por ciento) y de las exportaciones y hasta triplicó el ahorro nacional. Sin embargo no pudo contra la inflación, que en su cuatrienio alcanzó los niveles más elevados en la historia del país. También se le recuerda por la creación del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora).

También ejerció un gobierno muy activo en política internacional. En este sentido uno de sus grandes aportes fue para la solución de temas fronterizos pendientes con Ecuador, Panamá, Haití, República Dominicana y Costa Rica. Igualmente fue muy cercano a los presidentes Gerald Ford y Jimmy Carter (Estados Unidos), Omar Torrijos (Panamá) y Carlos Andrés Pérez (Venezuela).

López dio muchas batallas, pero no las ganó todas. No obstante, la que realmente le dolió fue la del tema del acuerdo humanitario. Sus iniciativas, respetadas en todos los sectores, no fueron oídas por el gobierno del presidente Álvaro Uribe, a quien ayudó a formar como político. En la arena pública también perdió una elección presidencial contra el mismo Betancur, en 1978.

Pero como la política está construida sobre la base de las derrotas nunca dejó de aportar su opinión sobre el acontecer nacional. Así lo aprendió de su padre, el dos veces ex presidente Alfonso López Pumarejo.

Su esposa, Cecilia López (‘la niña Ceci’) le dio el sí matrimonial el mismo año en que comenzó su carrera política como concejal de Engativá, en 1938. Con ella tuvo tres hijos: Juan Manuel, Alfonso y Felipe, presidente de Publicaciones Semana. Pese a su avanzada edad, cumplió 94 años el 30 de junio, López Michelsen llevaba una vida normal. Sólo un día antes de su deceso había asistido a un almuerzo en el Gun Club.

Ahora se le rinden honores de Jefe de Estado. Se le dice adiós a un amante de los vallenatos, rancheras y boleros. A un lector incansable. A un hombre de un humor fino y, sobre todo, a uno de los más grandes pensadores, que como dice el presidente Álvaro Uribe “dinamizó la democracia” en cada uno de sus actos.