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Los gobiernos de Colombia y Estados Unidos reafirmaron su compromiso por lograr la aprobación del TLC en el Congreso norteamericano. | Foto: Natalia Botero

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Condoleezza: “El TLC con Colombia merece el respaldo del Congreso de mi país”

La secretaria de Estado de Estados Unidos se comprometió, durante su visita a Medellín, con el presidente Álvaro Uribe a hacer todos los esfuerzos necesarios para sacar adelante el acuerdo comercial entre los dos países. “Ha sido un gozo estar aquí, en esta democracia”, dijo al hacer un balance de su visita.

25 de enero de 2008

De nuevo, el gobierno norteamericano fue contundente en su interés en el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia. Según la secretaria de Estado de ese país, Condoleezza Rice, su presidente, George Bush, está convencido de que la negociación protegería el ambiente y el campo laboral. Precisamente, estos son los dos temas que más han sido cuestionados por los congresistas demócratas, que tienen frenada la aprobación del acuerdo.

Esa afirmación la hizo la funcionaria, una de las mujeres más poderosas del planeta, después de una reunión de dos horas con el presidente Álvaro Uribe en su finca de recreo en Rionegro (Antioquia). El encuentro fue uno de los puntos finales en la apretada agenda de la visita de la funcionaria, que se inició el jueves y que concluyó este viernes. “Ha sido un gozo estar aquí, en esta democracia”, dijo al hacer un balance de su paso por la capital de Antioquia.

Desde que aterrizó, se dedicó a escuchar tanto a opositores como a simpatizantes del TLC. Uno de los primeros compromisos que cumplió junto con los que la acompañaban fue reunirse con asociaciones sindicales del país.

El grupo de norteamericanos estaba conformado por ella y Thomas A. Shannon, subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental; Daniel Sullivan, subsecretario para Asuntos Económicos, Energéticos y de Negocios; Jeffrey Bergner, subsecretario para Asuntos Legislativos, además de 10 congresistas demócratas.

Todos se reunieron con Apecides Alvis, presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTU); Carlos Julio Díaz, de la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT) en Antioquia; William Millán, de la Confederación General de Trabajadores de Colombia (CGT).

En el encuentro, los sindicatos pidieron no aprobar el TLC, y entre sus argumentos, expresaron que en Colombia hace falta un “diálogo social útil” con los trabajadores. Las centrales obreras siempre han reclamado por las dificultades para el ejercicio de la actividad sindical y dicen que “la violación a los derechos humanos y la impunidad contra el movimiento sindical se mantiene en el 95 por ciento”.

Pero, en contraste, se conocen cifras que hablan de que el número de sindicalistas asesinados pasó de 197 en 2001 a 24 en 2007. Y eso es algo que defienden los simpatizantes del tratado.

Además, los sindicatos consideran que el gobierno nacional le hizo una “burla” a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al haber “designado un número de jueces que tenían como propósito desempolvar los crímenes contra sindicalistas, algunos de los cuales llevan más de 10 años de impunidad”.

Por si fuera poco, para la CUT las condiciones laborales que existen en el país están afectando la actividad sindical como consecuencia de “la flexibilización, las cooperativas de trabajo asociado y la intermediación sin la posibilidad de constituir nuevos sindicatos”.

Rice les respondió que respetaba sus opiniones, pero que seguirá dando la batalla por la aprobación del TLC. Sin embargo, se comprometió a plantearle al gobierno colombiano el cumplimiento de los compromisos que éste adquiera con los trabajadores.

Para las centrales obreras, este fue un logro porque hicieron que el gobierno norteamericano le pidiera directamente al colombiano el cumplimiento de las normas laborales. Por su parte, algunos de los congresistas mostraron atención a lo que les contaban los sindicalistas.

El encuentro y la defensa del TLC se da cuando en el mundo entero se habla de una posible recesión en la economía de Estados Unidos. Si esto ocurre, haría que al menos cinco millones de habitantes de ese país pierdan sus empleos, según la OIT. La crisis lanzaría ‘coletazos’ hacia todo el planeta. Por eso, hay observaciones sobre todo tipo de situaciones que podrían presentarse si el país norteamericano deja de consumir.

El tema de los acuerdos comerciales no se escapa de las tantas miradas. Los más conservadores dicen que hay que cuidar la economía interna y que, por ahora, conviene ser cautelosos con la entrada de productos extranjeros.

Otros, en cambio, piensan que los acuerdos comerciales con otros países son una posibilidad de crecimiento económico, y así lo ve el gobierno de Estados Unidos. “El TLC expande los mercados, aumenta la actividad, crea más empleo, más trabajo y es exactamente lo que se quiere ver si hay recesión en el futuro”, según dice el embajador norteamericano en Colombia, William Brownfield.

Pero además del interés comercial, hay más impulsos que trajeron a la comitiva al país. “Vemos el TLC no solo como una política de comercio, sino como parte de una política social y económica más amplia y como algo necesario para consolidar los logros democráticos que Colombia ha hecho”, según Shannon.

Ellos vinieron para conocer una imagen del país que les permita a los legisladores hacerse una idea que los lleve a aprobar el TLC con Colombia. El tratado, aunque fue firmado por ambos gobiernos en 2006, no ha recibido el sí del Congreso norteamericano, conformado en su mayoría por demócratas.

La delegación estadounidense, incluidos los congresistas, se reunieron con empresarios, funcionarios del gobierno colombiano y líderes sindicales.

Desde cuando se firmó el TLC entre ambos países, muchos industriales sintieron satisfacción. El acuerdo les permitiría entrar al mercado más grande del mundo con preferencias arancelarias y eso incrementaría sustancialmente las ventas.

El gobierno también lo vio muy positivo y hasta se pensó que el acuerdo sería de fácil aprobación en el Congreso ‘gringo’, por ser Colombia un país que durante muchos años ha sido socio comercial de Estados Unidos.

Pero no fue así. El tratado se encontró con grandes opositores que, a punta de informes, lograron hacer que los demócratas pensaran en que Colombia no merecía empezar a ejecutar el acuerdo.

El gobierno norteamericano no se ha cansado de apoyar al país. Sin embargo, los demócratas han exigido hacer nueve cambios en el contenido del documento, especialmente para mejorar las condiciones laborales de los colombianos. Pese a todo, la aprobación no llega. Los legisladores norteamericanos exigieron que en el país se redujeran los asesinatos a sindicalistas y la Fiscalía tuvo que abrir una unidad especial para investigar con eficiencia aquellos crímenes.

Para cambiar la imagen de los legisladores, se han hecho 10 viajes al país en los que han venido 57 congresistas para conocer de cerca la situación de Colombia. Sin embargo, la reciente no fue una visita habitual. Sino que “puede ser la más importante que hemos tenido de este gobierno a Colombia después de la visita presidencial del año pasado porque es la secretaria de Estado y trae consigo a cuatro subsecretarios”, según la calificó Brownfield.

Esta vez, además de conocer los argumentos del gobierno, los empresarios y los sindicatos, los visitantes fueron a Medellín, caracterizada por su vocación industrial y cuyos empresarios han defendido el TLC porque sería de gran beneficio para ellos.

El viaje a esta ciudad les sirvió para observar los cambios que ha tenido, después de haber cargado con el estigma del narcotráfico y la guerra de sicarios hasta hace poco tiempo. Hoy, es un ejemplo en educación. Por eso tuvieron como visita obligada el Parque Explora, recién inaugurado, donde se reúnen todo tipo de ayudas didácticas para el estudio de la ciencia.

Allí, además de conocer los elementos lúdicos, la comitiva tuvo un encuentro con paramilitares y guerrilleros desmovilizados, quienes le contaron sus historias de guerra y de reincorporación a la vida civil a todo el grupo de norteamericanos. Después, Rice comentó que haber escuchado sus relatos le permitió conocer una realidad diferente sobre el conflicto y que eso le hacía pensar sobre la gran importancia de los procesos de paz.

La efímera visita estuvo acompañada por 7.000 hombres que vigilaban la comitiva a lo largo de toda la ciudad y de curiosos que seguían la llamativa parafernalia. Mientras tanto, en otros lugares de la ciudad había manifestaciones en contra de la visita de los ‘gringos’, aunque no se presentaron mayores daños.

Después de conocer algunos sectores de Medellín que tuvieron gran transformación en los últimos años, la comitiva en general le expresó su admiración al alcalde Alonso Salazar.

La visita de Rice y todo su séquito terminó en Rionegro, donde se reunió con el presidente Uribe y luego partió hacia la base aérea, para abordar el avión de regreso a Estados Unidos.