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ANÁLISIS

Congreso demócrata no alterará las prioridades de EE. UU. en el hemisferio

La nueva realidad política en Estados Unidos tendrá un enorme impacto en cómo se gobierna este país pues de una u otra forma el control demócrata sobre el Congreso obligará al presidente Bush a buscar el consenso que no quiso construir durante los pasados seis años.

Eduardo A. Gamarra, Ph.D* y Diana Pardo, Ph.D**
9 de noviembre de 2006

Con su dominio de ambas cámaras los demócratas determinarán la agenda y las prioridades legislativas complicándole la vida al presidente Bush durante sus últimos dos años en la Casa Blanca. Para comenzar, los demócratas en la Cámara de Representantes iniciarán investigaciones sobre los temas más controvertidos sobre la Guerra de Irak.

En este contexto, ¿De qué manera cambiará este nuevo escenario político las relaciones entre Estados Unidos y América Latina?

Es instructivo recordar que durante los seis años que Bill Clinton gobernó con un congreso republicano se lograron impulsar el Plan Colombia y el ambicioso proceso de la Cumbre de las Américas que fomentó las negociaciones para establecer el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En otras palabras el fin de la era republicana podría generar una fructífera relación con la región.

Asimismo, el dominio de los demócratas en el Congreso podría iniciar un acercamiento entre Estados Unidos y Latinoamérica fruto de la agenda liberal de ese partido que ha demostrado históricamente con iniciativas como la de Franklin D. Roosevelt y su política del Buen Vecino, John Kennedy y la Alianza para el Progreso, Jimmy Carter y sus iniciativas de protección a los derechos humanos, y Bill Clinton y la Cumbre de las Américas. El matiz demócrata podría ser muy útil para suavizar y mejorar la imagen de Estados Unidos en una región donde el presidente Bush es casi universalmente impopular.

Pero si bien la ideología demócrata es más sensible que la republicana frente a algunos de los problemas sociales de la región, también es cierto que la nueva tanda de representantes y senadores tiene un mandato profundamente proteccionista y aislacionista que paradójicamente le perteneció en tiempos pasados al partido de George Bush.

Nos inclinamos a pensar que las relaciones interamericanas se enclaustrarán en este último escenario con diversas consecuencias para tres de los temas más álgidos para el hemisferio: la migración, las drogas, y el comercio.

Migración

En octubre el Congreso aprobó la ley, -ya también firmada por el presidente Bush-, mediante la cual se aprueba la construcción de siete millas de muro en la frontera entre Estados Unidos y México. Los demócratas en general, empezando por Nancy Pelosi, la ahora próxima Presidenta de la Cámara de Representantes , se habían mostrado en desacuerdo con esta medida. Sin embargo, las presiones electorales de los republicanos que asociaron la entrada de ilegales como una amenaza a los intereses de los trabajadores locales obligaron a los demócratas a votar por ella.

No obstante lo anterior, una cosa es aprobar la ley y otra implementarla. La construcción del muro representa alrededor de 9 mil millones de dólares, cifra que no es fácil que el Congreso apruebe. Los demócratas abogan más por una reforma estructural al problema migratorio. Si bien reconocen la importancia de controlar la entrada ilegal en la frontera, consideran que lo que se debe hacer es procurar que los aproximadamente 12 millones de inmigrantes ilegales formalicen su situación, con miras a una ciudadanía estadounidense, a la reunificación de las familias, y a la creación de programas temporales de trabajo para inmigrantes no profesionales, entre otros.

Curiosamente este tema es el único que logra generar un consenso entre la Casa Blanca y el Congreso pues la posición del Presidente Bush en algún sentido ha sido más próxima a la Demócrata y no a su propio partido. De todas maneras, pensamos que prevalecerá el empantanamiento en este tema y no se producirá la tan prometida reforma migratoria antes del 2008.

Drogas

Frente al tema de las drogas, el enfoque general basado en el prohibicionismo y la represión tampoco cambiará. La lógica de la lucha contra las drogas que concentra los esfuerzos de los gobiernos en los puntos de oferta más que en la demanda viene de mucho tiempo atrás, desde que el presidente Reagan declaró la guerra contra las drogas en la década de los ochenta.

Lo que sí puede suceder es que disminuya la ayuda que se le está dando a Colombia para la lucha contra las drogas a través del Plan Colombia. Esto obedece a factores como el hecho de que la cantidad de hectáreas de coca sembradas en el país no ha disminuido y por el contrario, del 2004 al 2005 aumentaron en un 26%, de acuerdo a cifras del Departamento de Estado y de la Oficina del control de Drogas de los Estados Unidos; en el mercado de Estados Unidos no se han observado cambios con respecto al precio de la cocaína, y su pureza se mantiene intacta.

Así es que si no se han visto beneficios concretos después de seis años del Plan Colombia frente al tema de las drogas, habrá que replantear la estrategia que se está utilizando, hacia un enfoque más orientado a combatir el consumo y la distribución de drogas. Frente a este último caso, México representa uno de los puntos de distribución de cocaína más importantes, y quizás a donde se vaya a dirigir la política antidroga de Estados Unidos en un futuro cercano.

Comercio

Respecto al libre comercio y los acuerdos que tienen pendiente aprobación legislativa el debate dentro del nuevo Congreso Demócrata será más difícil. A pesar de que en 1994 los demócratas apoyaron ampliamente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, NAFTA, hoy sin embargo, más de una década después de la firma de este Acuerdo, hay muchas dudas y preguntas sobre los beneficios reales que ha representado el Tratado para la economía de los Estados Unidos. Tanto es así que en julio del año pasado el apoyo demócrata para la aprobación de CAFTA-DR fue mucho más cauteloso, pasando con un estrecho margen de solo dos votos.

El Congreso demócrata apoyara con límites los acuerdos de libre comercio y seguramente considerará con mayor firmeza los aspectos laborales y ambientales de los tratados. Esto puede ser un obstáculo insalvable para los países andinos que tienen en trámite un TLC en el Capitolio. Si bien el último acto del Congreso Republicano saliente pueda ser prorrogar el sistema de preferencias arancelarias andinas (ATPDEA) que se vence en diciembre, lograr que la mayoría demócrata simplemente ratifique los TLCs será una tarea muy difícil. Más difícil aún será que el nuevo congreso le entregue autoridad via rápida (fast track authority) a George Bush para negociar otros TLC en cualquier parte del mundo.

Esta timidez demócrata hacia Latinoamérica afectará también a otras iniciativas, ya que en la perspectiva de los votos que necesitarán para alcanzar la presidencia en las próximas elecciones de 2008 su prioridad apuntará hacia políticas proteccionistas de apoyo a los trabajadores locales, los sindicatos, la generación de empleos y el aumento de los salarios mínimos.


* Eduardo Gamarra es Director del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, en la Universidad Internacional de la Florida, FIU.
** Diana Pardo es Consultora de Newlink Political, Miami, FL.