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OBITUARIO

Congreso rinde homenaje a la memoria del fallecido senador Luis Guillermo Vélez

El cuerpo del legislador uribista fue llevado para su velación al Capitolio Nacional.

6 de febrero de 2007

El silencio que inunda los desolados pasillos del Capitolio Nacional fue interrumpido este miércoles después de las nueve de la mañana por el cortejo fúnebre encargado de llevar el cuerpo del senador Luis Guillermo Vélez. De la comitiva hicieron parte amigos, familiares y colegas del Congreso de la República, quienes madrugaron a rendir tributo a uno de los hombres que más le aportó al discurso político y económico del país en las últimas tres décadas.

Vélez Trujillo, fallecido en la mañana del lunes como consecuencia de una falla cardiaca, era uno de los hombres fuertes en el Partido de la U, el colectivo que jalonó la campaña reeleccionista del presidente Álvaro Uribe. Su relación con el Jefe de Estado atravesaba por uno de sus mejores momentos. No sólo compartían su origen paisa y su inquietud por el manejo de los temas financieros sino que en momentos diferentes de la historia ambos lideraron tendencias de rebeldía en el Partido Liberal que les permitieron acercarse más durante los últimos cinco años.

De su poder de convocatoria, su capacidad de maniobra como estratega político y su gran aporte mediante el control político a las cifras de los últimos gobiernos nadie tiene duda.

Por eso su cuerpo fue llevado al Capitolio Nacional, la emblemática sede del Congreso colombiano y escenario de velación de los más destacados estadistas del país. Sus familiares aceptaron que el cuerpo estuviera allí hasta las diez de la mañana del jueves, hora prevista para la ceremonia religiosa en la Catedral Primada de Bogotá.

A medida que avanzaba el miércoles comenzaron a llegar los mensajes de solidaridad. La Casa de Nariño, el Partido Liberal, el Partido Conservador, los miembros de su equipo político, sus contradictores en temas de economía, sus compañeros de deserción del liberalismo, los dirigentes que compartieron con él cuando era jefe del Partido y, por supuesto, su gran amigo Horacio Serpa. Con él no tuvo mucho contacto desde cuando Vélez decidió unirse al uribismo. Sin embargo, conservaron el respeto y aprecio mutuo tras una amistad y una relación política cultivada durante muchos años. Uribe, como Serpa, fue un amigo muy cercano, distanciado solo por algunos lapsos gracias a los vaivenes de la política.


¿Quién era Vélez?

Este paisa, que nació en Medellín el 17 de junio de 1943, dedicó toda su vida a cargos públicos y cursó derecho y economía en la Universidad Javeriana. Más tarde hizo un postgrado en técnica bancaria en Nueva York y después un doctorado en ciencias jurídicas y económicas.

En su vida profesional se movió siempre por los círculos políticos y de administración pública como miembro del Partido Liberal, que presidió por largo tiempo, y recientemente fue cofundador y copresidente del Partido de La U.

Con su muerte, el país perdió a un hombre que dirigió importantes carteras nacionales como la Superintendecia Bancaria y el Instituto de Mercadeo Agropecuario.

Además, fue embajador de Colombia en El Salvador, Estados Unidos y Escandinavia y auditor de la Federación Nacional de Cafeteros en Nueva York.

Desde 1991 entró de lleno a la política y se convirtió en uno de los protagonistas de la misma. Ese año fue elegido senador de la República y fue reelegido en cuatro ocasiones consecutivas.

En ese cargo político se destacó por sus aportes en las decisiones económicas del país. Impulsó las medidas para subsanar la crisis de recesión en 1999, beneficios para quienes se veían afectados por las altas tasas de la Upac y las refinanciaciones para los sectores cafetero y bancario.

Siempre fue crítico de las labores del Banco de la República, el manejo de la política monetaria y los problemas que aquejaban al país en materia económica, como la crisis financiera, la situación fiscal del Estado y la deuda externa y, en los últimos años, promovió el TLC.

Defendió a capa y espada su idea de pagar la deuda externa con los excedentes de las reservas nacionales y, finalmente, su postulado lo aceptó el presidente Álvaro Uribe, que, a propósito, fue reelegido gracias al proyecto de ley del que fue coautor el senador Luis Guillermo Vélez.

Por eso, como miembro del Senado, ocupó el cargo de presidente de la Comisión de Asuntos Económicos.

“Luis Guillermo siempre se destacó por ser estudioso de asuntos económicos y muy inteligente. Ese campo que deja en la toma de decisiones políticas y económicas para el país es casi irreemplazable”, destacó la presidenta del Senado, Dilian Francisca Toro.

A continuación, una de las últimas entrevistas que le concedió a SEMANA en donde muestra su carácter y su visión sobre la política. Se trata de un diálogo que sostuvo con la periodista María Isabel Rueda, el pasado mes de septiembre.

¿Quiénes fueron los volteados de La U? ¿es cierto que les pagaron? ¿Cómo va la investigación?

El senador Luis Guillermo Vélez le contesta a María Isabel Rueda.

M.I.R.: Qué tan costoso fue para La U el episodio de la semana pasada en el que, por cuenta de la 'volteada' de cuatro parlamentarios, se perdió un puesto en el Consejo Electoral?

L.G.V.: No, no. Esa fue una elección puramente mecánica para proveer simplemente un cargo, sí importante, pero no una cosa de muchísima trascendencia como hubiera sido por ejemplo una votación negativa a la reforma tributaria.

M.I.R.: Pero el Consejo Electoral sí es un organismo de mucho poder. ¿Si lo que perdió La U no hubiera sido importante, ¿cómo se explica el zafarrancho que se armó la semana pasada en el Congreso?

L.G.V.: Ahí no hubo una discusión por el puesto, sino por el criterio para aplicar las reglas de juego. Unos aplicaban un sistema de cociente y residuo, y otros, la cifra repartidora. Era la primera vez que se elegía internamente con ese sistema. Por eso vamos a demandar la elección, porque el procedimiento no fue el apropiado.

M.I.R.: ¿ Qué les pudieron ofrecer a los cuatro volteados?

L.G.V.: El sistema de bancadas es nuevo, y por eso infortunadamente se facilita la indisciplina. Si fue un problema de corrupción, ya la cosa sería de otro tamaño.

M.I.R.: No creo ese cuentito de la indisciplina. Eso no es motivo suficiente para traicionar a un partido. A ellos les tuvieron que ofrecer algo, para que se voltearan en secreto y resultaran definitivos para que Convergencia Ciudadana eligiera un miembro del Consejo Electoral…

L.G.V.: Puede ser, por ejemplo, en la interpretación color rosa, que les parecía más atractivo el candidato por el cual votaron.

M.I.R.: Hmmm… ¿Atractivo como para qué?

L.G.V.: Por el nombre, o porque lo sentían más cercano.

M.I.R.: ¿Y en la interpretación color carbón?

L.G.V.: Un soborno. Eso sería muy grave. Tengo que reconocer que en los pasillos del Congreso hay un rumor sordo que indica que pudo haber un juego de dineros y eso es lo que vamos a investigar. Y vamos a darle mucha importancia a esta investigación, no tanto por el puesto que se perdió, sino por si hay de verdad algo en el fondo que no es conveniente tolerar. Si la sal se corrompe…

M.I.R.: Usted entonces no descarta para nada lo del soborno…

L.G.V.: No. No lo descarto, pero tampoco puedo afirmarlo.

M.I.R.: ¿La idea de hacer una prueba de polígrafo o una dactilar sobre las papeletas de los votos sí es seria?

L.G.V.: Yo pedí que la urna quedara en custodia con todos sus votos en la presidencia del Senado mientras se adelantan las investigaciones, y se encargó de esa investigación al senador Arenas y a la secretaría general. Ellos sabrán qué instrumentos son los más aptos para esclarecer la identidad de los que se voltearon. Ojalá que sea un problema de indisciplina y no uno de moralidad.

M.I.R.: ¿Usted le cree al beneficiario de la 'volteada', el senador de Convergencia Ciudadana Luis Alberto Gil, que él no dio ni un peso y que es mejor que llamen a la CIA y a la DEA para que le ayude a La U en esta investigación?

L.G.V.: A la gente hay que creerle lo que dice, mientras no tenga uno la prueba contraria.
M.I.R.: ¿Es posible que a uno le den secretamente un voto sin decirle: oiga, yo fui el que le di el voto?

L.G.V.: (Risas).Eso es lo que se acostumbra, por lo menos.

M.I.R.: Yo de los 'volteados' estaría asustadísima.¿Usted se imagina tener uno encima el 'sirirí' de la senadora Marta Lucía Ramírez tratando de desenmascararlos? De pronto lo que en este episodio le faltó a La U fue liderazgo…

L.G.V.: Pues naturalmente hubo una falla general. Cuando las cosas no salen bien no es por virtud de la casualidad. La primera falla se debe a la voluntad de las personas que se torcieron. Estas organizaciones se hacen sobre la base de la buena fe y no sobre el control policivo de ir a mirarle el voto a la gente, que es secreto. Eso es indebido. La gente entra voluntariamente a una bancada, nadie está ahí a la fuerza.

M.I.R.: Y lo que preocupa, senador, es que este no es un episodio político sin trascendencia. Indica una posición hacia el futuro que puede ser producto de la podredumbre, y que se podría repetir en la votación de proyectos fundamentales del gobierno…

L.G.V.: Exactamente eso dije en el seno de la junta de parlamentarios. Si aquí hay un acto de corrupción, puede llevar hasta a una nueva disolución del Congreso. Con fenómenos de esta naturaleza se ciernen nubes negras en el horizonte.

M.I.R.: ¿Usted tiene personalmente sospechas sobre la identidad de los 'volteados'?

L.G.V.: No. Lo único que puedo afirmar es que antes del escrutinio, José David Name y Tito Crissien, el de Barranquilla, me dijeron: hay cuatro votos de Convergencia en nuestro formato. No sé cómo lo observaron a distancia, porque el voto es secreto. Les paré muy pocas bolas, y cuando precisamente se pierden cuatro votos, me salieron muchas dudas. Los torcidos se voltearon con toda la alevosía del caso, porque votaron en el formato que utilizamos en La U.

M.I.R.: Sí, el papel 'Kimberly', que La U había repartido esa mañana para identificar los votos de sus miembros. Los 'volteados' compraron el mismo papel para hacer pasar su voto camuflado entre los de La U… ¿Cómo evitar que episodios como este conviertan a La U en un partido cortoplacista, que no logre conservar su unidad en las próximas elecciones?

L.G.V.: Insisto en que hasta ahora, este es un incidente menor, a no ser que se descubra que hubo corrupción. Más bien hay que tomarlo como un campanazo para el nuevo sistema de bancadas. Sí quiero destacar que nos interesa que una autoridad superior establezca cuál es el criterio con el que se deben hacer estos escrutinios, porque este problema se va a seguir presentando.

M.I.R.: ¿Usted cree que Germán Vargas está disolviendo la coalición uribista, de lo que algunos lo acusan?

L.G.V.: Estos incidentes que tienen como marco la carpintería política no tienen mayor importancia, y una línea como la que tomó Vargas Lleras de aliarse con el liberalismo no resquebraja la coalición. Otra cosa es si esto sucede cuando estemos votando la plataforma legislativa del gobierno: ahí habría que romper la coalición y reanalizarla. En materia de puestos, el que está quedando mal es Vargas, porque está creando una serie de alborotos, este no es el primero. El compromiso nuestro como partidos de nueva generación, tanto de Cambio Radical como de La U, es con la opinión pública que nos eligió, por estar respaldando la plataforma del gobierno. Lo de los puestos es marginal.

M.I.R.: ¿Cree que hacia el futuro Germán Vargas votará con el uribismo en los temas ideológicos?

L.G.V.: Se supone que lo hará. Él tiene un compromiso de coalición. Hizo una alianza con el Partido Liberal para aprovechar sus votos, pero por lo pronto, no se rompió un principio fundamental del programa de gobierno. Si este es un indicio de que el doctor Vargas va a tomar otro camino, ya estaríamos en una hipótesis diferente.

M.I.R.: ¿Qué tan cerca puede llegarle Germán Vargas al Partido Liberal, sin que ustedes comiencen a ponerse nerviosos?

L.G.V.: A mí no me preocupó el acuerdo que hizo para sacarse un puesto de más. Pero lo que sí debe explicar, según le escuché decir al señor Juan Fernando Cristo por radio, es que el acuerdo entre ellos abarca algo más. Que es con el objeto de manejar en bloque el Consejo Electoral. Eso tiene que explicarlo Vargas, porque estaríamos al frente de una nueva coalición. Habrá que preguntarle a Germán cuáles son los compromisos que ha adquirido en esa otra coalición.

M.I.R.: Vargas dijo que el pacto uribista para ese tipo de elecciones ya se había roto cuando le pusieron conejo con la elección de Carlos Medellín como Contralor…

L.G.V.: El compromiso se había agotado, porque el inicial era integrar las mesas directivas y comisiones del Congreso. Si lo que hizo Germán fue simplemente aprovechar una votación de más que tenía, para juntarla con los votos liberales y sacar un cupo adicional, no sería una cosa grave. Pero si el compromiso sigue y perdura y es para manejar el Consejo Electoral en bloque con el Partido Liberal, eso es una cosa muy distinta. Él tendrá que aclararlo.

M.I.R.: ¿Votar como bancada equivale a votar como rebaño?

L.G.V.: Yo he dicho que no. En La U hay una discusión interna porque en Colombia no existe la bancada absoluta. Aquí existe el voto preferente, que implica un sistema mixto. Hay que votar con la bancada, pero los parlamentarios tienen sus propios derechos constitucionales y legales. No perdemos la individualidad, porque cuando se vota, no se hace solamente por la lista cerrada, sino por cada parlamentario en particular, por cuenta del voto preferente. Los parlamentarios tienen un valor individual. Buscar el término medio entre eso es lo difícil. No podemos funcionar como un partido estalinista ni como uno completamente anarquizado. Bancadas disciplinadas, pero respetando los derechos individuales de los parlamentarios.

M.I.R.: Finalmente, ¿usted me podría garantizar, como vocero del partido de La U, que el presidente Uribe no va tras su tercer período?

L.G.V.: Yo lo descarto. Pero en eso no comprometo ni al Presidente ni al partido, porque el tema no se ha tocado en la bancada. Todo lo contrario: los que se comienzan a discutir son los perfiles adecuados para su sucesión dentro de cuatro años.