Home

On Line

Artículo

Internacional

Conspiración septembrina

Los atentados de hace un año han sido uno de los eventos más estudiados de la historia, igual quedan algunas dudas propicias para que surjan todo tipo de teorías conspirativas sobre los sucesos de ese día.

9 de septiembre de 2002

Con las teorías conspirativas que se han tejido en relación con los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre del año pasado se podrían realizar varios capítulos de la serie de televisión Archivos X. El argumento podría ser el siguiente. Sus protagonistas, los agentes especiales Fox Mulder y Dana Scully del FBI, comenzarían por investigar la grabación que hizo la agencia Gamma Press segundos después de que el vuelo 175 de United Airlines se estrelló, a las 9:05 de la mañana, contra la Torre Sur del World Trade Center. En la cinta verían un extraño objeto volador que aparece y desaparece de la escena del atentado en cuestión de segundos. ¿Un ovni? ¿Un misil? Cualquiera de estas dos hipótesis le parecería descabellada a la incrédula y racional agente Scully, pero no al persistente Mulder, quien intentaría llegar hasta el fondo del asunto. El sabría que hay algo más.

Uno de sus informantes, una auténtica 'garganta profunda', le habría revelado que en los atentados no hubo intervención de una colonia alienígena, pero sí una conspiración de algunas agencias gubernamentales y de poderosos grupos económicos que sabían de antemano lo que iba a suceder. Lo permitieron porque le convenían a sus intereses estratégicos. Y no sólo eso. En medio del clima generalizado de terror y de impotencia de ese día, dieron su venia para que el edificio del Pentágono fuera atacado con un misil, se derribara uno de los aviones agresores en el aire (el vuelo 93 de United Airlines) y otro lo desaparecieron (el vuelo 77 de American Airlines) sin dejar rastro. Esta historia en clave de ficción sería un éxito. Lo que resulta increíble es que cada vez más personas alrededor del mundo piensan que este cuento tiene algo de cierto.

Los hechos del 11 de septiembre de 2001 fueron vistos en vivo y en directo por millones de personas. Sobre el tema han corrido ríos de tinta. Sólo en Estados Unidos han sido publicados 672 libros sobre diversos ángulos de lo que ocurrió ese día y las repercusiones que tuvo. A lo largo de este mes aparecerán en las librerías otros 150 más. Con un cubrimiento tan amplio y variopinto de los atentados parecería que todas las dudas al respecto han sido resueltas. Sin embargo, no ha sido así. Hay sombras que no han sido despejadas aún y esa oscuridad es el terreno propicio para que surjan toda suerte de teorías conspirativas sobre los verdaderos hilos que movieron los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Algunas son delirantes, como la que asegura que detrás de estas acciones terroristas estuvieron los servicios secretos israelíes, quienes le advirtieron a 4.000 empleados judíos que no fueran a sus oficinas el 11 de septiembre. Otras, en cambio, ponen a pensar como la que enunció el periodista francés Thierry Meyssan en su libro La terrible impostura, que ya ha sido traducido a 18 idiomas.

Meyssan dirige la Red Voltaire, una asociación que ha recopilado documentos e información para tratar de demostrar que los atentados de hace un año se llevaron a cabo para favorecer los intereses de compañías petroleras estadounidenses en Asia, donde existen grandes reservas de hidrocarburos, y para justificar una guerra contra Irak que beneficiaría a las empresas que están vinculadas al sector de defensa de Estados Unidos. Hace un año esta tesis sonaba demasiado absurda. Hoy no tanto. Al hacerse pública la negligencia y los errores que cometieron 12 agencias gubernamentales, que hubieran podido prevenir los atentados, se alimenta el mito de que algunos sectores de el gobierno estadounidense sabían lo que iba a pasar y no hicieron nada para evitarlo. Y qué decir de los millonarios contratos que han recibido los fabricantes de tecnología militar para alimentar los arsenales que se han quedado vacíos después de los bombardeos a Afganistán y tenerlos a punto por si se desata una guerra con Irak. Es probable que la 'Verdad' que algunos quieren encontrar no se descubra nunca. Bien porque no existe o porque las diferentes partes que la componen no han sido articuladas por ningún investigador. Es un juego que bien recuerda la paradoja de los cuatro mil ojos de la mosca. Qué ve esta, ¿cuatro mil verdades o una verdad partida en cuatro mil pedazos?