Home

On Line

Artículo

Los ganadores de los Premios Nacionales de Paz se reunieron en la sede del Centro Cultural Maria Mulata Lectora en Rincón del Mar, Sucre. El lugar es una de las iniciativas de paz que resaltan en la región de los Montes de María.

RECONCILIACIÓN

Días y noches de paz y de violencia

SEMANA.COM estuvo en Rincón del Mar, Sucre. Un escenario donde hasta hace muy poco tiempo los paramilitares imponían con sus armas su reinado del terror y en el que hoy los habitantes respiran el ambiente del cine y los libros.

Juliana Bedoya Pérez
31 de octubre de 2006

En Rincón del Mar ocurrió un milagro. Allí, donde la gente había perdido la confianza, donde todo estaba dominado por el narcotráfico y los paramilitares, renació la vida y la diversión. Este sueño es un proceso de varios meses y en el que se ha sumado el esfuerzo de muchas personas. La máxima expresión de la nueva vida en ese corregimiento del Golfo de Morrosquillo, fue la celebración del Primer Encuentro de Premios Nacionales de Paz, realizado el pasado fin de semana.
 

La iniciativa de hacer el encuentro surgió de Soraya Bayuelo del Colectivo de Comunicaciones de Montes de María, ganadores del premio en 2003, cuando “uno de los muchachos del colectivo me preguntó para qué servía ser Premio Nacional de Paz”. La pregunta le quedó sonando y empezó a contactarse con los otros premios de paz: el Pueblo soberano de Mogotes en Santander (1999); el proyecto Nasa de los cabildos indígenas del Norte del Cauca (2000), el programa de Desarrrollo y Paz del Magdalena Medio (2001), la Asociación de Municipios del Ariari (2002), el Comité de Cacaoteros del Caguán, Chocaguán, la guardia indígena del norte del Cauca (2004) y la Diócesis de Quibdó (2005).

Todos coincidieron en que era hora de demostrar lo que habían alcanzado luego de ganarse el premio y de liderar un movimiento social desde las comunidades para dar sus puntos de vista y ayudar en el actual proceso de paz. Así llegaron representantes de cada una de las organizaciones hasta Rincón del Mar, Sucre. Estuvieron reunidos dos días, conversando, encontrando puntos en común y lanzando ideas para alcanzar las conclusiones que fueron pronunciadas el sábado en la sede del centro cultural de la María Mulata Lectora, en un documento que como reconoció el padre Francisco de Roux, del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, “está en plena construcción” (Vea el documento del pronunciamiento).

El lugar del encuentro no fue elegido a la ligera, ni por la belleza de sus playas. A 10 minutos de Rincón del Mar está la finca El Palmar, hogar de Rodrigo Mercado, alias ‘Cadena’, uno de los paramilitares más sanguinarios. Cadena dominó en San Onofre y Rincón del Mar y era el comandante del Bloque Héroes Montes de María de las AUC. La finca El Palmar, ahora es un gran terreno abandonado, allí quedan las ruinas de la casa de Cadena y, cubiertas por un gran árbol, están las fosas comunes con cientos de cuerpos de desaparecidos de la zona que hasta ahora pudieron ser identificados, gracias a que la gente ha comenzado a hablar de las atrocidades cometidas.

Todos conocían a Mercado por su alias, se lo ganó porque “usaba cadenas de oro desde el cuello hasta el ombligo”, recuerda un habitante. En las playas de Rincón del Mar, Cadena organizaba reales bacanales. Eran otros tiempos. El viernes 27 en las mismas playas se vivió una noche montemariana con baile y proyección de cine para los niños, que andaban tranquilos por ahí, a pesar de que ya eran más de las 10 de la noche.

La última gran celebración de Cadena fue su cumpleaños del año pasado. Todos recuerdan la fiesta de más de un día, con mucho wisky y los mejores cantantes vallenatos. También recuerdan que los hombres de Cadena pasaron casa por casa, antes de la celebración, pidiendo una ‘colaboración’ de unos 50.000 pesos para la fiesta de su patrón.

La reputación de sanguinario, tampoco se la ganó así no más. Mercado ordenó las masacres más tenebrosas que se han registrado en la región de los Montes de María, donde era el comandante del bloque de las AUC. En El Salado, Bolívar, murieron 40 personas. El 17 de febrero de 2000, un grupo de paramilitares al mando de Cadena, los torturaron en la cancha de fútbol. En Chengue, Cadena también marcó su paso, allí sus hombres mataron a golpes a 24 campesinos la noche del 17 de enero de 2001.

Cadena desapareció el 21 de noviembre de 2005, cuando el carro en que se movilizaba apareció incendiado, sin embargo todavía hay dudas de que el hubiera muerto aquel día. Casi un año después de su desaparición, todavía se siente el temor de la gente al salir a la calle, a estar de noche por fuera de sus casas.

Por eso los organizadores del primer encuentro de Premios Nacionales de Paz no dudaron en escoger a Rincón del Mar para su reunión. “Lo hicimos como una muestra de apoyo a la comunidad y para destacar la misión de los muchachos de la María Mulata Lectora” señaló Soraya Bayuelo.

María Mulata Lectora es el Centro Cultural Juvenil de Rincón del Mar. A la sede, una cabaña de techo de palma, llegan los jóvenes del corregimiento a leer, estudiar, bailar, hacer música y a rescatar la gran tradición oral de la región. El proyecto de la María Mulata surgió en 2001, cuando Martín Álvarez y otros habitantes y padres de familia de niños de Rincón del Mar, se dieron cuenta de que los niños no tenían libros, ni un lugar para hacer tareas.

Álvarez, que es administrador del exclusivo condominio de Balsillas y donde trabajan la mayoría de personas de Rincón del Mar, se fue para Medellín y se puso en la tarea de recoger libros entre sus amigos y conocidos. Cuando volvió, otro vecino cedió un pequeño lote donde se levanta la cabaña que se ha llenado de libros, máscaras, tambores y dibujos de los muchachos que llegan allá.

Desde entonces, los niños y jóvenes se congregan en La María Mulata Lectora, incluso en la época de domino de Cadena. Él y sus hombres tenían terminantemente prohibido que la gente se reuniera, sin embargo “nunca nos molestaron ni nos amenazaron, aunque en algún momento los muchachos se inquietaron pues sabían de la prohibición”, comenta Álvarez.

Por todo esto, la María Mulata es una de las más de 50 iniciativas de paz de los Montes de María. Así, esta región que ha sufrido como ninguna otra la violencia entre los distintos grupos armados, también demuestra que los movimientos sociales son un buen modo de apostarle a la paz.

Lo que viene para la María Mulata es seguir creciendo. Los muchachos se preparan para trasladar la sede a un terreno propio, que se inauguró el sábado con un almuerzo costeño para los asistentes al encuentro. A los premios de paz les quedó la responsabilidad de hacerse oír, de ayudarse y de dar a conocer que en las comunidades, muchas conformados por víctimas del conflicto, está la materia prima para llegar a la paz.