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Rafael Correa, presidente de Ecuador.

RELACIONES INTERNACIONALES

Ecuador aumenta el pulso con Colombia y anuncia que interceptará cualquier avión que viole su frontera

Después de revelar que el gobierno de Rafael Correa demandará al país ante el tribunal de La Haya por las fumigaciones con glifosato, ahora hace esta alusión directa. Aunque en Bogotá el tema está en el congelador, la frontera sigue caliente.

Juan Esteban Mejía Upegui
14 de febrero de 2007

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dio este miércoles una instrucción categórica. Dijo que la Fuerza Aérea “tiene la orden de interceptar cualquier avión que ose mancillar nuestro espacio aéreo”.

Aquel mandato alude directamente a Colombia por las naves que usa para la esparsión de glifosato y para perseguir a insurgentes que crucen la frontera.

La sorpresiva orden se produjo después de que el gobierno de ese país anunciara que demandará a Colombia ante La Haya. La denuncia se hará para que el país responda por los daños causados por las fumigaciones con glifosato en la frontera entre ambos países.

El Presidente ecuatoriano dijo que su gobierno “tiene que reclamar por los daños que ya se causaron en la frontera ecuatoriana: animales, plantas y lo que es tan importante, la vida del ser humano, ha sido sensiblemente afectada”, según la agencia de noticias EFE.

Esa declaración la dio Correa cuando las cosas parecían tranquilas. Para los colombianos, la tensión había aflojado desde el mes pasado cuando en una reunión entre los Presidentes de ambas Repúblicas llegaron a un acuerdo con el tema de las fumigaciones con glifosato.

La noticia fue que en el encuentro en Managua se había convenido que Colombia le avisaría a Ecuador cuando fuera a esparcir el veneno para que enviaran inspectores a verificar que éste no cayera en su territorio.

Pero, de repente, Correa insistió en que no quería que cerca de sus campos se siguiera atacando los cultivos ilícitos con el mecanismo de esparsión aérea.

Por eso, el viernes pasado el gobierno colombiano definió que no habría más fumigaciones en la frontera y que la erradicación de la coca se haría de forma manual.

A pesar de la complaciente decisión, Ecuador dijo que derribará cualquier avión que cruce su frontera y justificó la decisión con un motivo nuevo.

“En la zona fronteriza también se han denunciado violaciones del espacio aéreo ecuatoriano por parte de aviones y helicópteros militares colombianos, supuestamente, en persecución de guerrilleros colombianos presuntamente infiltrados en Ecuador”, reportó EFE con base en las declaraciones del Presidente.

Esa posición cumple con la promesa que hizo Correa cuando recién estaba electo. En diálogo con SEMANA, dijo que no iba a permitir que la guerrilla, los paramilitares o las tropas del Ejército colombiano pisaran suelo ecuatoriano. Así no se involucraría en el conflicto interno del país.

Pero las cosas van más allá. Expertos consultados por SEMANA.COM opinaron que estar en contra de Colombia es beneficioso para el gobierno ecuatoriano.

La razón es que ese país vive en constantes crisis políticas. En los dos últimos años se han celebrado 10 elecciones presidenciales, polarizadas entre izquierda y derecha.

Por eso, para Correa es productivo mostrarse fuerte, sobre todo ahora, cuando se enfrenta a un Parlamento donde sus simpatizantes son minorías y, pese a ello, busca reformar la Constitución.

La repentina decisión de Ecuador corresponde a una dinámica que se presenta en las relaciones de ambos países. Según los expertos, éstas se han usado más para beneficiar a cada gobierno, que para colaborarse mutuamente.

De hecho, Colombia ha tenido actitudes similares con el país vecino. El año pasado, Uribe ordenó reanudar las fumigaciones con glifosato en la frontera, que estaban suspendidas desde noviembre de 2005.

La orden la dio el Presidente colombiano después de que supo que la siembra de coca en esa zona se había incrementado. La justificación fue con una frase inolvidable. “Con 10.200 hectáreas, las Farc son capaces de financiar la destrucción del mundo”. Aunque la fumigación inquietaba a Ecuador, Colombia tomó la determinación de forma unilateral. Obviamente, eso sirvió para la popularidad de Uribe.

Con hechos como estos, que protagonizan ambos gobiernos, las relaciones entre los dos países se mantienen distantes y en cada uno se crea una opinión pública hostil en contra del vecino, según le explicaron los expertos a SEMANA.COM.

De todo esto queda el trabajo para los respectivos cancilleres, que no pueden hacer otra cosa más que apagar incendios.



“Ecuador quiere que Colombia escuche sus preocupaciones y entienda que ve el conflicto de una manera distinta”

En diálogo con SEMANA.COM, Socorro Ramírez, estudiosa de las relaciones entre ambos países e investigadora de la Universidad Nacional, explicó las razones de las tensiones entre ambos países.

¿Por qué Ecuador toma esa determinación? ¿Qué busca?
Me parece que lo que están mostrando las decisiones recientes del gobierno ecuatoriano es que no hay satisfacción con el acuerdo logrado en Managua. Cree que dejarle a una comisión técnica la valoración de los temas políticos como el de las fumigaciones no resuelve el profundo malestar que existe en Ecuador, donde gobierno y sectores amplios de la opinión están convencidos de que la política de seguridad del gobierno de Uribe descarga sobre Ecuador los efectos del conflicto.

¿Ecuador para qué revive el tema de las fumigaciones si se supone que ya había un acuerdo?
Lo revive porque en diciembre de 2005 Colombia y Ecuador llegaron a un acuerdo sobre la suspensión de las fumigaciones y eso fue asumido por Ecuador como una decisión definitiva. La ruptura del convenio el pasado diciembre generó gran molestia.

¿Qué tiene deterioradas las relaciones entre Colombia y Ecuador?
Las relaciones están trabadas porque el conflicto colombiano le genera a Ecuador daños, porque sectores ecuatorianos participan de muchas actividades que alimentan el conflicto colombiano. No hay cooperación. Ha primado la mutua acusación.

¿Desde cuándo hay tensiones?
Desde la aplicación del Plan Colombia. Éste irritó a Ecuador porque siente que agudizó el conflicto y de alguna manera muchos sectores ecuatorianos están afectados.

¿Qué no le gusta a Ecuador del Plan Colombia?
No comparten la prioridad militar, la presencia de Estados Unidos en el conflicto y su presión para que Colombia y los vecinos combatan la droga solamente desde lo militar. No comparten el que Estados Unidos presione a cada país para que se involucren en lo que ellos consideran terrorismo.

Entonces, ¿qué quiere Ecuador?
Ecuador quiere que Colombia oiga sus preocupaciones y entienda que tiene una mirada distinta del conflicto, que Colombia reconozca el esfuerzo que hacen para asumir la responsabilidad en las fronteras, que pare de fumigar, que ayude a la financiación de los costos del manejo de los desplazados y refugiados que hay en Ecuador, que ayude para que en la frontera haya empleo y así evitar que la gente llegue a los negocios ilícitos porque es la única manera de subsistir.

¿Qué dejan esos roces entre ambos países?
Pueden llevar a tensiones mayores. Ahora estamos ante una ausencia del embajador de Ecuador desde diciembre, cuando se reanudaron las fumigaciones. Eso quiere decir que la relación ha llegado al máximo deterioro. Otro síntoma de grandes daños es la interferencia que hace el conflicto colombiano en la vida cotidiana de las poblaciones fronterizas. Ellas son, además, las primeras en vivir las tensiones que se protagonizan desde las capitales porque allí se suspendieron planes de desarrollo que eran de mucho beneficio para ambos países.

¿De quién es la culpa?
Hay responsabilidades de cada lado, pero en primer lugar, de Colombia, porque de la dinámica del conflicto y de su relación con la droga, se generan una serie de tensiones fuertes en la frontera. También porque por medio del Plan Colombia y de la lucha contra los cultivos ilícitos se han perjudicado las poblaciones fronterizas.

Es de Ecuador porque a veces esa “no involucración” con el conflicto es confusa porque hay sectores de Ecuador participando en los cultivos del Putumayo o en lavado de dinero, o en los contrabandos de armas, químicos, en fin. También muchas empresas nutren la economía de guerrillas y paras.

¿Cuál cree que sea entonces la solución?
Los países deben ponerle atención a la frontera para mejorar empleo, porque se están generando redes de negocios ilícitos como única manera de sobrevivir.