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El Sevilla

El campeón pobre

¿Cómo ser campeón con los millones que no se tienen? El Sevilla tiene la respuesta. El club español acaba de ganar su segunda Copa Uefa consecutiva y amenaza con conseguir el triplete obteniendo la Liga y la Copa de su país.

29 de mayo de 2007

El presupuesto del Chelsea asciende a casi 400 millones de euros anuales. Más modestos, Real Madrid y Barcelona cuentan con “solo” 318 y 221 millones. Lejos de estas cifras está la sensación europea del momento, el Sevilla, que con 42 millones de euros para solventar sus gastos está cerrando la mejor temporada de sus 101 años de historia.

En octubre de 2005 el club andaluz celebraba su centenario con un añejo palmarés que necesitaba renovarse. Huérfano de títulos internacionales, su única Liga se remontaba a 1946 y la última de sus tres Copas del Rey, a 1948. Trascurría el tercer año del abogado José María del Nido como presidente de la institución y aunque los triunfos no llegaban, se había logrado sanear la deuda del club de 40 millones de euros y tener un superávit de 30 millones.

Ordenadas las finanzas, era hora de mostrar resultados en la cancha. Años de contratar a viejos jugadores de cartel como Maradona, Bebeto y Prosinecki, más preocupados por cobrar la quincena que por mostrar sus habilidades, y a jóvenes como los uruguayos Marcelo Zalayeta y Nicolás Oliveira habían desgastado al club. Se dice incluso que los dirigentes compraron al volante defensivo argentino Matías Almeyda creyendo que se trataba de un delantero. Víctimas de errores ajenos, los hinchas tenían frescos en la memoria los descensos en 1997 y 2000.

El campanazo

En 2001 el fútbol ibérico celebró el regreso a primera división del tradicional equipo sin saber que estaba a punto de presenciar una época dorada. En las dos primeras temporadas se cumplió con la misión de no perder la categoría, pero para la campaña 2003-2004 los objetivos cambiaron por completo. El 9 de noviembre de 2003 Real Madrid visitó el Ramón Sánchez Pizjuán como líder y salió vapuleado tras comerse cuatro goles.

Ese día, un joven de 19 años llamado José Antonio Reyes se disfrazó de Zidane (el francés estuvo en la cancha pero no se notó), puso dos pases de gol goles, hizo amonestar a Pavón, Raúl Bravo y Guti y enloqueció de furia a los rivales y de felicidad a sus seguidores. A partir de allí, Real se desdibujó tanto que terminó en la cuarta posición, mientras que Sevilla comenzó a ser temido y en esa temporada consiguió la primera de sus cuatro clasificaciones consecutivas a una copa continental.

Pero no pocas cosas han cambiado en el club desde entonces. Las estrellas de ayer no son las misma de hoy. Con una habilidad inusitada para la compra y venta de jugadores, del Nido supo adquirir con 21 años al brasileño Julio Baptista en 2,5 millones de euros y venderlo al Real Madrid en 24,5; igual fue el camino Sergio Ramos, producto de la cantera, que pasó al Santiago Bernabéu por 26 millones de euros con apenas 19 años, mientras que el Arsenal se llevó por 36 millones al también canterano Reyes, llamado “La perla”, que por entonces tenía 20 años.

Otro brasileño, Daniel Alves, costó solo 600.000 euros y hace un año el club no se lo quiso vender al Liverpool en 16 millones. Quien quiera llevarse al tal vez mejor lateral derecho del mundo deberá pagar no menos de 30 millones. Pretendientes no faltan; Liverpool quiere volver a la carga, al tiempo que Real Madrid, Barcelona y Chelsea se apuntan a la puja.

Hora de alzar copas

Idos los músicos, el director de la orquesta buscó otros horizontes. Joaquín Caparrós, técnico que había logrado el ascenso, se marchó a La Coruña en 2005 para ser sucedido por Juande Ramos, conocido por haber llevado al humilde Rayo Vallecano a una Copa Uefa y por haber dirigido anteriormente al Betis, rival de ciudad del Sevilla.

Con una camada de jugadores de bajo costo y el argentino Javier Saviola cedido por el Barcelona, el club se paseó por toda Europa hasta llegar a Eindhoven, Holanda, para ganar su primer título internacional al vencer en la final de la UEFA al Middlesbrough inglés por 4-0. El héroe de aquella noche fue Enzo Maresca, volante italiano que costó apenas dos millones de euros.

Y cuando se pensaba que la dicha no podía ser mayor, la semana pasada llegó la segunda EUFA consecutiva -algo que solo el Real Madrid había conseguido- esta vez obtenida en un durísimo partido en Glasgow ante el Espanyol de Barcelona luego de 120 minutos y ocho cobros desde el punto penal. La figura fue el portero Andrés Palop, que una vez despuntó en el Villarreal pasó al Valencia, donde casi se oxida como suplente de Cañizares. Además de sus decisivas atajadas durante el juego, el hombre de 32 años tuvo restos físicos y mentales para taparle tres penales al rival. Al Sevilla su traspaso no le costó un solo euro.

Entre una copa y otra, el equipo ganó la Supercopa europea (que enfrenta al ganador de Champions contra el de la Uefa) al vencer 3-0 al Barcelona. Varios puntos en común tienen los tres títulos internacionales del club, uno de ellos es Frederic Kanoute, que ha marcado gol en las tres finales mencionadas. Nacido en Francia, juega para Malí, es musulman y con sus 1.92 de altura da la impresión de que en cualquier momento va a caerse. Sin embargo, el delantero ha sacado carné de goleador en todos los clubes donde ha jugado y, como le gusta a del Nido, su pase no fue caro, apenas seis millones de euros.

Pequeño gran hermano

Pese a su presente, el Sevilla es aun subvalorado. Ninguno de sus jugadores fue convocado por España para el Mundial de 2006 y aunque hoy está cerca del liderato en la liga, los especialistas se enfocan casi exclusivamente en el duelo Madrid-Barcelona. Adicional a esto, los andaluces son favoritos para vencer el próximo 23 de junio al Getafe en la final de la Copa del Rey, siendo así el único club de Europa que podría conseguir tres títulos en esta temporada. Diferente piensa la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol -Iffhs- que le dio el premio de mejor equipo del mundo en 2006.

¿Cuál es el secreto de este Sevilla? Nadie lo sabe. Unos apuntan al presidente José María del Nido, otros señalan al banquillo, donde manda Juan de Ramos; no pocos aplauden el espíritu de conjunto y otros resaltan la capacidad de superación de sus jugadores. No falta el loco que le da el crédito al endocrinólogo Antonio Escribano, quien les da a los jugadores una misteriosa papilla revitalizante en el intermedio de los partidos. En todo caso no vale la pena detenerse en minucias, no vaya a ser que distraídos por tanto indagar, los rivales no puedan seguirle el paso.