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Carlos Pizarro, ex dirigente del M-19.

Aniversario

El caso Pizarro

Pese a que este miércoles se cumplieron 16 años del asesinato de Carlos Pizarro, la justicia aún no tiene claro quién lo mandó matar.

Élber Gutiérrez Roa
26 de abril de 2006

La tumba de Carlos Pizarro Leongómez aún es visitada por sus familiares y amigos más allegados. Diez y seis años después de su muerte -a bordo de un avión que lo habría de llevar hacia una gira política por la Costa Atlántica- la justicia sigue buscando al autor intelectual del magnicidio, inicialmente atribuido al extinto narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.

Pizarro fue asesinado el 26 de abril de 1990 cuando viajaba hacia Barranquilla para una correría política relacionada con su candidatura presidencial. Acababa de liderar la desmovilización del movimiento guerrillero M-19 y quería ser presidente de la República por la vía de las urnas. Intempestivamente, un joven que viajaba en una silla trasera se levantó y le disparó con una subametralladora que estaba camuflada en el baño de la aeronave. El homicida fue muerto a su vez por un escolta del DAS, pero la identidad del autor intelectual quedó en el aire.

Las primeras pesquisas apuntaban hacia Pablo Escobar Gaviria. El historial del narcotraficante lo había puesto ya en la mira de la justicia por los atentados contra El Espectador, el DAS y asesinatos como los de los también candidatos presidenciales Luis Carlos Galán (agosto de 1989) y Bernardo Jaramillo (22 de marzo de 1990).

Sin embargo, el caso Pizarro tomó un giro inesperado con la publicación de Mi Confesión, libro en el que el desaparecido jefe paramilitar Carlos Castaño acepta haber dado la orden para matar al ex jefe guerrillero y da nuevas pistas sobre el asesinato. Los ex militantes del M-19 le pidieron a la justicia que incluya el testimonio de Castaño en la investigación pero, con la desaparición del jefe paramilitar, el panorama para el esclarecimiento de lo ocurrido vuelve a tornarse complicado.
 
“No me queda duda de que, teniendo en cuenta la forma como el señor Castaño se expresa de Carlos Pizarro y lo que dice de él, haya sido Castaño quien lo mandó a matar”, señala 16 años después Laura García, quien fuera la compañera sentimental de Pizarro al momento de su muerte.

Los ex guerrilleros del M-19 tienen su versión sobre lo ocurrido: “A Pizarro lo mató una alianza entre paramilitares y funcionarios del DAS”, sostiene el representante Gustavo Petro. Según las investigaciones de los ex compañeros del Pizarro, la banda de los Pepes (a la cual pertenecían Castaño y su familia) tuvo alianzas con algunos sectores del Estado para acabar con Pablo Escobar Gaviria y con los candidatos presidenciales que como Pizarro, eran “una amenaza contra la derecha del país”.

No obstante, la confesión de Castaño en su libro aduce razones muy distintas a las expresadas por Petro, pues acusa a Pizarro de haber pertenecido al cartel de Medellín. “Él da esa razón porque es la que le conviene –sostiene Petro- pero con su confesión queda claro que él fue el autor intelectual. Además, queda en evidencia que es más eficaz la declaración de un paramilitar que la celeridad en las investigaciones de la Fiscalía”.

El congresista del Polo Democrático aseguró, además, que en la investigación interna realizada por el M-19 descubrieron que uno de los escoltas de Pizarro en el momento de su asesinato se vinculó posteriormente a un grupo paramilitar.

Semana.com averiguó por el estado del proceso y encontró que el caso salió de la Fiscalía y está para etapa de juicio. Pero la Fiscalía no reveló cual fue su decisión.  “No nos han querido decir qué fue lo que pasó, la historia se quedó ahí, en el vacío y no nos dan razón”, enfatizó otro familiar de Pizarro que acudió este miércoles a su tumba para llevarle flores y decir una oración.

“Es claro que el caso va a terminar en la impunidad. Y así va a ocurrir porque a mucha gente no le conviene que se sepa lo que pasó. Por eso tanto misterio para hablar sobre el proceso”, agregó Petro, quien en 1997 lideró una comisión para pedirle a la Fiscalía celeridad en las investigaciones.

Entre tanto, la mujer y la hija del guerrillero que pactó la paz con el gobierno de Virgilio Barco y que sólo pudo disfrutar durante 50 días de su condición de reinsertado acuden año tras año a su tumba para contarle lo que ha sido de sus vidas. En esta ocasión le dijeron que Laura está a punto de graduarse de una especialización en gestión Pública y que María del Mar (la hija) comenzó a estudiar ciencias políticas. Del proceso judicial por el homicidio prefieren no hablar.