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Pieza de "Masa Crítica", obra de Fernando Uhía.

El Jaramillo detrás del Caballero

Arranca la cuarta versión del Luis Caballero. Semana.com habló con su creador, Jorge Jaramillo, quien además fue jurado de selección para la presente edición. El premio en pasado y presente.

Olga Lucía Lozano G.
7 de julio de 2006

Johanna Calle, Alberto Baraya y seis artistas colombianos más fueron seleccionados para participar en el ciclo de exposiciones de la cuarta versión del Premio Luis Caballero, que se inaugura esta noche con la obra "Masa Crítica", de Fernando Uhía y se extenderá hasta julio del próximo año.

Ellos, como en su momento lo hicieron otros nombres que se han convertido en referente de la plástica nacional, presentarán en la galería Galería Santa Fe proyectos diseñados específicamente para esta convocatoria, una de las pocas orientadas a artistas nacionales de mediana trayectoria.

Precisamente, esta última característica ha convertido al Premio en uno de los certámenes más importantes de la agenda artística colombiana. El que en él únicamente participen artistas mayores de 35 años (quienes ya han alcanzado cierta madurez profesional) y el que les permita, gracias a la financiación que brinda el Instituto Distrital de Cultura y Turismo (organizador del evento) a los seleccionados, desarrollar proyectos que en muchos casos escapan a las condiciones comerciales de las galerías o la estrecha mirada curatorial de algunos otros espacios, ha permitido al público ver obras de gran factura que de otra manera quizá nunca habrían realizado.

Jorge Jaramillo, gestor cultural que en la década del noventa tomó parte en la creación del Luis Caballero y que es jurado en la presente edición, señala esas condiciones como dos de las que mayor relevancia han dado al certamen pese a su corta existencia. De hecho, parte de la motivación para darle vida fue abrir espacios a artistas con cierta trayectoria que ya no encontraban espacio entre tantos salones de arte joven.

“Varias circunstancias motivaron la creación del Premio. Por una parte, la gran recesión económica por la que pasó el país en los noventa dio lugar a que las galerías cerraran, restringieran su actividad o se trasladaran a espacios más pequeños. Y simultáneamente, todos los esfuerzos institucionales estaban volcados a apoyar y fomentar el arte joven en todo el país. Eso dejaba en una especie de limbo a los artistas que ya habían estado vinculados a las galerías. Por eso, consideramos que era importante ampliar los beneficiarios de las políticas de fomento del Estado porque no había una que apoyara a los artistas profesionales”, dice Jaramillo.

Según él, en ese momento se consideraba que era suficiente ser un artista profesional y estar vinculado a los espacios comerciales de exhibición, aunque muchos tuvieran que dedicarse a actividades paralelas para poder desarrollar su trabajo de creación. A esas razones se sumó una preocupación particular por el público y lo que se le ofrecía. “En la Galería Santa Fe llevábamos cinco años trabajando básicamente con jóvenes y pensamos que era importante empezar a cualificar la oferta hacia el público. Siempre pensamos en apoyar a los artistas y esa preocupación hizo que se descuidara lo que se le ofrecía a los espectadores. Eso hoy sigue pasando en varias instituciones”, comenta Jaramillo.

Entre profesionales

Luego de tener claras las motivaciones para crear un mecanismo que permitiera apoyar a creadores con trayectoria, había que definir otros puntos en torno al Premio. El primero era definir exactamente qué es un artista profesional o qué se puede considerar como tal. Ante ese cuestionamiento surgió la idea de exigir que estuvieran activos y tuvieran por lo menos dos exposiciones individuales en los últimos cinco años, la cual parece una condición sencilla, pero en nuestro medio es bastante complicada de cumplir. “Ese es un filtro bastante grande, aún hoy muchos artistas ni siquiera se pueden presentarse porque no cumplen ese requisito”.

Superado ese aspecto, según Jorge Jaramillo, había que lograr que artistas de ese nivel aceptaran participar en un concurso. “Los artistas profesionales generalmente son reacios a participar en ese tipo de eventos por los señalamientos de quién gana y quién pierde. Había que presentar, entonces, una cosa que rompiera con la cotidianidad de su trabajo y les permitiera abordar proyectos que usualmente no podían hacer por limitaciones económicas o condicionamientos de las galerías con las que trabajan. Se salvó el inconveniente de ganadores y perdedores generando un concurso donde todo el que quede seleccionado ya es ganador, saliéndonos, además, del esquema de la competición de obras y se crearon las bolsas de trabajo”.

Así se configuró la personalidad del Luis Caballero. Un concurso en el que se seleccionan varios artistas, según las propuestas que presentan para ser desarrolladas en la Santa Fe, a quienes se les entrega una cifra como reconocimiento para que puedan darle vida al proyecto y exhibirlo. Este año, los ocho nominados recibieron, cada uno, once millones y medio de pesos y al final, el ganador, recibirá cincuenta millones de pesos como premio.

Bajo estas condiciones, en la primera edición pasaron artistas como Nadín Ospina, Luis Fernando Peláez y Víctor Laignelet (que resultó ganador en 1998), entre otros. “Lo importante del Luis Caballero no es haber contribuido a visibilizar creadores porque los que participan tienen trayectorias conocidas. Sino que además de hacer visibles proyectos que nunca habrían podido mostrar en los sitios donde habitualmente, el premio ha ido marcando un relevo generacional. Si miramos los artistas que participaron en la primera versión son hoy considerados los grandes maestros del arte colombiano. Y los de ahora, son los que en esa época salieron de todo ese movimiento de salones de arte joven”, dice Jaramillo.

En las versiones anteriores, por ejemplo, participaron Luis Fernando Roldán (ganador en el 2002), Ana Patricia Palacios, Juan Fernando Herrán, Jaime Ávila y Elvira Escallón, ganadora de la versión anterior, entre otros.

Todo ello ha llevado al Caballero a constituirse en una de las convocatorias más importantes en el país. En especial ahora que eventos como el Salón Nacional parecieran perder interés entre los artistas y el público. “Este premio es un reconocimiento a la permanencia. Los salones en cambio siempre tuvieron como propósito descubrir nuevos nombres. Hace unos veinte años, se consideraba un verdadero logro ser seleccionado para participar en un Nacional y quien ganaba llegaba a un escalón más alto. Eso se fue desdibujando por el agotamiento del diseño mismo del Salón. El Luis Caballero lo que ha conseguido es refrescar ese ambiente”.

Versión 2006

En esta versión, al lado de Antonio Caro y Mónica Vorbeck, su compañeros del  jurado, tomo parte en la selección de las ocho propuestas nominadas. Aunque no recuerda con exactitud el número exacto de artistas que se presentaron a la convocatoria (“alrededor de 35 o 40”), si tiene claros los criterios que se siguieron a la hora de elegir a los participantes. “Lo que nos interesaba era señalar unos proyectos que cubrieran un espectro muy amplio de lo que es la producción artística en este momento. En ese sentido, había una idea próxima a lo curatorial que se dirigía a poder tener una gran variedad de proyectos que apuntaran en muchas direcciones y que, de alguna manera, reflejaran la pluralidad de lo que ha caracterizado al arte colombiano de los últimos años”.

En concepto de Jaramillo, lo que caracteriza a los seleccionados es que más que inscribirse muy fuertemente dentro de alguna de las tendencias marcadas en el presente, su trabajo corresponde a investigaciones personales. Proyectos en los que sobresale el rigor y la disciplina de los artistas.

“Si se ve a un artista como Miguel Huertas, que se ha movido más dentro de la docencia, su trabajo es silencioso y marginal de alguna manera, pero muy riguroso, muy pensado. Igual ocurre, por ejemplo, con Beatriz Eugenia Díaz. Entonces no nos movió sólo que tuvieran una aparición permanente o una gran producción”.

La lista completa de los artistas que estarán presentes en est edición es: Fernando Uhía, quien exhibe a partir del 7 de julio su trabajo “Masa Crítica”, Alberto Baraya con “Expedición Bogota”, desde el 11 de agosto y Luz Ángela Lizarazo con “De Tripas Corazón”, desde el 15 de septiembre. Miguel Huertas expondrá “Ámbitos” desde el 20 de octubre y en adelante lo harán Édgar Guzmán, Humberto Junca, Beatríz Eugenia Díaz y Johana Calle.

Cuando se le pregunta a Jaramillo sobre lo que verá el público en la galería durante la realización del Caballero, no puede predecir lo qué va a pasar. ”Es uno de los retos que implica el ser jurado del Luis Caballero porque uno está juzgando un proyecto, pero entre su formulación y su puesta en espacio seguramente va a haber muchos cambios. Ahí es donde está el reto para los mismos artistas de poder mejorar lo propuesto o ceñirse de manera muy precisa a eso que tenían como idea. Es muy difícil realmente apostar por qué va a pasar”.