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El londinense que vino de Santa Rosa

Esta semana, el gobierno francés le concederá a Bernardo Hoyos, actual director de la Emisora de la Tadeo, la condecoración "Comendador de la orden de artes y letras". El periodista Oscar Domínguez escribe un perfil del hombre que ha hecho grandes aportes al periodismo cultural de este país.

Oscar Domínguez G*
30 de marzo de 2003

El maestro Bernardo Hoyos es el único londinense hecho en Santa Rosa de Osos, Antioquia, donde nació "a muy temprana edad" en 1934. Desde chiquito, fue arrullado por las homilías político-religiosas de monseñor Miguel Angel Builes y bebió los primeros teterados culturales en los versos de su coterráneo Porfirio Barba Jacob.

Con sus paisanos el "Transeúnte" Rogelio Echavarría y el poeta y novelista Darío Jaramillo, subdirector cultural del Banco de la República, integra la trinidad bendita de la intelectualidad santarrosana.

Bernardo no tiene hoja de vida sino prontuario cultural. Cuando desempeñaba a fondo el lacrimógeno oficio de bebé, no berriaba: lloraba en fa mayor. Desde entonces le viene su devoción por la música clásica, algo que se le nota al salir de casa, al entrar a las iglesias, al comer y al dormir... y en el nombre de Juan Sebastián el vástago que tuvo con misiá Constanza.

Estos rotundos fa mayor fueron la cuota inicial de programas suyos en RTI como Palco de Honor, Libros y Lectores y Esta es su vida; y de sus colaboraciones en la Radio Nacional y en la Emisora de la Tadeo -su actual director- que le han merecido el premio Seguros Bolívar Radio Cultural 1983 y otro premio de los mismos por TV Cultural 1987.

Hoyos, improvisador feliz, tampoco tiene árbol genealógico sino pentagrama en el que hay un espermatozoide prófugo pues muy rápido le quedó chiquita Santa Rosa de Osos. Como no cabía en el cuero se salió de él y se dedicó a buscar una ciudad del mundo que reuniera dos condiciones: que le diera la talla en sus aspiraciones culturales y donde le sirviera la ropa de su frío pueblo natal.

En un bus escalera arrancó para Medellín con los bolsillos repletos de ilusiones, tres kilos de asombro, media tonelada de nostalgias, una hermosa voz que es su pasaporte al mundo y hartos chorizos y pandequesos, dos de las exquisiteces de la gastronomía santarrosana.

Aquí que no peco, dijo una vez instalado en la Bella Villa de Medellín, donde abrió plaza graduándose de abogado (1958) en la Universidad Pontificia Bolivariana, con una tesis que mereció tirón de orejas de honor y publicación en la revista de la Universidad: "El derecho en la España Visigótica y la obra jurídica de San Isidoro de Sevilla". (Bernardo no lo dice pero de San Isidoro es ésta frase: el hombre que no ríe es capaz de matar a su mamá).

De tanto oírlo hablar, a "Nos" Félix Henao, a la sazón rector magnífico de la UPB, seguramente datiado por el Espíritu Santo, se le prendió el bombillo y lo animó a que trabajara en la emisora de la Universidad sin desviarse del camino del derecho.

Pero la eterna primavera de Medellín era poco para Bernardo. Entonces se dedicó a perseguir las cuatro estaciones. Se metió entre sus zapatos finos, mandados a hacer porque la elegancia siempre lo ha perseguido, y a bordo de sí mismo, arrancó para Dallas, Texas, Estados Unidos. En la Fullbright Scholar hizo un master en derecho comparado.

Pero nada que encontraba la ciudad gemela de Santa Rosa. Metió sus corotos en otra maleta y arrancó para un viaje de "observación personal" a Europa. (Durante varios años estiró las piernas como director de relaciones públicas de Pan American Life Ins. Co. para América Latina en Nueva Orleáns y como director de relaciones públicas de Bavaria en Bogotá. Que no falte una activa primaria como ejecutivo de Atlas y McCann Ericcson).

El hombre fuerte de Santa Rosa ya está en Europa. París le dio en la torre Eiffel de su gusto exquisito pero Londres le dio no sólo en la cabeza sino en el corazón. Y le servía la ropa de Santa Rosa. Se quedó allí. En reciprocidad, Bernardo hablaría inglés con acento montañero y español con acento de la City inglesa.

Ya para entonces había aprendido a amar en francés, a roncar en inglés y refinó su antioqueño de Santa Rosa. Tanto que fundó algo así como una Asociación Mundial de Conversadores en Idioma Antioqueño en el Exterior, Amciae, que se reunía periódicamente en alguna metrópoli europea con un solo propósito: hablar de "qu'ihubo, pues", "no cierto", "qué pecado", "no siás bobo", "bruta, qué impresión", "no jodás", "eavemaría".

Tanto trote en las distintas artes le mereció otro título adicional: el de mejor conversador de la comarca. Encantador de serpientes, habla despacio, pausado, clarito, como cuando a través de la BBC, de Londres, se dirigía al oído real de su majestad Isabel II para contarle las noticias en su condición de colaborador permanente del servicio para América Latina. Para él, todos sus oyentes de la emisora de la Tadeo son Isabeles de primera.

Europa lo convierte en uno de los poquísimos colombianos que sabe cuál es el vino, el carrizo, el perfume, la mirada, el traje, la mujer del prójimo y la música del renacimiento ideales para acompañar una langosta al almuerzo. Bernardo adquiere más hoja de vida que una mujer fatal.

Con el tiempo y un palito está de regreso a Bogotá donde se convierte en Don Bernardo. El Don es el apelativo que patentó la Academia Colombiana de la Lengua para designar a sus nuevos miembros. Don Bernardo hace tiempos alcanzó la dignidad de los altares de la "docta Academia" como la denominó un miembro honorario, Don Belisario Betancur, viudo, poeta y marido reincidente, al presentarlo en la sociedad de los académicos vivos. La noche que se recibió como académico, partiendo de una evocación de la película "Días de radio", de Woody Allen, "tuitica" Santa Rosa, familiares, amigos, colegas, admiradores, hicieron vehemente silencio para escucharlo primero y bebérselo después. El recipiendario siempre paga la cuenta.

Con razón la embajada de Francia decidió darle la condecoración "Comenador de la orden de artes y letras" a este hombre que tira línea cultural las 24 horas del día en los 106.8 FM de la Emisora de la Tadeo que este año cumple 20 al aire. ¡God save Bernardo!

*Periodista