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En la forntera entre México y Estados Unidos son muchos los inmigrantes que intentan pasar ilegalmente. No hay cifras exactas debido a que no existe un registro.

REPORTAJE

El ‘paraíso travel’ de Jhon Franco

En las salas de cine se estrena la película ‘Paraíso Travel’, basada en el drama de los colombianos que buscan llegar a Estados Unidos a través del ‘hueco’. Semana.com buscó la historia real de un inmigrante que cuenta su aventura para cumplir el sueño americano.

Ana María Cataño B
16 de enero de 2008

Jhon esperó por horas bajo la lluvia. Los ‘coyotes’ prometieron que solamente tendrían que cruzar una pequeña quebrada y al instante estarían en tierra americana. Pero no fue así. La quebrada se creció y era casi imposible llegar a la otra orilla, en el intento dos personas murieron y Jhon Franco, cansado de esperar, se entregó a las autoridades migratorias de Estados Unidos.

En 1991, cuando tenía 23 años, en medio del desespero de vivir en un país que pocas oportunidades le ofrecía, decidió intentar cumplir el sueño americano. Sin ánimo de realizar los trámites correspondientes para obtener la visa, se arriesgó a pagarle más de 3 mil dólares a una agencia de viajes que tiene por negocio entrar inmigrantes ilegales por la frontera mexicana.

Según estudios realizados por el Dane, en el censo del año 2005 se encontró que alrededor de 3.331.107 colombianos viven en el exterior. De este porcentaje, el 35 por ciento viven en Estados Unidos y el 23 por ciento están radicados en España. Sin embargo, estas cifras no son del todo exactas debido a que muchos de quienes emigran lo hacen de manera ilegal, sin dejar registros de su traslado. Actualmente, entrar a Estados Unidos por el ‘hueco’ tiene un costo que oscila entre los 25 y 27 millones de pesos.

Él lo intentó tres veces. “Al salir de Medellín todo empieza a complicarse y nada es como lo pintan”, afirma Jhon Franco. “La primera vez, llegué hasta Guatemala, pero de ahí me devolvieron porque no quise pagar 30 dólares que me estaban cobrando de más, los encargados de pasarnos siempre se aprovechan de nuestros inmensos deseos de llegar”. La segunda vez, también lo devolvieron, pero desde San Andrés. Hasta que en su último intento, por fin logró entrar al Salvador y de ahí viajó por tierra hasta Estados Unidos, pasando por Guatemala y México.

Franco tiene el mismo apellido del autor que recrea su historia, y aunque no es el protagonista del libro, ni de la película, sí es una persona que vivió en carne propia lo que es convertirse en un inmigrante ilegal en los Estados Unidos.

Jorge Franco, autor del libro homónimo de la película, nunca imaginó que un sueño llegaría a convertirse en la historia que retrataba la vida de tantas personas. “Siempre tuve una inquietud por lo inmigrantes. Viví en Londres, y aunque mis condiciones eran muy diferentes a las de los ilegales, de alguna manera me identificaba con ellos. Un país diferente al de mi origen, donde se habla otro idioma, en donde el clima cambia cada tres meses y todo lo que compone la identidad cultural está a kilómetros, casi inalcanzable”.

El recorrido duró dos meses en total. Durante el viaje terrestre, que comprendió Salvador, Guatemala y México, estuvieron prácticamente secuestrados. Las condiciones eran precarias, al llegar al sitio donde descansaban los encerraban bajo llave, comían lo típico de cada región, tamales, frijoles y muchas tortillas, todo suministrado por quienes se encargaban de esconderlos.

Al entrar en territorio americano tenían que esperar hasta que la ‘migra’ se cansara de buscar inmigrantes. Así pasaron varios días, pero Jhon se cansó y decidió entregarse. “Me metieron a la cárcel durante algunos días, luego me propusieron pagar una multa para poder salir en libertad mientras me llamaban de los tribunales en donde se decidiría mi situación”. Él pagó la multa, pero cuando lo llamaron, nunca se presentó, porque sabía que lo más posible era que lo devolvieran a Colombia. “Ya estando libre, conseguí documentos ilegales y empecé a trabajar”.

Jhon Franco vivió 14 años en Nueva York, también en Manhattan como lo hacen la mayoría de latinos que emigran a la ‘gran manzana’. Él asegura que sí hizo realidad su sueño americano. “Primero trabajé en una compañía que ensamblaba instrumentos quirúrgicos, luego en la industria de la música y en ambas me fue muy bien. En el tiempo que estuve allá conocí muy buenos amigos americanos, ellos me abrieron las puertas de su país”.

Cenia Gómez, antropóloga de la Universidad de Antioquia, ha estudiado de cerca el fenómeno de las migraciones internacionales. En Colombia particularmente este se acentúa en regiones como Antioquia y el Eje Cafetero, en donde se registra el mayor número de inmigrantes. Ella se concentró especialmente en el municipio de Don Matías. “Sin exagerar, más de un 50 por ciento de la población ‘donmatieña’ vive en Estados Unidos, sobre todo en Boston, en donde está conformada una gran red social”.

Y es precisamente gracias a estas redes sociales que la tendencia aumenta, pues en la mayoría de los casos, las personas que se animan a emigrar lo hacen por invitación de un amigo o familiar que lo ha hecho previamente.

Esto no solo se hace evidente en la sociedad, también en la economía nacional. El estudio realizado por la antropóloga encontró que las remesas que llegan a Colombia superan a las divisas generadas por el café y únicamente son menores que lo generado por el petróleo.

Para Simón Brand, director de la película, ésta más allá de ser una historia de amor, es también la historia de los inmigrantes ilegales, un tema que sigue latente y que toca a todos los latinoamericanos. “Así como a todos nos toca el amor, este drama social también le llega a todo el público”.

Hace dos años y medio que Jhon Franco regresó a Colombia, ya cansado de trabajar. Ahora, extrañando su vida americana, se estableció definitivamente en Medellín, en donde vive de lo que ahorró durante 14 años.