Home

On Line

Artículo

entrevista

"El periodismo no es sólo contar lo que hacen los poderosos"

María Inés McCormick habló en Buenos Aires con Alicia Cytrynblum, directora de Periodismo Social, una asociación que busca educar a los periodistas en el cubrimiento de temas sociales.

María Inés McCormick
26 de agosto de 2005

dista empezó a sentir que no conoce a todos los actores y que necesita sumar nuevas fuentes.

Semana.com: ¿Cómo se han integrado estos nuevos actores sociales?
A.C.: Una de las primeras medidas que adoptó el gobierno de Kirchner fue el cambio en la forma de elección de los jueces de la Corte Suprema. El Presidente tomó la propuesta de seis organizaciones sociales independientes, apolíticas, que venían trabajando en este tema hacía muchos años. Un problema institucional severo terminó tomando el cuerpo de la propuesta de las organizaciones sociales. Esto es una novedad. Lo mismo ocurrió con el desarrollo del programa nacional contra el analfabetismo, que se basó en el trabajo de Barrios de Pie, una organización piquetera que estaba trabajando en 11 provincias capacitando gente. Estamos viendo cómo las organizaciones sociales no solamente entienden la urgencia y trabajan en lo solidario, sino que tienen impacto en la vida pública y la institucional.

Semana.com: Los medios suelen publicar historias solidarias sobre  héroes anónimos, personas que hacen cosas por su comunidad. ¿No es una forma de cubrir lo social?
A.C.:  Yo no estoy feliz con ese tipo de tratamiento porque se toma a esa persona y se le limpia de una trayectoria política. Se los angeliza. En mi carrera entrevisté a mas de 500 líderes sociales y se parecen muy poco a esas personas estereotipadas, que son tan, pero tan buenas, que no se parecen a nadie y que tampoco generan el deseo de imitación porque nadie se siente tan bueno. No son ángeles. Son seres comunes y corrientes que tienen un profundo deseo de cambiar la realidad. Al no conocer el tipo de trabajo que se hace en las organizaciones sociales, los periodistas hacen una lectura ingenua desde lo religioso y no desde la acción social. 

Semana.com: Entonces, ¿qué tipo de historias se deberían contar?
A.C.:  En Argentina hay 105.000 organizaciones, 500.000 personas trabajando empleadas. Creo que no saber algo que implica la actividad de un 25 por ciento de la población es no saber algo muy importante de la realidad. Nuestra idea es formar docentes que puedan entender de qué manera una nota no está terminada si no articula los temas sociales con los temas de política y economía. Por ejemplo, cuando hablamos de la licitación de una obra pública, debemos incluir como fuentes a las organizaciones sociales de vecinos, a las de medio ambiente, etc. Los medios de comunicación debemos contar no sólo lo que hace el poder sino lo que pasa en la realidad. Si no hay un cambio, estaremos perdiendo lectores.

Semana.com: ¿El periodismo puede, sin querer, fomentar los prejuicios?
A.C.:  Nuestra profesión genera ideología. Cuando nosotros elegimos una fuente policial y no ponemos una fuente que sea social o de defensa de los derechos humanos, estamos influyendo fuertemente en la ideología. Cuando no contextualizamos las noticias, cuando bajamos información directamente de uno de los dos bandos y no ponemos un poco de sensatez en nuestras crónicas, estamos produciendo ideología, y eso mata.
Nosotros medimos dentro de las noticias publicadas en 12 diarios argentinos que los niños y los jóvenes son cinco veces más víctimas  de violencia que agentes de violencia. Sin embargo, cuando son agentes de violencia van en la página de portada, y cuando son víctimas de violencia, van en las páginas interiores. Es decir, se promueve un estereotipo de joven en situación de pobreza, violento, del cual hay que tener miedo. Sin embargo, están cinco veces más en peligro que lo que son peligrosos.

Semana.com: ¿Así de mal están los medios?
A.C.: Hay quienes piensan que los medios son un gran pulpo que no deja crecer las otras voces y que son una especie de mal del planeta. Y estamos aquellos que creemos que, si bien hay algo de razón en esto, también tienen una oportunidad de mejorarse. Yo creo plenamente en una confluencia de medios de comunicación masivos y medios alternativos.  El periodismo, en general, se ejerce en medios de comunicación donde hay un montón de limitaciones, donde hay una línea ideológica. Pero dentro de esas limitaciones nosotros podemos ampliar nuestra área de libertad, podemos llamar a más fuentes de las que tenemos en nuestra agenda, podemos hacer más preguntas, brindar más servicios, estar más formados, ser responsables sobre lo que escribimos.
Tenemos que tener preguntas y no respuestas porque si tenemos respuestas, ya no somos periodistas. Pienso que esa es la clave. seguir haciéndonos preguntas.

dista empezó a sentir que no conoce a todos los actores y que necesita sumar nuevas fuentes.

Semana.com: ¿Cómo se han integrado estos nuevos actores sociales?
A.C.: Una de las primeras medidas que adoptó el gobierno de Kirchner fue el cambio en la forma de elección de los jueces de la Corte Suprema. El Presidente tomó la propuesta de seis organizaciones sociales independientes, apolíticas, que venían trabajando en este tema hacía muchos años. Un problema institucional severo terminó tomando el cuerpo de la propuesta de las organizaciones sociales. Esto es una novedad. Lo mismo ocurrió con el desarrollo del programa nacional contra el analfabetismo, que se basó en el trabajo de Barrios de Pie, una organización piquetera que estaba trabajando en 11 provincias capacitando gente. Estamos viendo cómo las organizaciones sociales no solamente entienden la urgencia y trabajan en lo solidario, sino que tienen impacto en la vida pública y la institucional.

Semana.com: Los medios suelen publicar historias solidarias sobre  héroes anónimos, personas que hacen cosas por su comunidad. ¿No es una forma de cubrir lo social?
A.C.:  Yo no estoy feliz con ese tipo de tratamiento porque se toma a esa persona y se le limpia de una trayectoria política. Se los angeliza. En mi carrera entrevisté a mas de 500 líderes sociales y se parecen muy poco a esas personas estereotipadas, que son tan, pero tan buenas, que no se parecen a nadie y que tampoco generan el deseo de imitación porque nadie se siente tan bueno. No son ángeles. Son seres comunes y corrientes que tienen un profundo deseo de cambiar la realidad. Al no conocer el tipo de trabajo que se hace en las organizaciones sociales, los periodistas hacen una lectura ingenua desde lo religioso y no desde la acción social. 

Semana.com: Entonces, ¿qué tipo de historias se deberían contar?
A.C.:  En Argentina hay 105.000 organizaciones, 500.000 personas trabajando empleadas. Creo que no saber algo que implica la actividad de un 25 por ciento de la población es no saber algo muy importante de la realidad. Nuestra idea es formar docentes que puedan entender de qué manera una nota no está terminada si no articula los temas sociales con los temas de política y economía. Por ejemplo, cuando hablamos de la licitación de una obra pública, debemos incluir como fuentes a las organizaciones sociales de vecinos, a las de medio ambiente, etc. Los medios de comunicación debemos contar no sólo lo que hace el poder sino lo que pasa en la realidad. Si no hay un cambio, estaremos perdiendo lectores.

Semana.com: ¿El periodismo puede, sin querer, fomentar los prejuicios?
A.C.:  Nuestra profesión genera ideología. Cuando nosotros elegimos una fuente policial y no ponemos una fuente que sea social o de defensa de los derechos humanos, estamos influyendo fuertemente en la ideología. Cuando no contextualizamos las noticias, cuando bajamos información directamente de uno de los dos bandos y no ponemos un poco de sensatez en nuestras crónicas, estamos produciendo ideología, y eso mata.
Nosotros medimos dentro de las noticias publicadas en 12 diarios argentinos que los niños y los jóvenes son cinco veces más víctimas  de violencia que agentes de violencia. Sin embargo, cuando son agentes de violencia van en la página de portada, y cuando son víctimas de violencia, van en las páginas interiores. Es decir, se promueve un estereotipo de joven en situación de pobreza, violento, del cual hay que tener miedo. Sin embargo, están cinco veces más en peligro que lo que son peligrosos.

Semana.com: ¿Así de mal están los medios?
A.C.: Hay quienes piensan que los medios son un gran pulpo que no deja crecer las otras voces y que son una especie de mal del planeta. Y estamos aquellos que creemos que, si bien hay algo de razón en esto, también tienen una oportunidad de mejorarse. Yo creo plenamente en una confluencia de medios de comunicación masivos y medios alternativos.  El periodismo, en general, se ejerce en medios de comunicación donde hay un montón de limitaciones, donde hay una línea ideológica. Pero dentro de esas limitaciones nosotros podemos ampliar nuestra área de libertad, podemos llamar a más fuentes de las que tenemos en nuestra agenda, podemos hacer más preguntas, brindar más servicios, estar más formados, ser responsables sobre lo que escribimos.
Tenemos que tener preguntas y no respuestas porque si tenemos respuestas, ya no somos periodistas. Pienso que esa es la clave. seguir haciéndonos preguntas.

dista empezó a sentir que no conoce a todos los actores y que necesita sumar nuevas fuentes.

Semana.com: ¿Cómo se han integrado estos nuevos actores sociales?
A.C.: Una de las primeras medidas que adoptó el gobierno de Kirchner fue el cambio en la forma de elección de los jueces de la Corte Suprema. El Presidente tomó la propuesta de seis organizaciones sociales independientes, apolíticas, que venían trabajando en este tema hacía muchos años. Un problema institucional severo terminó tomando el cuerpo de la propuesta de las organizaciones sociales. Esto es una novedad. Lo mismo ocurrió con el desarrollo del programa nacional contra el analfabetismo, que se basó en el trabajo de Barrios de Pie, una organización piquetera que estaba trabajando en 11 provincias capacitando gente. Estamos viendo cómo las organizaciones sociales no solamente entienden la urgencia y trabajan en lo solidario, sino que tienen impacto en la vida pública y la institucional.

Semana.com: Los medios suelen publicar historias solidarias sobre  héroes anónimos, personas que hacen cosas por su comunidad. ¿No es una forma de cubrir lo social?
A.C.:  Yo no estoy feliz con ese tipo de tratamiento porque se toma a esa persona y se le limpia de una trayectoria política. Se los angeliza. En mi carrera entrevisté a mas de 500 líderes sociales y se parecen muy poco a esas personas estereotipadas, que son tan, pero tan buenas, que no se parecen a nadie y que tampoco generan el deseo de imitación porque nadie se siente tan bueno. No son ángeles. Son seres comunes y corrientes que tienen un profundo deseo de cambiar la realidad. Al no conocer el tipo de trabajo que se hace en las organizaciones sociales, los periodistas hacen una lectura ingenua desde lo religioso y no desde la acción social. 

Semana.com: Entonces, ¿qué tipo de historias se deberían contar?
A.C.:  En Argentina hay 105.000 organizaciones, 500.000 personas trabajando empleadas. Creo que no saber algo que implica la actividad de un 25 por ciento de la población es no saber algo muy importante de la realidad. Nuestra idea es formar docentes que puedan entender de qué manera una nota no está terminada si no articula los temas sociales con los temas de política y economía. Por ejemplo, cuando hablamos de la licitación de una obra pública, debemos incluir como fuentes a las organizaciones sociales de vecinos, a las de medio ambiente, etc. Los medios de comunicación debemos contar no sólo lo que hace el poder sino lo que pasa en la realidad. Si no hay un cambio, estaremos perdiendo lectores.

Semana.com: ¿El periodismo puede, sin querer, fomentar los prejuicios?
A.C.:  Nuestra profesión genera ideología. Cuando nosotros elegimos una fuente policial y no ponemos una fuente que sea social o de defensa de los derechos humanos, estamos influyendo fuertemente en la ideología. Cuando no contextualizamos las noticias, cuando bajamos información directamente de uno de los dos bandos y no ponemos un poco de sensatez en nuestras crónicas, estamos produciendo ideología, y eso mata.
Nosotros medimos dentro de las noticias publicadas en 12 diarios argentinos que los niños y los jóvenes son cinco veces más víctimas  de violencia que agentes de violencia. Sin embargo, cuando son agentes de violencia van en la página de portada, y cuando son víctimas de violencia, van en las páginas interiores. Es decir, se promueve un estereotipo de joven en situación de pobreza, violento, del cual hay que tener miedo. Sin embargo, están cinco veces más en peligro que lo que son peligrosos.

Semana.com: ¿Así de mal están los medios?
A.C.: Hay quienes piensan que los medios son un gran pulpo que no deja crecer las otras voces y que son una especie de mal del planeta. Y estamos aquellos que creemos que, si bien hay algo de razón en esto, también tienen una oportunidad de mejorarse. Yo creo plenamente en una confluencia de medios de comunicación masivos y medios alternativos.  El periodismo, en general, se ejerce en medios de comunicación donde hay un montón de limitaciones, donde hay una línea ideológica. Pero dentro de esas limitaciones nosotros podemos ampliar nuestra área de libertad, podemos llamar a más fuentes de las que tenemos en nuestra agenda, podemos hacer más preguntas, brindar más servicios, estar más formados, ser responsables sobre lo que escribimos.
Tenemos que tener preguntas y no respuestas porque si tenemos respuestas, ya no somos periodistas. Pienso que esa es la clave. seguir haciéndonos preguntas.

dista empezó a sentir que no conoce a todos los actores y que necesita sumar nuevas fuentes.

Semana.com: ¿Cómo se han integrado estos nuevos actores sociales?
A.C.: Una de las primeras medidas que adoptó el gobierno de Kirchner fue el cambio en la forma de elección de los jueces de la Corte Suprema. El Presidente tomó la propuesta de seis organizaciones sociales independientes, apolíticas, que venían trabajando en este tema hacía muchos años. Un problema institucional severo terminó tomando el cuerpo de la propuesta de las organizaciones sociales. Esto es una novedad. Lo mismo ocurrió con el desarrollo del programa nacional contra el analfabetismo, que se basó en el trabajo de Barrios de Pie, una organización piquetera que estaba trabajando en 11 provincias capacitando gente. Estamos viendo cómo las organizaciones sociales no solamente entienden la urgencia y trabajan en lo solidario, sino que tienen impacto en la vida pública y la institucional.

Semana.com: Los medios suelen publicar historias solidarias sobre  héroes anónimos, personas que hacen cosas por su comunidad. ¿No es una forma de cubrir lo social?
A.C.:  Yo no estoy feliz con ese tipo de tratamiento porque se toma a esa persona y se le limpia de una trayectoria política. Se los angeliza. En mi carrera entrevisté a mas de 500 líderes sociales y se parecen muy poco a esas personas estereotipadas, que son tan, pero tan buenas, que no se parecen a nadie y que tampoco generan el deseo de imitación porque nadie se siente tan bueno. No son ángeles. Son seres comunes y corrientes que tienen un profundo deseo de cambiar la realidad. Al no conocer el tipo de trabajo que se hace en las organizaciones sociales, los periodistas hacen una lectura ingenua desde lo religioso y no desde la acción social. 

Semana.com: Entonces, ¿qué tipo de historias se deberían contar?
A.C.:  En Argentina hay 105.000 organizaciones, 500.000 personas trabajando empleadas. Creo que no saber algo que implica la actividad de un 25 por ciento de la población es no saber algo muy importante de la realidad. Nuestra idea es formar docentes que puedan entender de qué manera una nota no está terminada si no articula los temas sociales con los temas de política y economía. Por ejemplo, cuando hablamos de la licitación de una obra pública, debemos incluir como fuentes a las organizaciones sociales de vecinos, a las de medio ambiente, etc. Los medios de comunicación debemos contar no sólo lo que hace el poder sino lo que pasa en la realidad. Si no hay un cambio, estaremos perdiendo lectores.

Semana.com: ¿El periodismo puede, sin querer, fomentar los prejuicios?
A.C.:  Nuestra profesión genera ideología. Cuando nosotros elegimos una fuente policial y no ponemos una fuente que sea social o de defensa de los derechos humanos, estamos influyendo fuertemente en la ideología. Cuando no contextualizamos las noticias, cuando bajamos información directamente de uno de los dos bandos y no ponemos un poco de sensatez en nuestras crónicas, estamos produciendo ideología, y eso mata.
Nosotros medimos dentro de las noticias publicadas en 12 diarios argentinos que los niños y los jóvenes son cinco veces más víctimas  de violencia que agentes de violencia. Sin embargo, cuando son agentes de violencia van en la página de portada, y cuando son víctimas de violencia, van en las páginas interiores. Es decir, se promueve un estereotipo de joven en situación de pobreza, violento, del cual hay que tener miedo. Sin embargo, están cinco veces más en peligro que lo que son peligrosos.

Semana.com: ¿Así de mal están los medios?
A.C.: Hay quienes piensan que los medios son un gran pulpo que no deja crecer las otras voces y que son una especie de mal del planeta. Y estamos aquellos que creemos que, si bien hay algo de razón en esto, también tienen una oportunidad de mejorarse. Yo creo plenamente en una confluencia de medios de comunicación masivos y medios alternativos.  El periodismo, en general, se ejerce en medios de comunicación donde hay un montón de limitaciones, donde hay una línea ideológica. Pero dentro de esas limitaciones nosotros podemos ampliar nuestra área de libertad, podemos llamar a más fuentes de las que tenemos en nuestra agenda, podemos hacer más preguntas, brindar más servicios, estar más formados, ser responsables sobre lo que escribimos.
Tenemos que tener preguntas y no respuestas porque si tenemos respuestas, ya no somos periodistas. Pienso que esa es la clave. seguir haciéndonos preguntas.

Participe en el foro

Mayor información: