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Según el presidente, la verdad que debe saber el país no es sólo sobre los vínculos de políticos con los paramilitares, sino también sobre "lo que pasó con el M-19".

El 8.000 de los paras

El Presidente Uribe vuelve a ponerle el retrovisor al escándalo por la ‘parapolítica’

El jefe de Estado le insiste a los dirigentes políticos del país que cuenten lo que saben sobre el tema, pero dijo que también debe saberse lo que ocurrió con el M-19, las Farc y el ELN.

24 de noviembre de 2006

Una semana después de arremeter contra los gobiernos que lo precedieron y tras la dura réplica de los ex mandatarios Ernesto Samper y César Gaviria, el presidente Álvaro Uribe volvió a ponerle retrovisor al escándalo por la ‘parapolítica’. Según el jefe de Estado, es importante conocer la verdad sobre los vínculos entre las autodefensas y los políticos, pero también que se sepa “lo que pasó con el M-19” y con otros grupos guerrilleros.

La declaración del presidente, en la instalación del Congreso de Fedegán, coincidió con la carta enviada por los jefes paramilitares concentrados en Santa Fe de Ralito en la que invitan a los políticos, empresarios y líderes sociales que en su momento patrocinaron su acción delictiva, a que le digan a la sociedad colombiana la realidad de lo ocurrido. Según los firmantes de la carta, entre ellos Jorge 40, dueño del computador decomisado por la Fiscalía que tiene en el ojo del huracán a varios políticos de la Costa Atlántica, los ex jefes paras no quieren pasar a la historia como soplones y por eso es necesario que quienes los ayudaron confiesen.

La comunicación de los ex jefes paras fue considera en el algunos sectores como una amenaza que busca mayores beneficios judiciales.

Aunque Uribe no se refirió a esa propuesta en concreto, dijo ante los ganaderos que “es muy importante que la verdad sea completa” y reiteró su llamado a quienes hayan tenido relación con los paramilitares “cuéntensela a la justicia, a la opinión pública”.

Fue en ese momento cuando aprovechó la ocasión para hacer nuevamente una referencia al caso de los grupos guerrilleros reinsertados a la vida civil desde comienzos de los novena y los que siguen alzados en armas: “Para que la verdad sea completita, que nos cuenten todo lo que pasó con el M–19, que nos cuenten las alianzas de sectores de la política con las Farc y con el ELN”. Según Uribe, en algunos sectores hay un sesgo de “asco al proceso de paz con los paramilitares”.

La alusión del presidente al caso de la guerrilla tiene un doble trasfondo. Por un lado parece buscar un mayor apoyo al proceso de desmovilizaciones emprendido por su administración justo cuando existe en el país un ambiente tenso ante las evidencias de que un grupo de políticos de su bancada tenían nexos con las autodefensas. Pero por otro, no desaprovecha la ocasión para martillar sobre un tema que le ha generado varios encontrones con los ex presidentes: El proceso de paz con el M-19. Por lo menos en tres ocasiones en la que la negociación con los paramilitares ha estado en crisis, Uribe ha usado el tema con retrovisor para defender su gestión.

El tema del retrovisor no es nuevo. En su declaración de la semana pasada durante la ceremonia de los 120 años de la Corte Suprema de Justicia, el presidente dijo que Gaviria tiene que explicarle al país por qué eliminó la extradición y que Samper la reimplantó sólo por presión internacional. Ambos respondieron con fuertes dardos. Samper dijo que el escándalo de su gobierno fue menos grave porque se trataba únicamente de la infiltración de cheques del narcotráfico en las campañas, mientras que el del gobierno Uribe tiene que ver con vinculación de destacados dirigentes uribistas en masacres, conformación de grupos paramilitares y, por supuesto, infiltración de cheques a sus campañas. Gaviria señaló que los desafueros de los narcos en la cárcel de La Catedral no contaron con el respaldo de su gobierno, en cambio los lujos de los paramilitares en la cárcel de La Ceja hacen parte de los beneficios promovidos por la administración Uribe.