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El Primer perdedor

Por Armando Neira, Editor de Semana.com

27 de octubre de 2007

Con su intervención en política para atravesársele en el camino al candidato del Polo a la Alcaldía de Bogotá, el presidente Álvaro Uribe se convirtió en el primer derrotado de estas elecciones.

“Si usted, violando la ley puede salvar la ciudad de caer en manos de alguien capaz de comprar votos y que además recibe respaldo de la guerrilla, ¿lo haría?” “Sí, no lo dudo”, respondería con seguridad el presidente Álvaro Uribe Vélez a esta hipotética pregunta por la forma abierta en que ilegalmente entró a participar en política al emprenderla de frente contra del candidato del Polo Democrático Alternativo (PDA), Samuel Moreno Rojas.

Su ataque a Moreno fue sistemático y sin pausa durante estos tres últimos días. El jueves, durante un acto de graduación de alumnos del Sena, en Soacha, en las goteras de Bogotá, dijo sobre una información publicada en la agencia Anncol: “A mí me preocupa mucho que estos terroristas de las Farc, en su página de Internet, estén apoyando candidaturas. No permitamos que haya candidatos del paramilitarismo y no permitamos que haya candidatos de las FARC”.

Ese día, en la página de Anncol, una página web afín a las Farc, se reprodujo un agresivo comentario del periódico Voz en contra del ex alcalde Antanas Mockus por haberle hecho la ya famosa pregunta a Moreno sobre un dilema de comprar 50 votos para salvar la ciudad.

Aunque este primer ataque fue leve y tenía de atenuante el rechazo también al paramilitarismo, Uribe volvió a golpear el viernes de manera más precisa. Fue en su recorrido por Algarrobo (Magdalena) y Chiriguaná y El Paso (Cesar). “Hoy Algarrobo le habla a Bogotá. Que no se equivoquen allá (...) eligiendo alcaldes respaldados por la guerrilla y que además compran votos”.

Su mensaje fue tan claro, que hubo una coincidencia en la titulación de los más influyentes medios de comunicación. En su edición impresa de este sábado, el diario El Tiempo informó en su noticia más importante de primera plana: “Uribe: ‘Que Bogotá no se equivoque’. Con graves señalamientos, pero sin dar nombres, el mandatario pidió no votar por Samuel Moreno”.

“En los últimos días se han aireado errores del candidato de izquierda en el pasado y el presente. Hasta el presidente Uribe se agarró a la última ligereza de Moreno (aseguró que compraría votos si estaba en juego salvar a la ciudad) y de manera velada invitó a no votar por él”, informó, por su parte, el diario El País de Madrid. Es decir, aquí y en el exterior entendieron contra quien se lanzó el Presidente.

Y cuando menos se esperaba, este sábado, durante la Jornada Pedagógica Electoral, en la Casa de Nariño, volvió a advertir: “Tener mucho cuidado para no votar este domingo 28 de octubre por candidatos que no tienen una respuesta firme para rechazar la compra de votos y la presión terrorista”.

Es difícil prever el impacto que tendrá entre el electorado la intervención del Presidente. En cambio, sí se puede asegurar que en esta jornada Uribe Vélez es el primer derrotado con esta seguidilla de autogoles. Veamos:
El Presidente de la República no puede agredir así a un candidato a una alcaldía. Sea la más importante del país –como es Bogotá– o la más alejada y olvidada. No puede hacerlo porque está violando la ley que le prohíbe como funcionario público que es participar en política. Si sabe y tiene pruebas de que un candidato compra votos y es aliado de un grupo armado –cualquiera que sea–, su deber es denunciarlo ante las autoridades y no gritarlo a donde vaya.

Todo parece indicar, sin embargo, que en este caso él no tiene pruebas tangibles, sino que entró a dar sus opiniones como un ciudadano corriente al que no le gusta un candidato con una fuerte opción de ganar en el lugar donde vive. Lo que ocurre es que él no es una persona cualquiera, sino el funcionario más poderoso constitucionalmente y el más seguido sentimentalmente, en la actualidad, como lo refleja su abrumadora popularidad.

Al final de esta jornada cualquiera de los escenarios previstos irán en contra del Presidente. ¿Qué pasa si gana Moreno? ¿Hay 800.000 personas –uno de los estimativos de los votos necesarios para ganar la alcaldía– que salieron a la calle a respaldar a una persona que compra votos y coquetea con la guerrilla? ¿Que fueron con su cédula a las urnas a ratificar la política de este candidato, a pesar de la advertencia que les hizo el Presidente, la persona que por su cargo debe ser la mejor informada de Colombia? Si es así, ¿Qué lectura se puede hacer de la Política de Seguridad Democrática cuando después de cinco años tiene ante sí una capital con este masivo abrazo a la guerrilla?

Pero, si no gana Moreno sino hay un apretado empate con Peñalosa o Vinasco. ¿Se sentirán tranquilas las autoridades electorales tomándose el tiempo necesario para hacer un conteo preciso, cuando saben que un porcentaje decisivo de los electores, según el presidente Uribe, compra votos y respalda a la guerrilla?

Y aun más. Si Peñalosa o Vinasco le da una paliza sin antecedentes de 10 a 1 a Moreno, ¿los bogotanos pueden irse a dormir tranquilos sabiendo que al menos hay 100.000 personas que en la ciudad respaldan a un candidato que compra votos y amigo de la guerrilla? Por cualquier lado pierde Uribe.

Y lo más grave es que la derrota puede ser peor si ocurre el primer escenario. Gana Moreno. ¿El presidente Uribe va a invitar este lunes al hombre que va a gobernar la capital del país a la Casa de Nariño para empezar a trabajar conjuntamente por Bogotá y por Colombia sabiendo la dimensión de los delitos que le señala?

El sistema electoral colombiano está en cuidados intensivos. Tiene múltiples y muy graves problemas –hoy la justicia investiga la para-política del año 2002, se comprobó que en las elecciones presidenciales de 1994 el cartel de Cali inyectó seis millones de dólares a una de las campañas, por citar apenas dos casos–, por eso hay que fortalecerlo. Defenderlo a toda costa y no afectarlo innecesariamente como lo hizo en estos tres días el presidente Uribe. Porque, además de perder él, provocó unas dudas que no se sabe cuánto lastimarán a nuestra democracia en formación.

Nota del Editor. Esta columna fue escrita el sábado. El domingo, más de 900.000 personas fueron a las urnas y votaron por Samuel Moreno.