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“El protagonista es el artista”

Las curadoras españolas Virginia Torrente y Teodora Diamantopoulus estuvieron de paso por Bogotá, camino al Festival de Performance en Cali. Aprovecharon sus días en la ciudad para dar un breve vistazo al trabajo de algunos artistas nacionales.

Olga Lucía Lozano G.
27 de abril de 2006

Las dos son curadoras. Ambas comparten su pasión por el arte y, por eso, aunque sólo estuvieron un par de días en Bogotá, invirtieron su tiempo en visitar los talleres de algunos artistas colombianos. Además, a Virginia Torrente y Teodora Diamantopoulus las une el haber sido parte del grupo de creadores de “Doméstico”, un proyecto revolucionario que logró llevar el arte fuera de los contextos institucionales en Madrid y que desde el año 2000 se ha convertido en un referente para otros curadores y artistas, a la hora de buscar caminos divergentes para establecer relaciones más fuertes entre los creadores y el público en general.

Virginia, por su parte, está también vinculada a Casa de América, una institución cultural ibérica que, entre otros objetivos, fomenta el mejor conocimiento entre España e Iberoamérica, lo que se traduce, en el terreno cultural, en posibilitar que creadores latinos de diversas disciplinas presenten sus propuestas en el país europeo y otros lugares del mundo. En los dos años que lleva desempeñando el cargo de curadora allí, el trabajo de Torrente ha recibido elogios, gracias a la calidad de los artistas que ha seleccionado tras rigurosos procesos investigativos y la seriedad con que ha definido los objetivos de una labor como la suya en una institución como Casa de América.

Aunque ha curado varias exhibiciones de creadores latinoamericanos, se niega a hablar de un panorama general artístico en este lado del mundo o siquiera a creer que puede convertir sus muestras en panorámicas: “Mi interés como curadora allí se centra en muestras individuales. Me parece terrible intentar una colectiva que de una visión de país. Eso requiere más tiempo, más dinero de producción y no lo tenemos. Entonces son visiones de artistas específicos y, claro, eso representa y no. También, quieras o no, acabas mostrando artistas que personalmente quieres que estén. Es muy difícil, pero es como se van viendo cosas”.

Entre los artistas con los que ha trabajado mientras ha estado vinculada a esta institución, destaca en particular al mexicano Carlos A. Morales. “Esa es una de las exposiciones del año anterior que más he disfrutado, de las que más me interesa el trabajo del artista y cuyo resultado fue fantástico”. Otra de las muestras que recuerda especialmente es Dibujando América, la cual se clausuró hace un mes. “Es un trabajo conjunto entre la artista peruana Gilda Mantilla y el artista colombiano Raimond Chaves. Es un trabajo muy bonito que justamente cumple con no ser una colectiva o una visión falsa de algo. Ellos han hecho un propuesta que es un viaje entre Venezuela y Perú, pasando por Colombia y Ecuador, cuyo resultado final es dibujo. Un trabajo muy de archivo, muy de lo que ellos han visto y, en mi concepto, es una exposición emblemática de lo que Casa América debería hacer”.

En parte, gracias a esa labor que desde su perspectiva de la particularidad adelanta en la Institución, Virginia fue invitada al Festival de Performance en Cali. El mismo evento al que asistirá Teodora Diamantopoulus, con la idea de participar en una mesa redonda. “La actividad tendrá lugar el viernes 28 en la tarde. Aunque ninguna de las dos conocía el Festival, la curadora colombiana María Inés Rodríguez nos invitó y nos pareció importante poder hablar allí de las laborales curatoriales cuando se adelantan desde una institución o desde un proyecto alternativo, como se trabaja en España o en cualquier otro sitio”, comenta Teodora.

El proyecto alternativo al que se refiere es justamente “Doméstico”. Esa iniciativa que surgió a principios de este siglo en Madrid y que gracias al esfuerzo conjunto de algunos amigos ha logrado abrir nuevos espacios de encuentro con la creación artística. “Somos un grupo de cinco socios que decidió, en medio de un ambiente cultural sin ideas frescas o propuestas distintas en Madrid, desarrollar un proyecto fuera de las galerías e instituciones. Por eso, cada año cambia de sede y se apropia de espacios que no están concebidos para un uso expositivo”, explica Teodora. Así las cosas, “Doméstico” ha pasado en sus ediciones anteriores por una academia de aviación, un apartamento de un barrio emblemático de la capital española y un garaje convertido en estudio artístico, entre otras locaciones. Cada versión del evento tiene una duración de tres meses y la idea cada año es invitar a artistas, desde una temática específica, a intervenir el espacio elegido.

“Lo interesante es que desde el primer año de realización, 2000, la respuesta del público fue total y el evento se convirtió en un punto de referencia. Ya publicamos un libro y este año queremos hacer un programa de radio, un Doméstico en Ondas”, comenta Teodora.

De paso por Colombia

La experiencia acumulada por ellas en estos proyectos, les permite tener, además, una visión clara de su papel como curadoras y, en parte, de eso vienen a hablar en Cali. Virginia Torrente, por ejemplo, es conciente de la importancia de la diversidad de lenguajes, técnicas y temáticas en su trabajo. “A mi me interesan todos los aportes. El que más me interesa es el dibujo, pero eso no quiere decir que no me atraigan el video, la fotografía, la instalación, la escultura”. Igualmente, tiene claro que el protagonista siempre es el artista. “A mi no me importa mucho intervenir, sino hacer un seguimiento y dar la oportunidad al artista. Este es el caso de un curador en una institución. Como curador independiente la única diferencia es tener que conseguir cómo, cuándo y con qué dinero se puede hacer una exposición. Pero no debería haber más diferencia”.

Esas ideas las comparte Teodora. Así como el tema de las particularidades que definen el trabajo de un artista y por tanto no puede ser juzgado sólo de manera global. Por ello, no se atreven a dar un concepto general sobre el arte contemporáneo colombiano, pese a haber recorrido los talleres de algunos creadores nacionales durante su estancia en Bogotá.

Según las visitantes ibéricas, es muy difícil emitir juicios muy profundos después de una observación tan breve. Definen eso si un aspecto que les resultó interesante entre aquellos a quienes incluyeron en su agenda: “Hay dos grupos claramente definidos. Uno que se ve comprometido con la situación del país y se involucra con temas como la violencia, la pobreza y la corrupción. Y otro que es un poco más universal en sus temáticas”.

Algunos de los artistas visitados -entre los que se incluyen, por ejemplo, José Alejandro Restrepo, Juan Fernando Herrán, Mateo López, Milena Bonilla, Alberto Baraya y Jaime Ávila-, ya eran conocidos de manera parcial por las curadoras, a través de algunos trabajos. Sin embargo, el encuentro cercano en cada taller les permitió plantear nuevas hipótesis frente a sus propuestas.

“No nos gusta mucho dar juicios, si apenas conocemos algunas piezas producidas por un artista. Diría que nos llamó la atención esa diferencia generacional, pues creemos que un artista como Mateo López, por ejemplo, podría haber nacido en cualquier lugar del mundo y su obra sería igual. Eso no pasa con Jaime Àvila, con Herrán y con otros cuya obra es muy próxima a Colombia”, dice Virginia.

De todas maneras, creen que ese hecho no tiene nada que ver con que uno sea mejor artista que los otros o viceversa, es sólo un factor que, según ellas, distancia y simultáneamente une a todos los artistas colombianos que pudieron observar. “Simplemente son artistas diferentes porque los creadores más jóvenes están inmersos en los procesos de globalización, reciben más información y se mueven dentro de contextos más universales”, finaliza Virginia de manera acelerada, con la idea de alcanzar a completar una agenda que también incluyó visitas a galerías como Casa Reigner y V y K.