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El Shakespeare alemán

Hace dos siglos murió Friedrich von Schiller, poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán, que está considerado como el dramaturgo más grande de la historia del teatro alemán.

Alberto Trujillo*
5 de junio de 2005

¡Abrácense, millones! ¡Este beso al mundo entero! Hermanos, más allá de la bóveda estrellada, Un padre amoroso debe de morar. Cualquiera que haya tenido la gran fortuna De ser el amigo de un amigo, Cualquiera que haya ganado una noble esposa ¡Una su Júbilo al nuestro! Alegría todas las criaturas beben, En el seno de la Naturaleza; Todos, Justos e Injustos, Siguen su camino de pétalos de rosa. En la naturaleza Eterna, Alegría mueve los engranajes En la máquina universal del tiempo. A las flores las llama a salir de sus botones. Ira y venganza sean olvidadas, Nuestro enemigo mortal sea redimido, Ninguna lágrima se derrame más, La alegría borbotea en los vasos, A través de la dorada sangre de las uvas, Los inhumanos beben fraternidad, Y la desesperación toma coraje. ¡También el muerto deberá vivir! Hermanos, bebed y replicad, Todos los pecadores serán absueltos, Y ya no existirá más el infierno. ¡Una hora serena de despedida! ¡Dulce descanso en el Mare mágnum! Hermanos, un dócil veredicto, ¡De la boca del Juicio Final! Estos fragmentos corresponden a la Oda a la alegría de Friedrich von Schiller, obra a la que Beethoven le incorporó un arreglo coral para hacerla parte de su Novena Sinfonía.

Schiller nació el 10 de noviembre de 1759 en Marbach (Württemberg). Hijo de Johannes Kaspar Schiller, cirujano militar del ejército del Duque De Württemberg, y de Elisabeth Dorothea Kodweiss, su infancia transcurrió en un ambiente religioso marcado por el movimiento de reforma luterano conocido como pietismo. De ahí que Schiller hubiese querido ser teólogo pero, contra sus deseos, lo forzaron a ingresar a la Academia Militar que acababa de fundar el duque. La rigurosa disciplina de la vida militar hizo que el joven Schiller reaccionase, alentado por la lectura de Plutarco, Rosseau y otros textos 'subversivos'. Pasó a estudiar Derecho hasta que la voluntad del Duque Carlos Eugenio se mezcló de nuevo en sus asuntos, impulsándole a que se dedicara a la Medicina.

Por casualidad, cayó en sus manos uno de los dramas de Shakespeare y, a partir de entonces, se empecinó en seguir el camino de las Letras. "La suerte manda y el corazón es en nosotros el imperioso ejecutor de sus órdenes". A los 21 años, en Stuttgart, ingresó en un regimiento militar en calidad de cirujano. Sin haber salido de aquel centro escribió el ensayo acerca de la conexión entre la naturaleza animal y la espiritualidad del hombre.

Pero su mayor anhelo era hallar un editor para Los bandidos, su primer drama, escrito a escondidas de sus parientes y profesores, y en el que plasma sus ensueños líricos, su sed de libertad y de justicia, y su inclinación en pro de los desgraciados: Karl Moor, el protagonista de dicha pieza, está dotado de las más elevadas cualidades y, sin embargo, está perdido para el Bien, tal vez por culpa de los designios del cruel Destino.

Schiller decidió leerle su obra al director del Teatro Nacional de Mannheim, quien, sin dudarlo un instante, decidió representar la obra. El éxito fue arrollador, sobre todo entre la audiencia juvenil, en la que bullían ideas parecidas a las de Schiller. Incluso hubo peligrosas repercusiones, ya que no sólo surgieron imitadores del poeta sino del protagonista del drama. Por doquier cundieron jóvenes que deseaban ser héroes y bandidos, y hasta se descubrió una Asociación de tales jóvenes, en Leipzig.

Schiller había estado presente en el estreno, pero de manera clandestina al haber abandonado sus obligaciones en Stuttgart. A su regreso, en vez de una felicitación, le esperaba una orden de arresto por haber abandonado su cargo sin permiso y por escribir en contra del orden social. Entonces quiso presentar su dimisión; mas como esta no le fuera admitida, a riesgo de pasar por desertor se fugó de su prisión en septiembre de 1782, y oculto en casa de uno de sus amigos vivió un tiempo en precaria situación económica. Allí acabó La conjuración de Fiesco y compuso la tragedia Intrigas y amor .

Los estrenos de estas obras obtuvieron distintas acogidas. La primera de ellas, por sus ideas republicanas, resultó un fracaso en sus primeras representaciones, y la segunda, en cambio, ganó el favor del público desde el inicio. En Mannheim, aún muy pobre, Schiller emprendió la publicación de un diario dedicado a la crítica y, a partir de 1783, ejerció como dramaturgo oficial del teatro de dicha localidad. Sin embargo por temor a nuevas represalias, optó por trasladarse a Leipzig.

Durante aquel período de vida errante, Schiller continuó escribiendo bajo la protección e inspiración de su amante, Charlotte von Kalb, una mujer casada e influyente. "El amor es la escalera por la que trepamos hasta la semejanza con la divinidad".

Su periplo concluyó en Dresde, donde se hospedó en casa del jurista Körner, admirador suyo. Allí terminó su "poema dramático" sobre la tormentosa relación del rey Felipe II y su hijo. El rigor histórico de esta pieza, que fue la primera de sus obras escrita en verso libre, es relativo teniendo en cuenta que Schiller, en aras del dramatismo escénico, sabía que era necesario "embellecer la Historia". En dicho relato el autor defiende a don Carlos, al que considera desgraciado, y a la infeliz Isabel de Valois, víctimas de un despótico Felipe II.

En 1790, luego de haber terminado su Historia de la insurrección de los Países Bajos y un año después de haber sido nombrado profesor de Historia en la Universidad de Jena, abandonó su amor furtivo para casarse con Charlotte von Lengefeld.

Schiller no era agraciado de rostro ni de figura, pero era muy simpático; tenía lo que algún biógrafo ha llamado la divina belleza del genio. Sus obras, en las que trasluce un carácter cristiano, tienen gran afinidad con el movimiento literario del Sturm und Drang (Tormenta e Impulso), considerado como el precursor del romanticismo alemán y que surgió como reacción al excesivo valor atribuido por la Ilustración al intelecto y la razón. "Lo viejo se derrumba, los tiempos cambian y sobre las ruinas florece nueva vida".

Luego de haber dedicado un tiempo al estudio de la filosofía de Kant publicó "Sobre la gracia y la dignidad" y "Cartas sobre la educación estética del hombre". Decía Schiller que "haciendo el bien, nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino". Relacionaba la búsqueda de la belleza con su ideal de perfección moral, los dos valores que, asumidos por cada individuo, determinan los progresos y las transformaciones de la sociedad. "Solo el arte proporciona un goce que no requiere ningún esfuerzo apreciable, que no cuesta ningún sacrificio y que no necesitamos retribuir con arrepentimiento".

La fructífera amistad de Schiller con Goethe comenzó en 1794 cuando aquél fundó "Las Horas", un diario en el cual aparecieron trabajos de los dos. Cinco años después, Schiller fijó su residencia en Weimar, cuando ya habían fundado otra revista, el "Almanaque de las Musas". En ella publicaron la colección de epigramas satíricos Xenias.

Schiller escribió versos de sencillez estilística y grandeza lírica, como "Los dioses de Grecia", "Los artistas" y sus "Odas", de propósito moralizador. En 1799 terminó su obra maestra, Wallenstein, una trilogía en verso que incluye un prólogo narrativo, El campamento de Wallenstein, y dos extensos dramas, Los Piccolomini y La muerte de Wallenstein. Basada en acontecimientos de la guerra de los Treinta Años está considerada como uno de los mejores dramas históricos de la literatura universal. En ella retrata la elevada ambición de una individualidad poderosa que trata de explotar en su provecho los desastres de una guerra civil. Así había iniciado una serie de obras en las que adjudicaba a un personaje histórico virtudes que él, como poeta idealista, romántico y cristiano quería resaltar.

Hacia el final de su vida, el autor de La canción de la campana terminó los dramas históricos en verso María Estuardo, una tragedia histórica basada en la vida de María, reina de Escocia; La doncella de Orleáns, sobre Juana de Arco; La novia de Messina, una tragedia neoclásica, y Guillermo Tell, la más popular de sus obras, en la cual brilla, en las libres montañas de la antigua Helvecia, el patriotismo exaltado ante la dominación extranjera y la valentía del personaje central y de sus compañeros, animados por los justos afanes de independencia.

En sus últimos años, ya con los ojos irritados de tanto leer y con la salud menguada debido al constante estudio y al trabajo, estaba escribiendo Demetrio, una tragedia inspirada en el hijo de Iván el Terrible.

Schiller, que alguna vez dijo que "las grandes almas sufren en silencio", pasó la mitad de su vida muy enfermo. Cuando los médicos le practicaron la autopsia después de su deceso, exclamaron: "Es todo fango por dentro, este hombre debería estar muerto desde hace cien años". Por ello, el contemporáneo filósofo alemán Rüdiger Safranski piensa que "idealismo es cuando el hombre, con la fuerza de su entusiasmo, vive al menos diez años más de lo que su cuerpo realmente le permite".

Pese a su optimismo y a su desbordante entusiasmo, Schiller no pudo evitar que una neumonía lo arrastrase a la tumba el 9 de mayo de 1805, cuando tenía tan solo 46 años. "El mayo de la vida solamente florece una vez, para no volver; para mí acabó la floración".

*Periodista