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Las empresas familiares suelen ser pymes. Pueden llegar a aportar hasta el 70 por ciento del empleo en el país.

NEGOCIOS

Empresas familiares podrán acceder a asesoría que ayude a evitar conflictos que acaben con ellas

Pocos negocios logran sobrevivir al manejo que les da la segunda generación de primos y hermanos. Sólo una de cada tres sociedades sobrevive después de que el fundador deja el mando de la organización.

16 de julio de 2008

A menudo, las buenas relaciones entre padres, hijos y hermanos desembocan en la creación de empresas. En Colombia, dicha práctica es tan común, que de cada 100 organizaciones registradas en la Superintendencia de Sociedades, 68 son familiares.

O sea que este tipo de empresas son de vital importancia para la economía. Más aún si se tiene en cuenta que generan entre el 45 y el 70 por ciento de los empleos y hasta pueden llegar a aportar iguales porcentajes al Producto Interno Bruto del país.

Lo paradójico es que las empresas familiares suelen tener poca vida. Cuando su fundador deja de estar al mando, quedan huérfanas y los conflictos internos acaban con la organización. Sólo una de cada tres empresas sobrevive a los manejos de la segunda generación de la familia.

Existen sin embargo maneras de hacer que el negocio perdure. Y unos pocos han logrado subsistir muchos años y ser muy exitosos. Las fórmulas suelen ser exclusivas de grandes compañías que pueden pagarles jugosos honorarios a los expertos en el tema. Las pequeñas y las medianas empresas (pymes) normalmente no saben cuáles métodos pueden hacerlos perdurar.

Germán Zarama es asesor de la firma Consultoría y Representación para Empresas de Familia (Corfep), que se dedica a contarles a los propietarios de empresas familiares cómo pueden mantener vivos sus negocios. Según dice, hay algunos métodos probados por empresas familiares que han logrado sobrevivir más allá de la segunda generación.

“Existen algunas indicaciones y metodologías básicas para que la supervivencia de estas empresas de familia sea mayor. Por ejemplo, construir un protocolo, que es un acuerdo entre los miembros de la familia para resolver las diferencias que puedan presentarse alrededor de la administración de la empresa”, dice.

Este tipo de organizaciones requieren, quizá más que cualquiera, de pactos entre quienes las conforman. Una investigación de Andrés Gaitán, catedrático que conoce muy bien estos negocios, encontró que son 18 los problemas más frecuentes que afectan la permanencia de las empresas de familia. Casi todos son conflictos que se presentan en el hogar y se trasladan al trabajo.

Quienes hoy dirigen grandes empresas después de la muerte de sus fundadores saben, como buenos hijos, que eso no se hace, que lo que pasa en la casa no se lleva a la oficina.

Pero otra cosa ocurre con las pymes: que no tienen fácil acceso a los asesores. “La clave está en darles el secreto a las pymes de una vez, sin misterios y con un modelo de protocolo que aplica a todas las empresas. Esto les permite conocer de entrada unas recomendaciones universales sobre temas como capitulaciones, entrada y salida de familiares trabajadores a la empresa y manejo de gobierno corporativo”, explica Zarama.

El protocolo en sí no garantiza el éxito. Hay que hacer un trabajo muy intenso para poner a los hermanos-socios de acuerdo en muchos temas relacionados con la administración del negocio, porque en las empresas de familia suelen haber fuertes tensiones por celos y competencias entre los parientes.
 
De hecho, de acuerdo con la investigación de Gaitán, 25 de cada 100 empresarios consideran que son más importantes las asesorías para resolver problemas familiares y 20 por ciento dijo que vale más la elaboración del protocolo.

En todo caso, la una no puede vivir sin la otra. Y el hecho de que las pymes creadas entre parientes puedan acceder a consultores económicos, ya es un avance grande para un sector, que incluso es capaz de aportar hasta más de la mitad del PIB nacional.