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En las entrañas de la desmovilización

SEMANA estuvo por varias horas en La Ceja (Antioquia), con cinco comandantes del Bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia. Durante la charla pudieron aclarar su posición política, sus sueños, su trabajo en los barrios y sobre todo, por qué el uso de las armas ya no tienen razón de ser.

8 de diciembre de 2003

Hoy no ha llovido como de costumbre en los últimos días, por el contrario el sol se ha permitido calentar el hermoso paisaje de la Ceja, donde se encuentra el Centro de Convivencia, la casa temporal de los reinsertados del Bloque Cacique Nutibara de las autodefensas. Es la primera vez que el cordón de seguridad que mantiene la policía sobre la puerta de ingreso se abre para dejar el paso a la prensa escrita. Somos conducidos en un bus hasta la sede , pero en la mitad del camino se detiene para entregar información sobre los pasajeros a un grupo muchachos reinsertados que hacen el segundo control de ingreso. La fachada angulosa de pocos pisos se alza al fin frente a nosotros.

Varios jóvenes están sentados por grupos en las afueras, nos miran con curiosidad. Es tiempo de descanso para algunos, nos informan, mientras los otros están en las aulas haciendo un trabajo sobre valores y autoestima. De algunas ventanas cuelgan pantalones y camisas recién lavados dando un aspecto un poco desordenado. "Es que ha llovido mucho y la ropa no se seca" , parece disculparse un joven alto delgado y pálido.

Dentro de la casa muchos otros están en el patio central, son más de las 10 de la mañana y una parte de ellos trabaja en la cocina preparando los alimentos, son los rancheros, grupos que se turnan para lidiar la faena de tener a tiempo el desayuno, el almuerzo y la comida para 870 estómagos hambrientos avivados por la actividad y por el frío del altiplano cejeño.

En el salón de entrada hay un televisor, donde otro grupo observa sin parpadear el partido de fútbol entre las selecciones de Colombia y Japón. Los gritos eufóricos y sus rostros brillantes de entusiasmo indican que va ganando el equipo nacional.

Nos guían rápidamente a una de las oficinas . "No puede entrar la fotógrafa", dice la persona que nos conduce y quien tiene un chaleco azul con los logotipos de la presidencia de la República y de la alcaldía de Medellín. ¿Por qué?, le pregunto y me dice que vamos a estar reunidos con los cinco comandantes del bloque y que algunos de ellos no desean fotos. Solo podremos fotografiar a Giovanni Marín, ex alias Erre y a Fabio Acebedo, ex alias Efe, quienes han sido los voceros con cara al público, pero esto fuera de la reunión.

Están en una mesa rectangular en una estrecha habitación con dos puertas cerradas en cada extremo. Ya no se les puede decir comandantes, porque el nuevo estatus de reinsertados admite mejor el de directores, lo que recalcan también sus ropas informales de civiles. Empezamos a conversar. Nos metemos en el espacio de las ideas. Dicen que el discurso de la guerrilla es contradictorio cuando hablan de inequidades y de sus reivindicaciones. "Hablan de defender al pueblo y lo atacan", dice el antiguo Efe. Otro agrega, "el discurso de las inequidades en los barrios es el discurso de todos, de los periodistas, de la guerrilla, es el discurso de los partidos, de cualquiera que simplemente tenga raíces con un barrio o sensibilidad , que no sea indolente, que le duela esta país".

Entonces hablamos de la derecha. ¿Cuál es la derecha de ellos? "Aquí hay una derecha que es vergonzante. Le da vergüenza decir que es de derecha. Y le da vergüenza admitir que el capitalismo debe tener unas transformaciones en su interior y lograr que sea sensible socialmente. Y le da pena porque a veces los votos son los que dan. Si es centroizquierda la que está de moda, se meten ahí. Y usted ve a Piedad Córdoba metida en la centroizquierda. Y es válido que tenga un espacio en este país. Pero también es válido que nazcan posturas claras, serias y responsables. Nosotros renegamos de ser ultraderecha. No lo somos. Creemos que el modelo económico debe generar algunos cambios que permitan resolver las inequidades y eso lo digo a nivel de la estructura nacional. No tenemos pensamiento de izquierda, porque más que en unos modelos de nacionalización creemos en unas relaciones claras internacionales en el campo económico, de la industria, en el campo de los acuerdos y tratados internacionales en el marco económico. Creemos en un país de propietarios. Creemos que en este país un problema se resuelve cuando cada colombiano sea propietario de algo. De algo que genere algún ingreso para resolver su situación. Creemos en un país donde se puedan hacer acuerdos con las multinacionales. Creemos en una economía que permita bajo el modelo actual desarrollar nuevas relaciones entre obrero y patrón. Sin tener que ser el obrero el que asuma la toma del poder".

Y agrega que su primera bandera está definida y es contra la lucha armada, venga de donde venga en las calles de Medellín. Así surja otro grupo de autodefensa, así surja cualquier combo, así sea la guerrilla. Según ellos su eje central es contra esa metodología para resolver las contradicciones sociales, ideológicas o políticas.



Todavía hay tensión. Tres de los comandantes poco hablan. Incluso los dos que me habían señalado como interlocutores, solo rompen su silencio intermitentemente. Es otro el que expresa las ideas políticas de la organización. Pero cuando queremos saber quién es, nos dicen que no. Que todavía no tiene clara su situación y por eso no quiere aparecer. Moreno, fornido y con una cachucha, se mueve a sus anchas en el terreno de lo ideológico. Entonces le preguntamos si esta reincorporación a la vida civil significa que el Cacique Nutibara se acaba, si se continuará con una cohesión de grupo y cómo se manejará la figura de autoridad.

"Yo creo que el mayor aporte de las autodefensas en el caso de Medellín fue crear un ambiente favorable para el desarrollo de los líderes. Aquí estaban los barrios enfrentados. Y así como iba a tener un líder el valor de decir, hagamos un pacto de paz. Entonces yo creo que nuestro aporte más grande en lo social desde nuestra actividad militar no fue simplemente meternos en microrganizaciones sociales de los barrios, sino crear un ambiente favorable para que esos liderazgos comunitarios surgieran. Incluso me atrevo a decir que sin el trabajo del bloque y el ambiente favorable que se dio, Medellín no hubiera podido tener un alcalde del corte de Fajardo, porque en un ambiente de guerra y enfrentamientos en los barrios, su discurso no hubiera pegado".

Respecto a su relación con las armas dice que llegaron a un punto en que lo militar no determina ganarle la guerra a la guerrilla. "entendimos que quien va a ganar la guerra es la población consciente, organizada, de que la guerrilla no debe llegar. Nosotros renunciamos a las armas pero seguimos siendo grupo" y aclara que la petición central fue convertirse en corporación por considerarlo un medio legal para luchar por los reinsertados y para seguir haciendo una propuesta de ciudad para Medellín. "Pero además estamos construyendo, el modelo de seguimiento y verificación".

Otra de las preguntas era ¿y luego de tres semanas qué?. "Ni tres semanas ni diez años. Si usted escucha a Petro así esté en el Congreso es un discurso todavía militaroso. Todavía con el tono golpeadito. Lo importante es que estas tres semanas nos sirvan de inducción. Que permitan que los muchachos por la vía legal se convenzan de que los van a recibir bien".

El proceso apenas comienza y ellos son conscientes de que va a ser muy difícil la relación con las comunidades "Por eso le digo que la prensa con algunos comentarios que hace, están abortando la criatura. Pero el compromiso nuestro cuando damos nuestros nombres y cuando el gobierno nacional sabe quienes éramos cada uno de nosotros, y nos disponemos a desmovilizarnos, es porque este proceso va en serio. Si en un año en Medellín surge un nuevo actor armado, llámese como se llame este proceso fracasó. El compromiso nuestro es que estos muchachos no se vinculen".

En cuanto a la relación con la gente de barrios con la policía aunque reconocen que son un poco mejores dice que deben hacerse algunos cambios pero que por ahora lo más importante es que la comunidad ha cambiado con respecto a hace ocho años. " La de hoy es una comunidad que colabora con la fuerza. Ese 123, ha funcionado en cierta forma. Y además hay una comunidad que no cree en la guerrilla. Hay una comunidad que está decidida a que esta sea la última guerra que enfrente Medellín. La gente no quiere más guerra en la ciudad".

Ante lo que viene ahora piensa en cómo construir lo que ellos denominan nuestra opción social. " Si tenemos representatividad en espacios políticos y la posibilidad de tener un movimiento político, eso no lo determinamos nosotros, es la comunidad. Nosotros acordamos que no será a través de esta negociación que consigamos un escaño. No somos el M-19 , ni la Corriente Socialista. Nosotros lo que buscamos a través de la negociación es garantías para estar en la vida civil y desarrollar nuestro trabajo social y si después de tres años la gente quiere hacer un movimiento político y nos quiere allí será otra cosa".

En los barrios todos están expectantes. Parte tiene miedo porque la reinserción despeje de nuevo espacios para los insurgentes. Otros porque no saben cómo será la nueva vida con ellos, cómo mandarán sin armas, y si realmente entregaron todas las que tenían. Quieren saber si gozarán de libertad y si podrán convivir de tú a tú, sin imposiciones y si van a ser capaces de respetar las diferencias.

Por su parte, los reinsertados sienten la incertidumbre de si serán aceptados sin su poderío, si los acogerán y respetarán. Temen por su seguridad, en caso de que al Estado le quede grande garantizarla y tienen preocupación de no encontrar un empleo.

Sin embargo hay un acuerdo tácito generalizado por tratar de sacar adelante este proyecto piloto de reinserción. Por eso los gremios han subido a la Casa de Convivencia para conocerlos y decirles que los apoyarán. Esto, en definitiva, es una construcción colectiva.