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Foto: Guillermo Torres / Semana

LUCHA ANTIDROGA

¿Es eficiente el Plan Colombia para la erradicación de los cultivos ilícitos?

Las cifras se encargan de hablar por sí solas. Las hectáreas cultivadas se mantienen y los precios en Estados Unidos no rebajan. En ese sentido, el panorama es igual al de hace siete años. Pero el paisaje político es otro.

Juan Esteban Mejía Upegui
7 de junio de 2007

El presidente Álvaro Uribe está en Washington. Y llegó con unos objetivos precisos. Entre ellos, dar la batalla por el Plan Colombia. El sistema de ayudas económicas para reducir el narcotráfico y hacerles frente militar a las Farc se inició en 2000. Hoy, sus dineros son cruciales para luchar contra esos flagelos.

De entrada, el Presidente colombiano llegó perdiendo. Desde antes de aterrizar, se supo que para 2008 no recibiría 586 millones de dólares, como venía haciéndolo años atrás. Esta vez, le desembolsarán 527, con la condición de disminuir la inversión militar y la erradicación y fumigación de cultivos, para aumentar programas sociales.

Es que cada vez hay más argumentos para pensar en el fracaso del mencionado plan. Para empezar, se quedó sin padrinos. Cuando nació, sus dolientes buscaban los mismos objetivos. Ellos eran Andrés Pastrana, presiente de Colombia; Bill Clinton, presidente de Estados Unidos, y Dennis Hastert, parlamentario republicano y entonces presidente del Congreso cuando imperaba su partido.

Pero hoy el panorama es muy distinto. Ni el Presidente de Colombia es Pastrana, ni el de Estados Unidos, Clinton, ni el Congreso de Estados Unidos es republicano, y se opone ferozmente al plan.

A eso se suma que, según varios estudios, los resultados no son favorables. Un reciente informe emitido por el propio gobierno norteamericano revela un incremento del número de hectáreas cultivadas con coca en el país.

El balance habla de 157.200 hectáreas sembradas en 2006, lo que da cuenta de que vieron 13.000 hectáreas más que en 2005. Para explicar el incremento, funcionarios de la embajada norteamericana explicaron que éste se debe a que analizaron más territorio.

“En total, fueron observadas imágenes de 3,5 millones de hectáreas más que en los años pasados. Obviamente, si miramos más territorio, vamos a encontrar más cultivos”, explicaron fuentes confidenciales. En seguida, aplaudieron que en tantos predios nuevos analizados, sólo se registrara un incremento de 13.000 hectáreas.

Pero esa excusa se basa sólo en lo ocurrido en los dos últimos años y resulta que el Plan Colombia lleva siete. Las estadísticas emitidas por los gringos en años anteriores dicen que durante este tiempo en que han analizado el 23 por ciento del territorio colombiano, las cifras han sido muy constantes.

En 2001, encontraron cerca de 170.000 hectáreas; en 2002, 144.000, y en 2003, 113.000. Hasta acá se ve una notable reducción. Pero las cifras vuelven a subir. En 2005 vieron 139.000.

Y es que ellos mismos reconocen que el asunto de las drogas es como un jabón resbaladizo: mientras lo toman por un lado, se fuga por el otro. Eso quiere decir que mientras quitan coca en una parte, hay resiembra en otra.

Así lo ha confirmado, por ejemplo, Aníbal Gaviria, el gobernador de Antioquia. Aunque este departamento no hace parte de los principales productores del país, sí recibe dineros para fumigaciones y erradicación de cultivos.

Gaviria reconoció que “hace cuatro años, cuando era candidato a la Gobernación, me hablaban de que en la zona había unas 4.000 o 5.000 hectáreas sembradas de coca. Hoy todo indica que hay la misma cantidad”. La permanencia de los cultivos obedece a la resiembra.

Siguiendo con las cifras, los funcionarios de la embajada dicen que tienen certeza de que “cada año se incautan 200 toneladas de cocaína y que por aspersión aérea y manual se destruyen 300 toneladas. Esos esfuerzos le quitan al mercado 500 toneladas de cocaína al año”.

Pero no hay resultados. Cualquiera que tenga conocimientos mínimos de economía sabe que si rebaja la oferta de un producto en el mercado, su precio aumenta. En ese sentido, lo que se puede mostrar es que el precio es estable. El kilo de coca se mantiene en Estados Unidos en 35.000 dólares desde hace años. Eso demuestra que la oferta sigue intacta.

A ese respecto, lo que dicen en la embajada norteamericana es que “sobre el precio y la pureza de la droga hay miles de teorías y muchas polémicas. Posiblemente, lo que quieren hacer los narcotraficantes es mantener su principal mercado, que es Estados Unidos, y rebajan la oferta en Europa, por ejemplo”.

Agregan que “sobre el precio es difícil hablar porque quienes venden droga son empresas ilegales que no publican balances anuales. O sea que no hay suficiente información para establecer estadísticas”.

En sí, son más las dudas que las certezas sobre lo efectiva que pueda ser la financiación gringa para la reducción de cultivos, producción y comercialización de drogas. Tal vez sí tenga resultados para ellos, en cuanto a que mantiene a Colombia alejada de sus vecinos, puesto que las fumigaciones generan tensiones con Ecuador y hasta Venezuela ha hecho comentarios sobre el tema.