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¿Es posible firmar en La Habana un cese del fuego entre el gobierno y el ELN?

Se inicia este jueves la quinta ronda de diálogos entre el gobierno del presidente Uribe y el ELN? Qué posibilidades reales hay de alcanzar acuerdos concretos en este nuevo encuentro en Cuba.

Luis Eduardo Celis Méndez*
21 de febrero de 2007

Desde este jueves 22 al miércoles 28, se realiza la quinta ronda de diálogos entre el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez y el Ejército de Liberación Nacional en La Habana, Cuba. Se llega a esta ronda luego de fluidos intercambios entre las partes desde su último encuentro formal en octubre de 2006 y una gran expectativa por que se den pasos significativos en el orden de establecer una agenda de temas por tratar y se logren abocar dos grandes bloque temáticos; uno de procedimientos en torno del cese del fuego y hostilidades y la correspondiente verificación que este requiere y un conjunto de temas referidos a acuerdos humanitarios especiales: secuestrados, desplazamiento, desminado entre otros, de este bloque humanitario.

Por parte del gobierno colombiano, en cabeza del Alto Comisionado de Paz, se pretende lograr un cese del fuego y hostilidades y una devolución de las personas secuestradas en poder del ELN y por parte del ELN, se aspira a lograr compromisos referidos a la situación de la población desplazada por la violencia en general y en particular al retorno de comunidades a zonas de su interés, se ha mencionado el sur de Bolívar y Magdalena Medio, Nariño, Cauca y oriente antioqueño.

Hay analistas de este proceso que sostienen que difícilmente se podrá avanzar en este intento de enrutarse por la solución política negociada a este alzamiento de más de 40 años, de una guerrilla tesonera y orgullosa de su historia, como lo es el ELN, si no se logra dar de parte y parte señales de querer fortalecer la mesa de diálogos y negociaciones con decisiones claras e inequívocas de que hay voluntar de concertar y sobre todo de discutir temas sustanciales.

Tres son los retos de esta ronda; establecer con claridad la agenda de temas por abocar, dar señales de parte y parte, gobierno y ELN de que se está ‘atornillando’ la mesa de diálogos y negociaciones tratando las prioridades de cada uno y avanzar en definiciones sobre la presencia internacional y el papel por desempeñar, complementario a lo que han venido aportando los países facilitadores y amigos del proceso: España, Noruega y Suiza desde que se inició la fase exploratoria en septiembre de 2005, con la salida de Francisco Galán a la casa de paz y luego la incorporación de Suecia, Holanda, Canadá, Italia y Japón, desde la cuarta ronda en octubre pasado.

Intensas han sido las consultas de las partes por escuchar razones y posibilidades de contar con nuevos actores de la comunidad internacional en el proceso, ya no solo de países, sino de organismos multilaterales, y han saltado las propuestas de la pertinencia de que la Organización de Naciones Unidas, ONU, y la misión de apoyo al proceso de paz de la Organización de Estados Americanos -MAPP-OEA-, se hagan participes de este proceso.

Ambas instituciones han estado prestas a declarar de manera muy discreta su total compromiso de participar, son organizaciones con experticia en los temas de negociaciones políticas y tienen la credibilidad y la capacidad de hacerse partes de un proceso que estará urgido de participación de terceros imparciales con la posibilidad de acometer tareas complejas en el terreno de lo humanitario, de la verificación del cese del fuego y hostilidades, de proteger a la población civil de agresiones de otros actores armados, de acompañar el desminado de una manera técnica y rigurosa, en fin de desempeñar un papel en cada uno de los momentos de un proceso que tiene complejidades enormes y que en algunas fases de su desarrollo deberá contar con la propuesta y la acción de organismos internacionales y lo mejor es contar con una misión mixta, ONU-OEA.

El ELN ha dado señales de querer apostar duro a este proceso y la última de ellas fue la designación de Pablo Beltrán, integrante del comando central -Coce- como parte del equipo negociador, dicen, los conocedores de las intimidades del ELN, que Pablo Beltrán es un hombre sereno, calculador al extremo, pragmático y doctrinario a la vez, que su salida como miembro del equipo negociador es una señal, de que el ELN está jugando cartas fuertes y que se apresta para darle ritmo a la mesa de negociación.

Si se quiere que esta negociación se desarrolle, hay que involucrar a las estructuras regionales del ELN, se ha reiterado una y mil veces el carácter federativo de la organización, no es suficiente con tener una mesa en el exterior, sin duda importante, pero se debe avanzar en contar con dinámica regional, punto álgido pero necesario si se quiere que este proceso sea abarcador de lo que es el ELN y en consonancia con la importancia que tienen los temas regionales en un futuro acuerdo de paz.

ELN y gobierno nacional, han dado muestras de flexibilidad, el ELN, se desmarcó de un compromiso con las Farc de no entablar ningún tipo de proceso con el presidente Uribe y este no le exigió cese del fuego previo para sentarse a unos primeros contactos exploratorios, ambas partes han hecho un gasto significativo pero ha llegado la hora de la hora, o de esta ronda sale agenda y mecanismos para su discusión o es muy posible que se pueda quemar el pan a la puerta del horno, lo cual sería una nueva frustración para quienes deseamos un acuerdo de paz con el ELN y quizá un salto al vacío por parte de esta guerrilla, que debe pensar con mucho cálculo que el camino de la acción armada ya no se ajusta a sus anhelos de aportarle sus energías a la acción transformadora, la cual ya no pasa por las balas sino por los votos.

*El autor es miembro de la Corporación Arco Iris.