Home

On Line

Artículo

España, ¿país de inmigrantes?

Cada vez son más los colombianos que viajan a España en busca de mejores oportunidades. Semana.com muestra las dos caras de una coyuntura que cada día preocupa más a la sociedad española y a los extranjeros que llegan para tratar de ser parte de ella.

Rodrigo París Rojas
1 de marzo de 2003

Eran las 10 de la mañana del martes 28 de enero, cuando seis embarcaciones pertenecientes a cinco países de la Unión Europea -España, Francia, Italia, Portugal y Reino Unido- eran desplegadas para patrullar aguas del Mar Mediterráneo. Esta movilización de fuerzas no tiene nada que ver con la posible guerra contra Irak. Por el contrario, es una nueva medida adoptada para contrarrestar la creciente problemática de la inmigración que golpea a Europa en general, y a España en particular. Al finalizar ese día, Angel Acebes, ministro del Interior español, expresó con claridad: "Hay que ser generosos con la inmigración legal pero muy firmes con la ilegal".



Y es que el problema de la inmigración en España se ha convertido en un dolor de cabeza para las autoridades, y en una preocupación mayúscula para los ciudadanos españoles que ya ubican este problema en tercer renglón por detrás del terrorismo y el desempleo.



Pero realmente, ¿es tan mala la inmigración?, ¿España va a mantener una política coercitiva frente a este fenómeno?, ¿qué medidas planean para el corto plazo?, ¿cuál es la opinión de los empresarios frente a esta coyuntura?, ¿qué va a hacer el Estado español al tener una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, lo cual facilita el envejecimiento de su población?, ¿quién va a dar viabilidad al sistema pensional si no existen nuevas generaciones en proporción a una mayoría de edad que ya ronda el 20 por ciento?, ¿existe correlación entre las acciones políticas de mano dura contra los inmigrantes, y las necesidades económicas que pueden ser resueltas con ellos?



Una 'cruda' realidad



La problemática generada por los flujos migratorios que tienen como destino España es hoy en día un tema de debate en todos los niveles de la sociedad ibérica, y las razones son varias.



En primer lugar, la opinión pública asocia inmigración con pérdida de seguridad y delincuencia, lo que de por sí ya estigmatiza a cualquier inmigrante sea cual fuere su causal para estar en España. Sin embargo, con la llegada de las recientes oleadas migratorias, las autoridades han demostrado que el número de delitos y la operación de mafias de todo tipo crecen considerablemente. Según un informe sobre delincuencia organizada elaborado por el gobierno, actualmente operan en España cerca de 209 bandas muchas de ellas comandadas por extranjeros, las cuales cuentan en promedio con un patrimonio cercano a 27 millones de euros cada una.



Lo segundo, no sólo es la inmigración por sí misma, sino las exponenciales oleadas de extranjeros que constantemente buscan en la tierra del Quijote, un lugar para solucionar sus problemas económicos. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), España actualmente ocupa el segundo lugar en intensidad de flujos migratorios detrás de Alemania, cuando hasta hace apenas dos años ocupaba el sexto lugar dentro de la Unión Europea. Es tal la cantidad de inmigrantes que llegan a España, que desde 1998 hasta finales del 2002 la población extranjera se incrementó en un 90 por ciento. Según cifras recogidas por el Ministerio del Interior, en España viven sin inconvenientes jurídicos 1.324.000 extranjeros, cuando hace cinco años la cifra no superaba el medio millón. Eso sin tener en cuenta los inmigrantes indocumentados, para los que el organismo del Ejecutivo prefiere no especular ni lanzar cifras inciertas.



Tercero, España no es un país acostumbrado a los inmigrantes como pueden ser Estados Unidos, Alemania, Canadá o Australia. Es más, a pesar de las exponenciales cifras reseñadas, España tiene apenas el 3,24 por ciento de su población extranjera. Incluso por debajo de la media de la Unión Europea que se ubica en el 4 por ciento. Como lo señala Victorino Mayoral, portavoz del Partido Socialista en el Congreso, "se puede establecer que los españoles nos estamos enfrentando a un problema sin antecedentes inmediatos y para el cual, ni el gobierno ni los ciudadanos estábamos preparados".



La coyuntura económica



Estos problemas no tendrían tanta repercusión en todos los niveles de la sociedad si España no necesitara de los inmigrantes, pero paradójicamente cuando parecen endurecerse las medidas para la llegada de extranjeros al país, y la sociedad en muchos casos se muestra intolerante frente a quienes no son nacionales, es cuando más se necesita de extranjeros para garantizar la viabilidad económica de España.



En un seminario llevado a cabo en Madrid, y patrocinado por el diario económico "Expansión", se trató el tema de "Inmigración: retos y oportunidades socio-laborales".

En el evento quedaron claros varios aspectos que corroboran la necesidad del Estado español para adaptarse a la llegada de extranjeros. Según lo manifestaron varios de los ponentes en este encuentro, España afronta dos problemas graves dentro de su economía que hacen viable la acogida de inmigrantes. En primer término, la población española es cada vez más vieja. Si hasta los años 70 cada mujer española tenía tres hijos, a finales de los 90 esa tasa de natalidad se redujo a 1,1 hijo por mujer.



Lo anterior significa en palabras de Alfonso Jiménez, director general de Watson Wyatt en España, "que cada año durante los próximos 20 años llegarán menos españoles a trabajar". Con esto se corre el gravísimo riesgo de afrontar una situación en la que el mercado laboral no pueda soportar los costes de la carga pensional de quienes están jubilados.



En segundo término, uno de los sectores fundamentales de la economía española es el de los servicios, en particular, lo referente a hostelería. Y surge aquí un problema cuando las nuevas generaciones de españoles por cambios socioculturales y mejor calidad de vida no optan por estos empleos. Como lo dice el director de recursos humanos de la cadena de restaurantes Vips, Miguel Angel García, "la inmigración en este punto se convierte en estratégica y necesaria".



Una luz al final del túnel



A pesar de las últimas medidas dictadas por el Ministerio del Interior en las que prevalece un tono de dureza frente al tema migratorio, y de las afirmaciones pronunciadas por Angel Martín Vizcaíno, miembro del gobierno para Asuntos de Extranjería e Inmigración, quien manifestó a SEMANA "no hay posibilidades de establecer nuevas regularizaciones para los inmigrantes indocumentados porque eso iría en contra de las leyes españolas", parece brillar un haz de luz al final de este complejo y oscuro túnel.



El aspecto positivo de la inmigración lo exponen los empresarios. Para ellos, hay una necesidad urgente y apremiante que debe obligar al gobierno a establecer políticas flexibles para incorporar inmigrantes en el mercado laboral español de forma inmediata.



Uno de los ejemplos más exitosos que desde hace algún tiempo apostó por los inmigrantes es el grupo Vips. Los directivos de esta cadena de restaurantes han visto en la inmigración una coyuntura positiva que debe asumirse con naturalidad y sin tantos prejuicios.



El gerente de recursos humanos del grupo, Miguel Angel García, explicó a SEMANA "mientras en 1999, el 9 por ciento de los empleados era extranjero, a finales del 2002 la cifra ascendió al 40 por ciento, y a finales del presente año se tiene previsto que la mayoría de empleados sean inmigrantes". El ejecutivo de Vips añadió, "la inmigración es una realidad sin la que España no puede vivir" y resaltó que en su compañía trabajan inmigrantes de más de 80 nacionalidades en un número que asciende a 6.000 personas, de las cuales el grupo mayoritario son colombianos.



El Grupo Vips para garantizar su seriedad en el proceso de integración que lleva con inmigrantes, los contrata en sus países de origen, les tramita la documentación para que estén en España legalmente, y les ofrece contratos indefinidos para que esa población pueda tener una estabilidad y proyección en sus anhelos personales.



Junto a este ejemplo existen algunos más dentro del sector empresarial español que conjuntamente abogan por la defensa de los inmigrantes, la calidad de su trabajo, y la disposición de éstos a trabajar en empleos no aceptados por nacionales.



Así, mientras el ministro del Interior, Angel Acebes muestra orgulloso su Plan "Ulises" para detener inmigrantes en el Mediterráneo, y la sociedad española se muestra preocupada por la expansión de extranjeros en su territorio, los empresarios buscan la forma de actuar como grupo de presión ante la administración pública, en defensa de los inmigrantes que, hoy por hoy se constituyen en una fuerza básica del mercado laboral.



Al tenerse en cuenta lo anterior, muchos se preguntan si llegará el momento en que la visión reactiva del Estado español confluya con las ventajas de la inmigración. De eso depende la suerte de miles de extranjeros en España y, a la larga, de los mismos españoles.



*Corresponsal en Madrid