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En 2005 más de 2000 paramilitares del del Bloque "Heroes de Granada", entregaron sus armas en el poblado de Cristales, al noroeste de Colombia | Foto: AP

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Excedentes de armas, un riesgo para la paz

La desmovilización de las AUC ha dejado miles de armas fuera de servicio, pero si no son destruidas corren el riesgo de volver a alimentar la guerra. Semana.com entrevistó a Robert Muggah, director del Informe de Armas Ligeras de 2008 quien asegura que las fuerzas militares tienen 65.000 armas que no necesitan.

Lorenzo Morales, editor de Semana.com
5 de agosto de 2008

El Informe de Armas Ligeras 2008 (Small Arms Survey) es el documento más confiables sobre el tema en el mundo.  Este año se centra en los depósitos y excedentes de armas en el planeta, los cuales se convierten en un riesgo para la seguridad de muchos países y son una fuente de tentación para traficantes.

Las negociaciones recientes de paz y desarme con las AUC hace que Colombia deba pensar a fondo qué va a hacer con las armas entregadas, para que éstas no vuelvan a alimentar la guerra. Especialmente cuando el conflicto armado sigue activo a través de las nuevas bandas emergentes y la guerrilla. 

El informe incluye dos estudios de caso sobre violencia armada en El Salvador y Estados Unidos y  un ‘comic’ que narra, basado en hechos reales, que tan fácil es falsear información para enviar munición  a prácticamente cualquier lugar del mundo, sin problemas.
 
Semana.com entrevistó al director del informe, Robert Muggah, sobre cuáles son las medidas que Colombia debería tomar para evitar que las armas entregadas se reciclen y los riesgos del país frente al multimillonario negocio del tráfico ilegal de armas. 
 
Semana.com: Cuáles son los principales riesgos de Colombia, un país en conflicto, con respecto al tráfico de armas ligeras?

Robert Muggah: Colombia enfrenta una situación particularmente compleja producto de las dinámicas del conflicto y su legado histórico. Específicamente para Colombia, hemos documentado desde 2006 la entrada al país de armas provenientes de 40 países diferentes. Estimamos ese año que había en el país entre 2.3 y 3.9 millones de armas pequeñas y ligeras, incluyendo aquellas que están en manos de civiles y aquellas en manos de militares.

Esto es mayor que lo estimado por las autoridades del país y, por supuesto, mayor a lo que indican los registros oficiales de armas. Una pequeña pero significativa parte de estas armas terminan en manos de grupos ilegales, bien sea a través de corrupción, robo o tráfico ilegal.

El tema de los excedentes militares es otro tema importante en Colombia pero poco estudiado y documentado. Por ejemplo nuestro Informe de 2008 estima que hay al menos unas 600.000 armas en los arsenales de militares. Creemos que de esas, 535.000 son necesarias y las restantes 65.000 son excedentes. Aunque Colombia, comparado con otros países, muestra un sistema robusto para cuidar estas armas, estos remanentes siempre corren el riesgo de terminar en las manos que no deben, si no hay un buen control y registro.

Semana.com: Qué incidencia ha tenido sobre el tráfico de armas en Colombia el proceso de desmovilización con las autodefensas.

R.M.: El proceso de paz con los paramilitares permitió recuperar una pequeña porción de armamento sofisticado. Específicamente, desde enero de 2003 cuando se dieron las primeras entregas de armas encontramos que las armas eran modernas y de muy buena calidad. Algo muy distinto fue el caso de las entregas que hicieron las guerrillas en los procesos de amnistía en los 90s.

Desde que empezó el proceso, más de 31.000 paramilitares se desmovilizaron y entregaron cerca de 17.000 armas de varios calibres. Aunque es una cifra proporcionalmente baja y que muestra una baja relación hombre-arma (es decir se entregaron menos armas que hombres) es importante señalar que lo importante en estos caso es quién y cómo usa estas armas.

Pese al pequeño número de armas recuperadas, esto tuvo un profundo impacto en el número de homicidios y la victimización en varias regiones de Colombia. Además del impacto de los programas de prevención y reducción del crimen en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali. El informe y el CERAC han registrado la caída de homicidios en las zonas donde se presentaron las desmovilizaciones entre 2003 y 2005 pese a un ligero repunte a partir de 2006.

Por eso es importante recordar que las armas pequeñas y ligeras figuran como las principales responsables de la violencia homicida en Colombia.

En total la violencia por armas de fuego ha llevado a la perdida de 475.000 vidas y 342.000 años de vida productiva desde 1979. Dado lo anterior, intervenciones que reduzcan la disponibilidad y el accesso a armas tanto legales como ilegales puede tener un impacto significativo en reducir la violencia.

Semana.com: Cuáles son los principales riesgos en cuanto al tráfico de armas, después de un proceso de paz. Tienen alguna preocupación particular para el caso de Colombia?
R.M.: Existen varios riesgos y se los voy a decir sin ningún orden de importancia.

El riesgo de dar incentivos equivocados para el desarme: si la recompensa monetaria o jurídica es muy baja, la gente preferirá no entregar sus armas. Pero si la oferta es muy alta, esto puede contribuir a crear un mercado negro donde la gente entrega armas viejas para poder adquirir unas nuevas. Este no parece haber sido el caso de Colombia dado que es claro que hay muchas armas en circulación.

El riesgo de no dar garantías suficientes a quienes entreguen armas. Este punto ha sido controversial en el caso de Colombia dadas las amplias amnistías que han recibido quienes se desarman, aunque en el caso de las AUC este asunto fue parcialmente resuelto.

El otro riesgo es recolectar armas muy viejas y ya inútiles, lo cual es un riesgo en todos los procesos de desarme. Siempre quedaran caletas con buenas armas escondidas, pero de acuerdo con los datos que tenemos del gobierno colombiano, armas de muy buena calidad fueron entregadas en el proceso con los paramilitares.

La falta de legislación que permita controlar armas: Cómo aún hay muchas armas circulando en Colombia, existe el riesgo que quienes se desarmaron, como el caso de los paramilitares, se rearmen a través del mercado negro.

El otro peligro es no destruir los excedentes de armas. Este es un tema crítico pues hay un peligro real de que sean reinsertadas al mercado. Por eso las campañas de destrucción pública y masiva de armas cumple un doble propósito: reducir el excedente de armas y crear confianza entre la gente de que la voluntad de paz es real.

Semana.com: Qué información tienen sobre el tráfico de armas entre Colombia y sus vecinos y con países de Centro América, que después de superados sus conflictos armados, se volvieron fuentes de armas en desuso.

R.M.: Hay muchísimos ejemplos del movimiento de armas entre Colombia y sus vecinos. En el informe que hicimos en 2006 hay un capítulo dedicado al caso de Colombia y ahí puede encontrar todos los ejemplos (vea aquí el capítulo al que se refiere Muggah).

Pero le puedo citar ahora algunos casos. Por ejemplo en 2001, 3.000 fusiles de asalto de Nicaragua y 2.5 millones de cartuchos fueron entregados a las AUC. El barco Oterloo de bandera panameña hizo la entrega de las armas, y seis meses después la compañía a la que pertenecía, Trafalgar Maritime Inc., se disolvió.

Otro caso sobresaliente es el desvió de 10.000 fusiles AKM hacia las Farc, del cual se supo en 2001. Esos fusiles hacían parte de un arreglo de venta de 50.000 armas de Jordania a Perú que terminó manipulado por altos oficiales peruanos, incluido el jefe de inteligencia del gobierno, Vladimiro Montesinos. Las armas fueron lanzadas desde aviones durante cuatro vuelos de un avión de matricula ucraniana entre marzo y agosto de 1999. Al parecer Victor Bout estuvo relacionado. El gobierno de Jordania canceló el negocio después de que se destapó el escándalo.