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García 'Marqueting': del realismo mágico a la pedófilia

Para el escritor colombiano Efraím Medina, la última novela del Nobel es una "patética apología del abuso sexual envasada al vacío en la vieja y desgastada fórmula del realismo mágico", entre otras muchas cosas.

Efraím Medina Reyes*
12 de diciembre de 2004

Algunas reseñas afirman que la última novela de García 'Marqueting' es una reflexión sobre el amor y la sexualidad en la vejez. ¿Reflexión? Debe ser un chiste. Las 109 páginas de esta noveleta cuentan la historia de un anciano, asiduo visitante de prostíbulos, que para celebrar sus noventa años le pide a Rosa Cabarcas (la matrona de su burdel favorito) que le consiga a una niña pura y virginal.

'Marqueting' parodia en forma grotesca y disparatada al Yasunari Kawabata de El palacio de las bellas durmientes. La novela de Kawabata es un retrato delicado y profundo sobre las claves de una cultura todavía por descubrir para Occidente; la de Marqueting, una patética apología del abuso sexual a menores (que en Colombia arroja cifras escalofriantes) envasada al vacío en la vieja y desgastada fórmula del realismo mágico. Más que triste, la novela de 'Marqueting' es floja y aburrida: desde el punto de vista estético quizá sea la peor de sus obras. Y en cuanto al contenido, habrá que pensar que el patriarca de Macondo empieza a padecer demencia senil o que siente fascinación por la pedofilia.

Al anciano protagonista de la novela (¿álter ego de 'Marqueting'?) lo apodan Mustio Collado, un profesor de gramática y latín que durante su vida no ha hecho otra cosa que acostarse con putas llevando "un registro con el nombre, la edad, el lugar y un breve recordatorio de las circunstancias y el estilo".

Como lector me hago algunas preguntas: ¿Una niña virgen de 14 años es puta por vocación como insinúa la novela? ¿De dónde y por qué llegan esas niñas a los prostíbulos? ¿Es creíble que esta niña, por demás analfabeta, se encierre en su habitación de burdel a escuchar en la radio la primera sonata para piano de Brahms?

No sobra recordar que la historia de 'Marqueting' acontece en la polvorienta Barranquilla de mediados del siglo pasado. Pero el asunto no para allí; también hacen parte de la banda sonora de esta novela Wagner, Debussy, Bruckner, Mozart, Puccini. que según 'Marqueting' sonaban a todo timbal en las esquinas caribeñas de la época.

Al igual que la niña de la novela, millares de menores son forzados a prostituirse cada año en Colombia y comercializados luego en el exterior (donde no sabemos que música escuchan).

Según algunos estudios, Colombia aporta cerca del 17 por ciento de las prostitutas del mundo (el protagonista de 'Marqueting' amante de las cifras, puede estar orgulloso).

Pero una novela no es mala porque haya más o menos prostitutas colombianas en el mundo. La ineficacia de Memoria de mis putas tristes reside en la ligera y alegre forma como 'Marqueting' asume el tema; la parodia gira en torno a la descripción física, plena de lugares comunes, que el anciano hace de la niña: "Los senos recién nacidos parecían todavía de niño varón pero se veían urgidos por una energía secreta a punto de reventar". La esperada reflexión nunca aparece (pensar nunca ha sido una virtud de 'Marqueting'; su reconocido e innegable talento consistió en fabular y recrear el folclore colombiano); la fábula esta vez es precaria y da la impresión de que el tema 'prestado' a Kawabata le queda grande.

La desigual trama de la novela se rellena entonces con referencias literarias y citas citables del estilo Selecciones del Reader's Digest; no faltan como es habitual en 'Marqueting' las frases tremendistas como cuando Mustio Collado dice que a su víctima "el cabello corto y rizado le infundía a su rostro el resplandor andrógino del Apolo de Praxíteles", las hiperboles y reiterados adjetivos made in Macondo que esta vez no alcanzan para darle sentido a la descabellada love story de la candida ¿putica? y el abuelito desalmado.

Como ha sucedido con los últimos libros de 'Marqueting', incluidas sus decepcionantes memorias, esta novela representó un acontecimiento de mercado antes que literario. 'Marqueting' salió de su madriguera para encabezar la campaña publicitaria; hizo alharaca sobre un supuesto bloqueo a su presencia en el Congreso de la Lengua en Argentina (el ingenuo Saramago cayó en la trampa y se mostró solidario, luego el mismo 'Marqueting' diría que todo era un malentendido) y, dentro de esa estrategia comercial, visitó su "amado país" (donde no vive desde hace más de treinta años) y recurrió a su amigo Uribe para mover fichas contra la supuesta piratería del libro (como si la piratería no fuera una política de Estado desde siempre en Colombia).

Hasta los críticos más fieles han aceptado el declive de su prosa, que para las últimas generaciones de colombianos es sólo historia, trabajo escolar y basta. Por supuesto que el establishment, del que 'Marqueting' es poderoso miembro y momia sagrada, seguirá imponiéndolo como símbolo nacional y figura de exportación. Ellos saben que eso funciona, sobre todo en Europa, donde todavía la nostalgia por la mítica y exuberante Suramérica vende millones de copias como bien lo demuestra ese saco de mocos que es Isabel Allende (digna heredera de 'Marqueting'); para la Allende, Chile y su apellido han sido un buen negocio; sus novelones en serie sobre "mi lindo y querido país inventado" que abandonó en 1975, escudándose como tantos otros en el conveniente rótulo de "exiliada política", le han dado mucho dinero y sigue explotando esa farsa aún con pasaporte gringo en su confortable mansión en California.

La lista es larga, me vienen a la memoria nombres como Vargas Llosa y Carlos Fuentes; éste último, por ejemplo, combina medidos seudoartículos de denuncia política con la escritura de prólogos por encargo para gente de dudosa índole como el que hizo para la autobiografía del magnate venezolano Gustavo Cisneros y por el cual se dice que recibió cerca de 50.000 dólares.

Es obvio que una buena obra literaria lo seguirá siendo por abyecto que sea el autor, estoy de acuerdo. También creo que es útil y saludable desenmascarar y desmitificar a los farsantes.

Hace una semana estuve en Brasil participando de un evento literario;' el tema de mi charla era lo que algunos en América Latina empiezan a llamar "la nueva literatura colombiana".

La consabida mención de mis ataques a Marqueting' no tardó en aparecer, y uno de los asistentes me preguntó si esos 'ataques" no eran mi fórmula para hacerme notar. Otro asistente recordó que los demás escritores colombianos de mi generación veneraban a 'Marqueting'.

Supongo que es inevitable asociar los 'ataques' de un escritor emergente a uno consagrado como la pataleta del hijo a la figura del padre. Prefiero eso a quedarme callado; la mayoría de escritores de mi generación en Colombia parecen haber heredado el oportunismo de sus mayores y algunos, como Héctor Abad Faciolince, han declarado públicamente que no critican a Marqueting porque le deben favores. Por fortuna no le debo nada a esa ni a ninguna otra momia.

Considerando que las putas venden su cuerpo para sobrevivir a la miseria y que huyendo de la violencia terminan la mayoría de veces en una peor, es lógico que sean tristes. Sobre todo las que reciben clientes como el personaje de Marqueting o, todavía más desgraciadas, al propio Marqueting.

Las putas alegres que conozco son de otra índole; ellas en vez del cuerpo venden el alma. Son putas de renombre cuya conciencia suele valorarse en dólares, son ávidas de halagos y relaciones con el poder. Estas putas alegres alguna vez figuraron como seres dignos y confiables que defendían valores románticos como la verdad, la honestidad y la justicia. Todavía en sus entrevistas dicen luchar por los débiles (mientras les hacen prólogos a los magnates). Otras guardan silencio cuando sus amigos dictadores, uniformados o vestidos de Armani, abusan del poder o asesinan inocentes. Las putas alegres no paran de sonreír mientras conversan y promocionan sus libros en compañía de mafiosos y políticos corruptos. Quizá en un futuro no lejano el título de moda no sea Memoría de mis putas tristes sino un minucioso estudio sobre grandes artistas e intelectuales latinoamericanos titulado Memoria de mis alegres putas.



* Autor del libro 'Técnicas de masturbación entre Batman y Robin'