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Gengis Khan renace 800 años después

Sara Guevara lleva a los lectores a la enigmática Mongolia, un país que vuelve a florecer de la mano del gran guerrero

Sara Guevara
8 de agosto de 2006

Después de años de desinterés y letargo cultural, Mongolia vuelve a florecer de mano del gran guerrero Gengis Khan, al cumplirse los 800 años de la fundación del Imperio Mongol. No solo él y sus descendientes lograron conformar el imperio más extenso de todos los tiempos conquistando desde China hasta Hungría pasando por el Medio Oriente, sino que dejaron una increíble huella genética en parte de la raza humana. Según científicos del departamento de Bioquímica de la Universidad de Oxford, más de 16 millones de personas en Asia central todavía conservan similitudes genéticas con el mítico guerrero.

Las celebraciones son en toda Mongolia. El colorido festival de Nadaam, que recuerda la fortaleza del pueblo mongol, este año ha sido apoteósico. Una gran escultura de 8 metros de alto fue develada en pleno centro de la capital mongola, Ulan Bator, mientras en el estadio nacional cientos de jinetes vestidos de guerreros y 800 músicos hacían los honores a un nuevo himno nacional del que se han borrado todas las alusiones al pasado comunista. Por todo el país iniciaron competencias de arquería, lucha, y carreras de caballos, los tres deportes oficiales de Mongolia heredados de su pasado guerrero.

Las imágenes de Gengis Khan se ven por doquier e incluso el compositor Doipalem Ganzorig ha puesto en escena la primera ópera rock mongola, que combinando el canto operático con el gutural tradicional mongol, habla de las proezas y virtudes del gran guerrero.
Pero el resurgir del gran conquistador no es casual. Las autoridades de Mongolia han visto en Gengis Khan el icono ideal para alimentar la moral y el orgullo del país, que a pesar de tener importantes yacimientos de petróleo y otros minerales, no logra salir de su atraso y se encuentra cultural y económicamente atrapado entre China y Rusia.

Los mongoles esperan convertir su país en un rentable destino turístico que gire alrededor del exotismo de sus paisajes y de su héroe legendario. Aunque son conscientes de la mala reputación de Gengis Khan en Occidente, están empeñados en destacar sus virtudes no solo guerreras, sino como estratega comercial.

Un slogan del gobierno mongol dice: “Somos los padres de la globalización”. Afirmación no del todo falsa si se tiene en cuenta que gracias a la tolerancia religiosa del guerrero surgió el apoyo de muchas de las naciones conquistadas y por ende, un código de leyes comerciales y seguridad en las rutas que permitieron el intercambio de mercancías en una vasta zona del planeta.

La búsqueda de la nueva identidad de Mongolia no queda en la leyenda. En las inmensas llanuras del este, un grupo de arqueólogos japoneses ha encontrado los vestigios del palacio de Gengis Khan y creen que su tumba está cerca. Según la leyenda el guerrero fue enterrado sin ningún tipo de monumento o señal que pudiera identificar su tumba. Los soldados encargados de enterrar el cadáver del conquistador fueron ejecutados con el fin de guardar el secreto para siempre.

Aunque el descubrimiento de la tumba del guerrero sería una gran fortuna para la industria turística de Mongolia y sus planes de desarrollo, muchos habitantes ven el proyecto con disgusto. Piensan de acuerdo a sus creencias que violar tumbas ancestrales destruye el alma que los protege en el presente y que una vez sea ubicada la tumba de Gengis Khan llegarán todo tipo desgracias. Incluso en pleno siglo XXI las familias tradicionales sepultan a sus muertos en la más estricta intimidad, aún en la noche, para evitar llamar la atención.

Para los intelectuales mongoles, se encuentre o no se encuentre la tumba del guerrero, las nuevas generaciones necesitan una mentalidad común de cara al futuro. Y están seguros que aunque Gengis Khan fue un gran hombre, se necesitará mucho más que un icono para que el país pueda superar la pobreza y alimentar a los tres millones de habitantes que lo componen.

La pregunta que se formulan es: ¿Cómo puede una tierra de pueblos nómadas por excelencia progresar para formar parte de un mundo cada vez más tecnificado y globalizado? Nadie lo sabe. Al parecer la respuesta parece estar, por lo menos por ahora, en el espíritu de Gengis Khan.