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El ELN y el gobierno comenzaron las rondas de acercamientos de Cuba en 2005. Ahora se preparan para iniciar la discusión de los temas de la agenda para el cese de hostilidades.

PAZ

Gobierno y ELN afinan estrategia para discusión sobre agenda de negociación en Cuba

El reconocimiento del gobierno a Pablo Beltrán como miembro representante del ELN demuestra que las partes se la jugarán a fondo en la próxima ronda de diálogos. La cita será decisiva porque comenzará la discusión de contenidos sobre las condiciones para un cese de hostilidades.

Élber Gutiérrez Roa
31 de enero de 2007

La llegada de Pablo Beltrán al equipo de voceros del ELN para los diálogos con el gobierno no es gratuita ni casual. Es la comprobación de que tanto el gobierno como el ELN se la jugarán a fondo durante la quinta ronda de diálogos en la cual tienen el difícil reto de comenzar la definición de los puntos que tendrá la agenda a pactar con miras a un cese de hostilidades.

El primer efecto de esta movida en el ajedrez de los diálogos es comprobable mediante una simple revisión al equipo del ELN. De uno con tres voceros (sólo uno de ellos perteneciente al Comando Central, Coce) pasó desde este miércoles a uno de cuatro en el que la mitad pertenecen a dicha instancia. Con Antonio García y Pablo Beltrán el ELN se asegura de que las directrices de su máxima instancia de mando estarán representadas con firmeza en la ronda de Cuba. Francisco Galán y Juan Carlos Cuellar, los otros dos voceros, le darán un toque menos centralista a las exploraciones de paz. Son voceros por la dirección nacional, más plural que el Coce.

En otras palabras, el Coce se está tomando más en serio los diálogos y legitimando las rondas de Cuba. Por eso le pidió al gobierno la inclusión de Beltrán como vocero, petición aceptada a partir de la fecha por el comisionado de paz Luis Carlos Restrepo según comunicado difundido por la Casa de Nariño.

¿Por qué ampliar el equipo ahora? El ELN sabe que la quinta ronda en Cuba puede ser la más difícil. Pese a los anuncios de buena voluntad de parte y parte no será sencillo pactar un cese de hostilidades. La historia reciente lo demuestra. Es mucho lo que las partes han andado para llegar hasta dónde están y aún queda camino por recorrer para conciliar las diferencias respecto a temas como la financiación de la guerrilla mientras silencia sus armas o las críticas al proceso con los paramilitares. De ahí la segunda consecuencia del movimiento en el equipo de voceros.

Negociador por excelencia, Beltrán es uno de los guerrilleros más respetados en el ELN por su habilidad como contraparte en una mesa de discusión. Quienes lo conocen saben que es capaz de mantenerse en un proceso sin ceder, pero sin romper la negociación. Su diferencia frente a García, líder de la delegación del ELN, es que tiene un carácter menos fuerte. Beltrán es igual de directo, pero más pausado y no tan explosivo.

El tercer aporte de Beltrán es su experiencia en este tipo de discusiones. Es el único de los cuatro voceros que estuvo en los acercamientos de paz que terminaron con el “Acuerdo de Puerta del cielo” pactado en Mainz (Alemania) con delegados de la sociedad civil, a finales de los años noventa. Pese a que errores de parte y parte hicieron abortar tal iniciativa, el ‘acuerdo de Puerta del Cielo’ es uno de los referentes obligados en la historia reciente de intentos de paz con el ELN. No sólo marcó una hoja de ruta, sino que permitió conocer más en profundidad los intereses del ELN frente a una negociación, entre ellos su intención de que un proceso de paz sea más que una simple dejación de armas.

Según el comisionado de paz, el reconocimiento a Beltrán, cuyo nombre real es Ismael Enrique Pineda, es una demostración de que el Ejecutivo también cree en el proceso. Mucho va desde las poco amistosas declaraciones ‘elenas’ de comienzos del primer mandato Uribe al estado actual de las aproximaciones. No es secreto que al Ejecutivo le interesa concretar la ilusión de un proceso de paz con este grupo guerrillero. Si bien el ELN no es tan poderoso como las Farc (sólo cuenta con 4.500 hombres) cualquier avance en dicho sentido le vendría muy bien al gobierno ante las dificultades por las que atraviesa el proceso judicial a los ex paramilitares, la crisis por la ‘parapolítica’, las versiones sobre el resurgimiento de grupos paramilitares (encabezados por las ‘Águilas Negras’) y los nulos contactos con las Farc.

Así las cosas, puede que la tan mentada –y aplazada- reunión no conduzca de manera inmediata a los resultados tangibles que el país espera, pero las partes avanzan en la superación de desconfianzas y cada vez parecen tomarse más en serio el proceso.