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El Ejército de Liberación Nacional, ELN, inició la lucha armada hace cuatro décadas.

CONFLICTO

Gobierno y ELN dan un paso histórico para iniciar una negociación de paz

En un hecho sin antecedentes, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se sentará en una mesa de negociación con el gobierno del presidente Uribe para buscar una salida dialogada al conflicto social y armado. El acuerdo se logró en La Habana, Cuba.

Luis Eduardo Celis Méndez*
26 de octubre de 2006

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el gobierno del presidente Álvaro Uribe anunciaron el inicio de un proceso formal de diálogos y negociaciones que busca ponerle un punto final al alzamiento armado que este grupo insurgente ha mantenido desde que en un lejano año de 1962 se constituyó en el país en el que hoy se hizo el histórico anuncio: Cuba.
 
A este punto se llegó después de que las partes tuvieran durante estos días en la isla una fluida y productiva ronda de conversaciones denominada ‘Fase exploratoria’. Ahora esta se cierra y se da este significativo paso que pasará por la construcción de dos ejes: ambiente para la paz y participación de la sociedad.

¿Pero, cómo se llegó a esta etapa? Uno de los aspectos a tener en cuenta es la metamorfosis del grupo insurgente. El ELN ha sufrido de manera lenta un cambio en su concepción política, centrada en la construcción de un poder militar para imponer su proyecto de sociedad, y de manera gradual ha valorado la acción social y la convergencia con otros esfuerzos de transformación social. Esto explica por qué arranca un proceso de negociaciones y la construcción de un acuerdo político para dejar la acción armada y convertirse en fuerza política civil.
 
El avance de la izquierda civilista, agrupada en el Polo Democrático Independiente y sus importantes éxitos en los últimos tres años, iniciando por el triunfo de Luis Eduardo Garzón en Bogotá y la derrota al Partido Liberal en las elecciones de mayo, son datos políticos que el ELN ha analizado con detenimiento. Este panorama es el que hoy tiene al grupo guerrillero. Ahora en el horizonte mira que el camino de la acción política pasa por los votos y no por las balas.
 
Recientemente el ELN hizo públicas las conclusiones de su IV Congreso realizado en julio pasado. Las decisiones allí tomadas son muy importantes. Por ejemplo, entre otras cosas, manifestaron que su acción y esfuerzos estarán centrados en trabajar porque “Colombia debe marchar hacia la construcción de un nuevo gobierno, de nación, paz y equidad”. Gobierno es lo que el ELN quiere ser, y quizás analice que los vientos de izquierda en América Latina pueden llegar a Colombia, como hoy se viven en Chile, Uruguay, Venezuela, Brasil, Bolivia y Panamá.
 
Pero llegar a la construcción de un acuerdo político para ponerle punto final a la guerra entre un grupo de rebeldes que soñaron con poner ‘patas arriba’ el viejo orden y construir una sociedad al tamaño de sus sueños llenos de utopías y transformaciones radicales, y un gobierno de derecha como lo es el del presidente Uribe, que representa lo más excelso del establecimiento, no será fácil. Se requiere ceder de lado y lado. Unos ceder en su extremismo, el ELN, y el otro ceder en su ‘michicatería, el gobierno.
 
Agenda hay y mucha. Los temas del desarrollo regional, las políticas públicas para superar la pobreza, el régimen de partidos, el endeble sistema electoral que no da garantías en la contienda, el excesivo control y monopolio sobre los medios de comunicación. Algunos temas bien pueden ser parte de una agenda de reformas a pactar entre gobierno y ELN con participación social, pero nuevamente se vuelve al punto central: hay que tener ánimo de ofrecer por parte del gobierno y disposición de pactar por parte del ELN.
 
La ronda de La Habana que ahora culmina alimenta de un optimismo moderado a quienes desde la sociedad colombiana y la comunidad internacional, apuestan a que ahora sí este proceso va por buen camino y se podrá arribar a buen puerto.
 
Se contará con un una agenda de temas y los mecanismos para promover la participación ciudadana, en unas negociaciones que tendrán su ritmo lento y se entrará en los próximos meses a lograr acuerdos políticos para la distensión del conflicto y la aclimatación de condiciones que permitan que la mesa fluya, se realice la Convención Nacional y se entre en fases de mayor detalles de los contenidos y mecanismos de realización de los acuerdos a que lleguen ELN y gobierno.

El ELN ha emprendido el camino de la solución política, distanciándose de las Farc, lo cual le ha costado de momento que esta guerrilla agresiva y sin talanqueras de ningún tipo se les abalance en Arauca, causándoles más de 200 bajas en su fuerza y agreda las comunidades campesinas donde hace presencia.
 
Pero todo parece indicar que muy a pesar de la oposición de las Farc el ELN quiere construir un pacto de paz, no a cualquier precio, sino un pacto que le permita salir por una puerta digna de la guerra, en su condición de fuerza no victoriosa pero tampoco vencida.
 
Hay temas gruesos que vendrán en este proceso, que requerirán de mucho análisis, debate y concertaciones entre ELN y gobierno con la activa participación del Congreso de la Republica, los partidos políticos y la pluralidad de organizaciones sociales y comunitarias comprometidas con la superación de la guerra.
 
Para citar un solo caso: ¿cuál va a ser el tratamiento de verdad, justicia y reparación que recibirá el ELN? Gran tema sobre el que ya se pronunció el presidente Álvaro Uribe –en reciente entrevista con la Revista Cambio– en términos de: “un proceso de paz con el ELN o las Farc va a necesitar una legislación totalmente benigna. Lo que hoy parece benévolo con los paramilitares, sería tan duro frente a las Farc o el ELN que frustraría cualquier proceso con ellos. Y eso va a llevar a que los paramilitares pidan el mismo tratamiento. Esto hay que decírselo al mundo con claridad y anticipadamente. Colombia y la comunidad internacional tienen que estar preparadas para ello”.
Afirmación llena de contrasentidos en un mundo que ya no acepta ni indultos ni amnistías ante crímenes de guerra y violaciones al Derecho Internacional Humanitario.

La paz con el ELN no está a la vuelta de la esquina. Es posible si guerrilla, Estado y sociedad sabemos construir un pacto que haga posible ponerle punto final al alzamiento armado, y se siga contando con la decidida participación de la comunidad internacional, que luego de esta ronda es nutrida; con la presencia de España, Noruega y Suiza, que han desempeñado un papel muy importante de facilitadores y a quienes ahora se suma, Suecia, Canadá, Holanda, Italia y Japón, a la que es deseable que se sumen en su momento y en las modalidades que se considere pertinente la Unión Europea, la ONU y la OEA y se mantenga el apoyo decidido de Venezuela y Cuba. Esta presencia sin duda le dará garantías a las partes para sus encuentros.
 
La ronda de La Habana empezó el día en que el presidente Uribe, sobre los escombros de la bomba en la Universidad Militar, convocó a un nuevo impulso a la guerra contra las Farc. Sin embargo, en La Habana soplaron vientos de paz. El comisionado Luis Carlos Restrepo habló de emprender una negociación para profundizar la democracia colombiana y el comandante del grupo insurgente Antonio García, habló con claridad de la posibibilidad de concertar un cese del fuego y de buscar un acuerdo, siendo categórico en sus afirmaciones “Por encima del ELN y del gobierno nos espera un país con expectativas de paz”.

*Corporación Nuevo Arco Iris