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"Posteriormente pases invertidos en la propia cuna de los pitones para cambiar la muleta de mano y seguir toreando por naturales sin moverse, quieto como un poste. Y con una sapiencia y maestría que se desbordó en aplausos y olés de la concurrencia". | Foto: León Darío Peláez

TOROS

Grandioso estuvo Rincón en la Santamaría

Con un lleno total en los tendidos el maestro bogotano dictó cátedra de buen torear con un encierro de su propiedad, bien presentado pero de desigual comportamiento.

Hernán Miranda T.
29 de enero de 2007

La tarde de verano y el ambiente previo a la corrida hacían presagiar que se verían cosas grandes. Y efectivamente el matador César Rincón, quien alternó con los españoles David Fandila, El Fandi y Alejandro Talavante, estuvo sensacional, espectacular, grandioso, en fin, se agotan los elogios para calificar su actuación en la primera plaza del país.

Primero hay que empezar por decir que hubo emociones encontradas que se fueron desbordando a medida que transcurría la lidia de Comandante, un toro de 474 kilos al que César recibió con lances al delantal y que luego remató con una media verónica, torera y ajustada.

Y lo grande vio después del tercio de varas. El toro se vino de menos a más y en qué forma. Rincón, que en eso es un maestro, lo entendió perfectamente, citándolo de lejos para instrumentarle unos derechazos largos, con temple, y empalmando con el pase de pecho que llenaron de emoción a los aficionados.

Posteriormente pases invertidos en la propia cuna de los pitones para cambiar la muleta de mano y seguir toreando por naturales sin moverse, quieto como un poste. Y con una sapiencia y maestría que se desbordó en aplausos y olés de la concurrencia.

Y cuando la faena estaba en su punto más álgido, parte de los aficionados empezaron a pedir el indulto de Comandante. Y Rincón en un momento de emoción desbordada se negó en un principio a matar a su toro al que siguió lidiando en los medios de la plaza con pases de todas las marcas, luego de dejar muleta y estoque a su hermano Juan Carlos, que hace de mozo de espadas.

Pero como la petición no era mayoritaria y luego de escuchar a su apoderado, volvió al ruedo y en medio de las lágrimas mató a su toro con una estocada recibiendo, el cual dobló a sus pies y con un Rincón acongojado y triste. La presidencia le otorgó las dos orejas, las cuales ordenó que se las guardaran como un homenaje al toro que luchó por salvarlo de la muerte. Comandante fue premiado con una vuelta al ruedo lenta y al pasar por el burladero de matadores, las mulillas pararon para que César dejara su montera en los lomos del toro demostrándole su agradecimiento y su pena.

Pero no todo terminó ahí. A su segundo oponente, un toro de 529 kilos, que fue manso con el caballo y que se escupía de las varas comenzó a enseñarle a embestir, aguantándole las tarascadas y sin avasallarlo, dictó cátedra de toreo profundo. Como un profesor que le insiste a su alumno para que colabore. Mimándolo y dándole el sitio adecuado. Muletazos de un trazo inconmensurable, lentos y llenos de temple. Mejor dicho todo un magisterio. Hasta el mismo toro quedó desconcertado con el maestro.

Y cuando ya la faena estaba hecha lo mató de una estocada casi entera que lo hizo rodar sin puntilla. De nuevo el palco presidencial le otorgó una oreja, con fuerte petición de la segunda por parte de los aficionados que no salían de su asombro, pues no daban un peso por las dificultades que mostró Buenasuerte al salir al albero de la Santamaría.

Qué más se puede decir de Rincón. Que no es entendible que se retire cuando está pasando, sin lugar a dudas, por el mejor momento de su carrera profesional. Que es una lástima su ausencia, pues no se ve en el mediano plazo quién pueda sustituirlo o reemplazarlo, con el debido respeto que se merecen los demás toreros colombianos. Por fortuna estará de nuevo este domingo 11 de febrero y con el ambiente que dejó, con toda seguridad volverán a llenarse los tendidos de la plaza para verle en una de sus últimas actuaciones.

El Fandi

El diestro granadino estuvo ganoso y voluntarioso con sus toros a pesar de que estos fueron mansos y con muchos problemas. Sin embargo en el tercio de banderillas estuvo fenomenal llevando al delirio a los espectadores, pues coloca los rehiletes con una solvencia que impresionan. De poder a poder, al sesgo, al quiebro, al violín. Definitivamente se encuentra sobrado y lleno de facultades. Mejor dicho ‘juega’ con sus toros y hace lo que quiere con estos pues es todo un atleta. Ya con la muleta es otro cuento y más si como en el caso del domingo rueda con toros que le presentan dificultades y problemas. Hay que abonarle que intentó y puso mucha voluntad, por lo cual fue despedido con una sonora ovación al dejar la plaza.

Alejandro Talavante

Este es muchacho alto, muy joven, que apenas lleva un año de alternativado y que tiene muchas cualidades. Posee un valor seco. Torea con lentitud y clase y se ve que en un futuro muy cercano va a dar mucho de que hablar. Dejó ver un corte de toreo clásico y ortodoxo en las pocas cosas que mostró el domingo, pues sus bureles fueron mansos y con peligro. Eso sí tiene que perfeccionar la entrada a matar pues a su segundo toro lo despachó luego de varios intentos, por lo cual perdió los papeles y el palco de Usía le hizo sonar la trompeta.

El domingo, corrida de rejones.

Este domingo 4 de febrero veremos la corrida de rejones que tanto gusta entre la afición capitalina. Estarán el colombiano Juan Rafael Restrepo, el portugués Rui Fernandes y el español Diego Ventura. Digo español pues aunque nació en Portugal toda su carrera la ha hecho desde muy niño en la península ibérica.