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La canciller este viernes en una rueda de prensa en Bogotá en la que se mostró sonriente y serena: “Voy a seguir trabajando con eficacia, con honradez, con resultados y con alegría”, dijo. FOTO: AP

El año de la verdad

La Canciller: “Voy a seguir trabajando con eficacia, con honradez, con resultados y con alegría”

A pesar del monumental escándalo en que se ha visto involucrada su familia –su hermano preso por vínculos con los paramilitares y su padre sindicado de secuestro- María Consuelo Araújo afirma que no renunciará. ¿Por qué el Presidente no la deja ir?

Élber Gutiérrez Roa
16 de febrero de 2007

Una vez más el presidente Álvaro Uribe le madrugó a la crisis. En medio de la aguda tormenta política que azota las huestes uribistas por la orden de captura de la Corte Suprema de Justicia contra seis de sus congresistas, el Jefe de Estado volvió a usar su capital político para responderle a quienes exigen la salida de la Canciller María Consuelo Araújo. Contra los vaticinios de la mayoría de analistas y hasta de muchos uribistas, la funcionaria permanecerá en el cargo, pese a que su hermano, el senador Álvaro Araújo, es el que más problemas tiene como consecuencia de las investigaciones de la Corte.

A diferencia de los otros cinco legisladores a los que el alto tribunal ordenó capturar, el senador Araújo no solo está preso por concierto para delinquir en asocio con grupos paramilitares. También está procesado por secuestro extorsivo agravado. El caso se remonta a las elecciones de Congreso de 2002 en las cuales Víctor Ochoa Daza era contendor de Araújo, pero no pudo presentarse a elecciones porque fue secuestrado por orden del ex comandante del Bloque Norte de las Autodefensas, Jorge 40.

La denuncia fue judicializada ante la Corte el 16 de enero pasado por el ex alcalde de Valledupar Elías Ochoa, hermano del ex funcionario secuestrado. Según la declaración de Elías Ochoa, Araújo y su padre –el ex gobernador del Cesar Álvaro Araújo Noguera-, intrigaron ante el desmovilizado jefe paramilitar para que cometiera el plagio, situación que ocurrió en plena definición de candidatos y se extendió durante 80 días.

Esta situación le dio un nuevo impulso a las voces que demandaban el retiro de la Canciller, pero Uribe rápidamente salió ante los medios a decir que no estaba dispuesto a sacrificar a su funcionaria por unos rumores. Semanas después, cuando se filtró el avance de la investigación y los dirigentes políticos uribistas comenzaron a reconocer que la situación del senador estaba afectando a su hermana y, como consecuencia de ello, a la diplomacia colombiana, el presidente volvió a defenderla, diciendo que las responsabilidades penales son individuales. En otras palabras, que el ceñidor responda por lo que haya hecho y que ella responsada por sus propias funciones.

El jueves de esta semana, cuando Araújo fue capturado en el lujoso Centro Comercial Andino, al norte de Bogotá, las mismas voces volvieron a pedir la salida de la Canciller y Uribe volvió a responderles lo mismo. Sobre la media noche concedió una conferencia de prensa desde Cali en la cual indicó que no la relevará. Y por si a alguien le quedaban dudas en la mañana de este viernes, apenas dos horas después de que el presidente de la sala penal de la Corte Suprema de Justicia, magistrado Alfredo Gómez Quintero explicara la gravedad de los cargos contra Araujo, el presidente instruyó a su Canciller para que le dijera al país que mantendrá su puesto.

Tras una breve reunión con Uribe en la Casa de Nariño, la ministra partió hacia el Palacio de San Carlos, en donde hizo una declaración de tres puntos: “Respeto las decisiones de la justicia”, “sobre mi presencia en el cargo ya el señor Presidente se ha pronunciado” y “es un momento difícil para mí, pero... voy a seguir trabajando con eficacia, con madurez, con resultados”.

Aunque la ministra le manifestó a Uribe su decisión de irse durante varios momentos críticos del escándalo el jefe de Estado parece no estar dispuesto a sacrificar a una de sus funcionarias más cercanas. Tanto por convicción sobre las condiciones profesionales y personales de la Canciller, como por la obstinación que lo caracteriza como político, Uribe, a pesar de las circunstancias, no da su brazo a torcer. Eso habla muy bien de la confianza que Uribe tiene en su equipo, pero no deja de generar efectos negativos para la imagen internacional del país.

Dejarla ir sería quizá la más grande derrota política para un presidente que no acostumbra a hacer cambios en su gabinete por presiones de la oposición. Eso es lo que Uribe no quiere. Su actitud pretende evitarle a sus críticos la victoria que implicaría “tumbar” a una de sus funcionarias más cercanas. Pero este tipo de temas desbordan las consideraciones estrictamente personales.

En un país que requiere de la consolidación del apoyo internacional para sacar adelante el proceso de desmovilización de los paramilitares, no parece buena señal que la funcionaria encargada de buscar ese apoyo pertenezca a una familia señalada de connivencia con los mismos miembros de las autodefensas.

Lo peor para la ministra es que la tragedia de su familia no se reduce al caso de su hermano senador. Sergio, su otro hermano, también aparece mencionado por varios testigos en el proceso como otro de los influyentes hombres del Cesar vinculados con Jorge 40. Y su padre, el ex gobernador, es investigado por la Fiscalía por los mismos delitos que el hijo senador.

Por el momento, Uribe parece tener el capital político suficiente para hacer una apuesta tan arriesgada. Sin embargo, ese capital no es eterno y menos cuando se trata de una crisis que crece día tras día. Además, una cosa son las licencias que el Jefe de Estado se pueda dar en el manejo de la política interna y otra son los cuidados que debe tener con los asuntos internacionales, en los cuales el más mínimo error puede llevarse por delante la misma política interna que Uribe tanto quiere cuidar.