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La cruzada contra el cigarrillo

Jueves 15. Ahora que un proyecto de ley quiere limitar aun más el consumo de cigarrillo se abre el debate: ¿la cultura y el deporte podrían vivir sin el patrocinio de estos productos nocivos para la salud?

María Fernanda Moreno
18 de septiembre de 2005

Las zonas de fumadores en los bares y restaurantes son cada vez más reducidas. En Bogotá ya no se puede fumar manejando y en todo el país, las miradas inquisidoras de los no fumadores son constantes. Si cree que esto es un calvario para un fumador, está equivocado. Todavía hay mucho más por venir.

Un proyecto de ley al que le faltan tres debates busca prohibir los avisos de cigarrillos en los paraderos de buses e, incluso, fumar en parques y estadios. Si cree que esto es un atentado contra la libertad, la respuesta es: no del todo. Colombia está en mora de hacer algo para enfrentar el tema del cigarrillo que en muchos países ya es considerado un problema de salud pública. Es uno de los tres países del continente que no ha firmado el Convenio Mundial para el Control de Tabaco de la Organización Mundial de la Salud, que busca contrarrestar la demanda y oferta del cigarrillo a través del aumento en los precios, la eliminación de la publicidad en medios masivos de comunicación y en las calles y la inclusión de advertencias en las cajetillas que abarquen por lo menos el 50 por ciento de sus caras.

Hasta la fecha, 168 países han aceptado el llamado de la organización. Pero Colombia se hizo la de la vista gorda. Esto a pesar de que, según el Ministerio de Protección Social, cada hora mueren 20 colombianos por enfermedades relacionadas con el consumo de cigarrillo. Según el Dane, que hizo el último estudio sobre el tema en el 2000, la perdida de ingresos por discapacidad y muerte prematura por enfermedades atribuibles al consumo de tabaco en colombia fue de 1,2 billones de pesos.

Por eso el proyecto de ley llega en buen momento. Sirve para poner al país a tono con el mundo en la cruzada contra el cigarrillo, para evitar que más jóvenes se envicien, para que los adultos que decidan hacerlo estén conscientes de las consecuencias y, sobre todo, para que los fumadores pasivos no paguen por el vicio de sus vecinos.

Aunque los objetivos del proyecto son loables, ha desatado una fuerte polémica. Sus contradictores consideran que es una violación a la libertad. Pero su autor, el representante Jaime Amín, los refuta. "El proyecto no prohíbe fumar, simplemente regula el consumo y la exposición al humo. Por eso no viola ninguna libertad", dijo a Semana.com.

Las tabacaleras han reaccionado al proyecto de manera diferente. Al restringir la promoción de sus productos, sus ventas se verán afectadas. Además, el proyecto prohíbe también la venta al detal de cigarrillos y las degustaciones, incluso a los mayores de edad. Andrés Monroy, gerente de mercadeo de Protabaco, asegura que su empresa será la más afectada por la ley. "Mientras las multinacionales (Philip Morris y British American Tobacco, dueñas de Marlboro, Kool, Belmont y Lucky Strike, entre otras) tienen sus marcas posicionadas y recursos para invertir en publicidad en bares, Protabaco (dueña de Mustang, Premier y Fly, entre otras), no cuenta con esos recursos", explica. Además asegura que las prohibiciones del proyecto atacarán las únicas herramientas que tiene la empresa para captar consumidores. Por el contrario, Philip Morris ha manifestado que prefiere trabajar en países con una legislación clara al respecto, para evitar demandas futuras de consumidores.

La versión original del proyecto de ley prohibía también que las tabacaleras patrocinaran eventos deportivos y culturales. Para bien o para mal, esa disposición fue eliminada durante el debate en la comisión séptima de la Cámara. ¿Quién podría imaginarse al fútbol colombiano sin la Copa Mustang? ¿Será que los empresarios podrían traer a artistas importantes con solo el apoyo de las emisoras y una que otra empresa interesada? La respuesta de los congresistas fue: difícilmente.

Es cierto. Por ejemplo, el torneo de fútbol profesional colombiano es la Copa Mustang. Como su nombre lo indica, la tabacalera lo financia. Aporta para su realización 1.500 millones de pesos anuales.

El patrocinio a la cultura también depende en gran medida de las tabacaleras. Para citar solo dos ejemplos, hace dos años, la ministra de Cultura, Consuelo Araújo, le solicitó a Protabaco patrocinio para la Orquesta Sinfónica. Desde ese entonces, la empresa ha desembolsado 1.000 millones de pesos. Además, la British American Tobacco, a través de su fundación, se ha convertido en el apoyo principal de las fiestas folclóricas colombianas, con patrocinios y la creación de memorias documentales sobre la diversidad cultural del país.

La prohibición a este tipo de apoyos económicos tienen su razón de ser. Por un lado, muchos consideran que se envía un mensaje negativo al asociar los deportes con productos nocivos para la salud. Pero más grave aún, es que es prácticamente imposible evitar que las degustaciones que acompañan estos patrocinios lleguen a los menores de edad que asisten a los eventos. Al final, lo que los Estados ahorran en patrocinios para sus eventos recreativos, lo terminan gastando en el sistema de salud atendiendo a los pacientes de enfermedades causadas por el cigarrillo.

Por eso la cruzada contra el cigarrillo está teniendo eco en el mundo. Por ejemplo, en los países que firmaron el convenio de la OMS, las carreras de la Fórmula 1 prohíben la publicidad de cigarrillos. En cuanto se propuso la medida, Marlboro -patrocinador de Ferrari- y Lucky Strike- patrocinador de McLaren- pusieron el grito en el cielo. Algunos dijeron incluso que cancelarían el patrocinio. Las amenazas no valieron. Entonces tuvieron que ceder: en países como Bélgica, los carros de estos dos equipos tienen que correr con las imágenes de sus patrocinadores tapadas. Una batalla ganada dentro de la guerra contra el tabaquismo.

Es difícil comparar la capacidad que tienen los equipos de Fórmula 1 para sobrevivir, con la de la Liga de Fútbol de Bogotá, patrocinada por Protabaco. Aunque la liga tuvo un respiro cuando se eliminó este artículo del proyecto de ley, todavía no puede hacer fiesta. Amín, el autor del proyecto, planea revivir el debate sobre el tema en la próxima plenaria del Congreso que analice su proyecto.

En un mundo ideal, el deporte y la cultura deberían ser apoyados por empresas que promuevan una vida saludable y libre de vicios. En ese sentido, Colombia -como muchos otros países- está lejos de ser un mundo ideal. Hay un número importante de equipos de fútbol colombianos patrocinados por licoreras. De hecho, la Selección Colombia es financiada por Cerveza Águila. Los colombianos desde muy jóvenes comienzan a ver fútbol y obvio, a la chica Águila. ¿Será que los constantes anuncios de cerveza los hace beber desde niños? ¿Cuántas muertes se registran a diario por hechos relacionados con el alcohol? ¿Por qué entonces no se ataca también al licor? Las preguntas podrían tener mil respuestas. Una vez más, el debate está abierto.