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La estrategia de la derecha o el juego político de algunas personalidades en contra del reconocimiento de las uniones de parejas del mismo sexo.

*Andrés Alberto Vásquez Moreno
16 de noviembre de 2002

El pasado 6 de agosto de 2002 la Senadora Piedad Córdoba radicó en la Secretaría del Senado de la República el proyecto de Ley que busca el reconocimiento de las uniones de parejas del mismo sexo, sus efectos patrimoniales y otros derechos. Luego de la amplia difusión que dieron los medios de comunicación a la aprobación en primer debate por parte de la Comisión primera del Senado, eran de esperarse, como en otras ocasiones, las manifestaciones de sectores opositores a la iniciativa. ¿Qué tan viable es que en esta ocasión el proyecto de Ley siga su curso en los 3 debates restantes y se convierta en Ley de la República, en medio de una estrategia política de los contradictores que hasta ahora ha sido efectiva?

Dentro del proceso legislativo las reglas al interior del congreso facilitan más el hundimiento de los proyectos antes que éstos puedan salir convertidos en Ley. Sólo con la conjugación de tres elementos: una persuasiva argumentación y negociación, una favorabilidad popular y una verdadera voluntad política pueden llevar a un proyecto de Ley a sanción presidencial.

Es en estos tres elementos en los que los detractores del mencionado proyecto, se la juegan, junto con la colaboración de simpatizantes dentro de la Institución para precipitar su caída.



El Proyecto de Ley con algunas modificaciones, pero similar en su esencia ha sido presentado dos veces anteriormente. La primera el 8 de septiembre de 1999 por la Senadora Margarita Londoño y por medio del cual se buscaba proteger y reconocer los derechos de las mujeres y hombres bisexuales y homosexuales. Este proyecto no alcanzó a superar el primer debate dentro del proceso legislativo. La estrategia en esta ocasión fue contundente.



Este proyecto de Ley, debía ser radicado en la Secretaría del Senado como lo reglamenta la Ley, donde por medio de un estudio, muchas veces de tipo político, se le debe asignar la Comisión en la cual se llevarán a cabo las discusiones de tipo técnico. En este caso se le asignó la comisión séptima, relativo a los temas de familia, donde se sabía que se encontraban los más grandes contradictores como el Senador Carlos Corsi Otálora, representante de la iglesia Católica y uno de los firmantes del documento en contra del proyecto actual publicado en el Espectador en días pasados, quien junto con el Senador Rosero Perea se encargaron de hundir el proyecto.

En éste, la voluntad política unida a las presiones de los detractores condujeron a la Secretaría del Senado a colocar en discusión el proyecto en manos de una comisión que de antemano se conocía opositora.

La segundo ocasión fue en el 2001, presentado por la Senadora Piedad Córdoba. Esta vez el proyecto fue remitido para su discusión a la comisión Primera, donde el Presidente de dicha órgano designo al Senador Enrique Piñacué como ponente del proyecto. Fue aprobado por nueve votos a favor y uno en contra, éste correspondiente a la Senadora cristiana Vivian Morales.

En este segundo proyecto la estrategia de los opositores fue distinta y mucho más directa, al no ser remitida a la comisión séptima y haber sido aprobada en primera instancia. Los directos encargados de liderar el lobby de oposición fueron el Dr. Alfonso Rueda (QEPD), y su esposa Marta Sáiz, quien es la Presidenta de la Fundación Cultura de la Vida Humana (FCVH), y también firmante del artículo publicado por el Espectador.

Enviaron a los Senadores antes de la discusión en plenaria un video llamado "la agenda gay" donde se mostraba "lo dañino que es el comportamiento homosexual y los peligros que el movimiento "gay" constituye para la familia". Además de unas cartas en las que se mostraban los orígenes del homosexualismo y sus curas. Esto fue tan efectivo que el debate del proyecto programado para noviembre de 2001 fue aplazado para el 10 de mayo de 2002, tiempo en el cual, junto con el Senador Corsi siguieron el cabildeo para el hundimiento del proyecto que finalmente fue archivado en plenaria del Senado.

El proyecto que está en curso hoy día, y como lo mencioné anteriormente es nuevamente de autoría de la Senadora Piedad Córdoba, se remitió para discusión a la Comisión Primera, donde se asignó como ponente al Senador Carlos Gaviria Díaz, cuya intervención elocuente y bien fundamentada logró una aprobación del proyecto, el 8 de octubre de 2002, de nueve votos a favor y uno en contra.

Hasta ese momento se configuraba una voluntad política favorable, remitiéndolo a la Comisión Primera y nombrando como ponente al Ex magistrado de la Corte Constitucional, Senador Carlos Gaviria, quien tiene total conocimiento del tema y una gran capacidad argumentativa.

Igualmente, en la opinión pública el asunto había pasado desapercibido, hasta el 10 de noviembre, donde surgió la polémica luego de la publicación, con un costo millonario, en el Espectador Domingo de un documento que hacía referencia a las repercusiones negativas para la sociedad, que según sus autores causaba la iniciativa legislativa, firmado por varias personalidades como el ex Presidente Julio César Turbay, Carlos Corsi, Yolanda Pulecio, Marta Saiz de Rueda, Álvaro Valencia Tovar, José Galat, entre otros.



Como el proyecto no pudo ser detenido en primera vuelta porque hasta ahora ningún elemento en contra se había conjurado, acudieron a un factor contundente, colocar en la agenda de los medios el tema, generando así un clima de opinión favorable para influenciar el voto de los congresistas en los próximos pasos dentro del proceso legislativo del proyecto.

¿Cuál es entonces la nueva estrategia de la derecha y las organizaciones católicas y cristianas del país en contra del proyecto de Ley N° 43? Simple, ellos entienden la lógica por la cual se mueven a tomar decisiones colectivas los miembros del congreso. Los congresistas son personas que se constituyen profesionales de lo público, y su capacidad para mantenerse en los órganos de decisión está dada por la agregación de preferencias, que se expresan en votos. Por lo tanto, a lo que más le temería un Congresista es a perder su potencial electoral y a sus proveedores de recursos en época electoral.

Colocar un aviso en un periódico de gran circulación, causando consonancia en los otros medios y haciendo a los promotores jugar como generadores de polémica, les recuerda a los legisladores que existen potenciales y reales votantes, en gran parte detractores del proyecto, que están cuestionando su accionar.

El gran show parlamentario se da en plenaria y no en comisiones, por lo tanto es allí donde los proyectos se hunden, al tratar los congresistas de mostrarse como agentes perfectos de los intereses de sus votantes y como promotores del bien común.

Excelente estrategia, sólo quedarán en pie, por supuesto los impulsores de la iniciativa, quienes tienen que cuidar sus electores, también aquellos y aquellas que intuyan que sus electores no son contrarios a la propuesta, aquellos y aquellas que no se conciban como de derecha y los independientes. El resto caerán en las dinámicas propias del actor racional a menos que un inteligente proceso de negociación se dé al interior.

Para cerrar tan solo me resta plantear una pregunta ¿Cuándo podrán los homosexuales y otras minorías en Colombia poder sentir que viven en una sociedad que garantiza la libertad y la igualdad de todos sus miembros?

*Andrés Alberto Vásquez Moreno: Estudiante de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Javeriana. Editor Internacional Para Colombia de politicsonline. Email: surepresentante@hotmail.com