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Nadie se explica cómo en un municipio tan rico pueda abundar tanta pobreza.

CORRUPCIÓN

La Jagua de Ibirico, un pueblo rico convertido en la tierra del olvido

La gente explotó y protagonizó unos graves disturbios que sólo pudo calmar el presidente Uribe en persona. ¿Qué es lo que pasa allí? Pues a este municipio entran millonarias sumas de dinero por las regalías del carbón, pero la inversión no se ve por ninguna parte.

Juan Esteban Mejía Upegui
13 de febrero de 2007

El municipio de La Jagua de Ibirico (Cesar) lo tiene todo para ser un paraíso. Este pueblo costeño tiene un clima de 31 grados centígrados, es plano en la mayoría de su territorio y lo bañan tres ríos, que son el Tocuy, el Sororia y Las Ánimas. Además, plata hay. Es la segunda reserva de carbón del país. Por su explotación, el municipio recibe cada año cerca de 30.000 millones de pesos de regalías para invertir en saneamiento, educación y salud para sus 21.000 pobladores.

Paradójicamente, ellos han recibido poco o nada de lo que les corresponde. Según acepta el gobernador de Cesar, Hernando Molina: “La comunidad no tiene agua, no tiene alcantarillado, no tiene buenos colegios ni buenas vías, la comunidad está inmersa en una cantidad de situaciones de indolencia que genera un inconformismo permanente”.

Aunque no está en entredicho la administración del actual alcalde, Laureano Rincón, los recientes disturbios se iniciaron antes de que este mandatario hiciera su rendimiento de cuentas. Rincón llegó al poder en 2006 como candidato del partido Alas Equipo Colombia.
 
Tuvo a su favor 3.747 votos y durante su campaña había recibido el apoyo del senador Álvaro Araújo y del propio gobernador Molina, según lo registró Votebien.com. Este portal informó que en las pasadas elecciones de alcalde los habitantes de La Jagua recibieron de parte de Rincón prótesis dentales, consultas médicas y algunos postes de luz.

El pueblo parecía feliz. El día del cierre de la campaña, el partido de Rincón hizo una gran fiesta. “Hubo ron para todos y, para amenizar la reunión, el candidato trajo a los hermanos Zuleta, todo gratis”, según el registro.

Sin embargo, después de la parranda vino el guayabo. Las recientes protestas no son más que el desahogo de un pueblo que ha sabido callar. Incluso, en 2005 soportaron un momento bochornoso en un acto público. El ex alcalde Osman Mojica “anunció pálido y con la voz temblorosa que su pueblo afrontaba una crisis económica”, de acuerdo con una publicación de SEMANA ese año.

Nadie sabía por qué ocurría eso si las regalías que recibe el municipio son considerables. El contralor Antonio Hernández Gamarra dio una respuesta contundente. Explicó con un ejemplo que la razón de la falta de dinero era que “la administración había comprado un paquete de dulces por 15.000 pesos y que a él le habría costado 5.800 pesos en un almacén de cadena”.

SEMANA publicó en ese mismo artículo que “según el reporte de Ingeominas, entidad liquidadora de las regalías, en 2004 giró a esa localidad 31.000 millones de pesos, pero el alcalde del pueblo sólo reportó inversiones por 14.000 millones de pesos”.

Luego, la Fiscalía se pronunció diciendo que “el 8 de julio de 2004, el alcalde Mojica suscribió contratos de 80 baños en el barrio Simón Bolívar y 80 baños en el barrio San José de la Jagua de Ibirico (...) pero los títulos valores fueron cobrados por personas distintas a quienes figuraban como beneficiarias. Así mismo, la Fiscalía determinó que los contratos no fueron suscritos ni ejecutados. Por esa razón, la Jagua de Ibirico sufrió detrimento patrimonial de más de 25.000 millones de pesos”.

Regalías perdidas

No se sabe qué está pasando con las regalías, que son los principales recursos para garantizar el bienestar de los habitantes. Lo cierto es que La Jagua de Ibirico no ha tenido buenas experiencias con sus alcaldes.

En los últimos 10 años, cuatro mandatarios se han visto en problemas jurídicos por casos de corrupción. Ana Alicia Quiroz, Hernando Díaz, Omar Mojica y Edinson Lima, fueron acusados por la Fiscalía por delitos relacionados con el despilfarro de dinero público.

Por eso, el gobierno congeló las regalías desde hace ocho meses. En este momento, suman cerca de 40.000 millones de pesos.

Un pueblo resignado

Sin embargo, la falta del cumplimiento en la inversión de las regalías no fue el motivo principal de los quejidos de la gente. El pasado jueves, los habitantes se manifestaron para exigir dos cosas puntuales. Una era la reparación de la vía principal, que está deteriorada por el paso de los camiones que transportan el carbón de las multinacionales. La otra era la contaminación que generan las carreteras destapadas y el polvillo del carbón.

“Después de muchos reclamos para que les solucionaran la situación, bloquearon la vía y se amontonaron. Luego, negociaron con las autoridades y reabrieron el paso por la carretera. Acordaron hacer una manifestación pacífica”, dijo Alfonso Palacio, un líder de ese municipio.
De repente, se vieron frente a frente con los policías antimotines. “Los ánimos se fueron subiendo de parte y parte y terminaron enfrentados”, relató Palacio. El resultado fue que los antimotines se tuvieron que refugiar en el puesto de Policía. Los manifestantes quemaron la estación y luego llegó el Ejército para ayudar a controlar los disturbios.
 
Lo más grave es que alguien disparó y se produjo un muerto.Para mediar en ese conflicto, arribó el domingo el presidente Álvaro Uribe. Frente a él y con los ánimos subidos, salieron a flote todas las necesidades que tiene insatisfechas el pueblo. El balance era terrible: 46 heridos y la muerte de Félix Manuel Mendoza, el conductor que pasaba por la vía y que recibió los disparos porque no se detuvo cuando los manifestantes se lo ordenaron. Y, por eso, el presidente
fue categórico: una cosa es la protesta social y otra la acción criminal. El Jefe del Estado les dijo a los pobladores que para la primera había comprensión y diálogo pero que para la segunda le caería el peso de la ley.
 
En el terreno económico, la solución que dio Uribe fue descongelar los dineros de las regalías para satisfacer las necesidades que reclamaban los manifestantes. En teoría, esa plata deberá alcanzar para poner al día la inversión en salud, saneamiento básico y educación. Esto puede deducirse de los anuncios del Presidente, que se comprometió a que la vía se arreglará con 30.000 millones de pesos que aportarán las multinacionales, la Nación y parte de las regalías.

Por su parte, el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial se encargará de solucionar el tema de la contaminación. Esto quiere decir que el actual alcalde, Laureano Rincón, deberá invertir las regalías en el resto de carencias. Todo con la esperanza de que esta rica región deje de ser la tierra del olvido.