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La paz y los paramilitares

23 de septiembre de 2002

EL TIEMPO.-En Colombia, toda idea compite desde su nacimiento con los fusiles. A1 lado de las Farc están los siniestros paramilitares que masacran campesinos y asesinan a intelectuales y sindicalistas. También ellos se financian con el narcotráfico, además de los pagos obligados o voluntarios de empresarios, ganaderos y hacendados.

MALCOM DEAS.-Mirar a la cara a los paramilitares, que aumentan en número y fuerza a la par con la guerrilla, es todavía menos grato que mirar a ésta; pero hay que hacerlo porque son parte de la enfermedad que afecta el cuerpo nacional. Quienes encubiertamente los financian, quienes pagan las cuentas lo hacen para mandar. Sus tenebrosos dirigentes tienen agendas ocultas que no aparecen en sus estratagemas publicitarias.

ADAM ISACSON.-En los últimos años las autodefensas se han convertido en una fuerza numerosa y creciente que controla territorio y que tiene una agenda política, aunque extremadamente simplista. Su discurso político se reduce al odio contra la guerrilla y a la defensa del statu quo. Quienes las apoyan económicamente seguramente quieren mantenerlas políticamente bajo su control.

MALCOM DEAS.-El paramilitarismo, como la guerrilla, no se va a acabar sin un considerable aumento de las fuerzas del orden. E1 Estado debe ser capaz de ofrecerles seguridad a las regiones afectadas, que de otra manera están a merced de las presiones y venganzas de los grupos armados. En última instancia, lo que frena a un paramilitar es un militar que va en la vía opuesta.

CARLOS A. LOZANO GU[LLÉN.-Para que el proceso funcione los compromisos han de ser mutuos. El Estado debe mostrar decisión en el combate contra el paramilitarismo que es la peor forma de degradación del conflicto.

ÁLVARO VALENCIA TOVAR.-El paramilitarismo es el único contendor que les viene arrebatando espacios a las Farc. Éstas quieren que el gobierno utilice sus escasos recursos militares para librarlas de ese contendor. En el documento de los notables se propone una serie de medidas que comprometerían la acción de las Fuerzas Armadas en ese propósito. ¿Seguiremos avanzando en la ingenuidad hasta convertirla en idiotez?

EL TIEMPO.-A pesar del carácter genocida de los paramilitares, no se puede prescindir de ellos. Tarde o temprano habrá que incluirlos en las negociaciones, aunque no sea sino por su enorme capacidad de perturbación. Sin ellos no hay tregua que funcione. Además, los paramilitares no sólo obscurecen cualquier perspectiva de paz sino que pueden convertirse en un grave peligro para el Estado, en cuervos que le saquen los ojos. [Imagen tomada literalmente del editorialista.]

ADAM ISACSON.-La guerrilla ha dejado muy en claro que abandonaría la mesa de negociaciones si el gobierno entrara en diálogos con los paramilitares, como lo hizo cuando el Ministro del Interior se reunió con Carlos Castaño. De ser cierta la tesis guerrillera de que los paramilitares son parte inseparable del aparato estatal, un proceso de paz exitoso no encontraría obstáculos por el lado de las Auc, pues el Estado las desmantelaría fácilmente. Pero si esa tesis es equivocada, y resulta también que las Auc no son una simple respuesta a la guerrilla, habría que negociar con ellas.