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La puja liberal

Detrás de la puja entre Horacio Serpa y Rafael Pardo por la candidatura liberal a la presidencia hay un intento por definir el norte ideológico del partido: adopta la opción cercana al gavirismo o se inclina por la centroizquierdista, del serpismo.

Élber Gutiérrez Roa
7 de marzo de 2006

Liderado por sus más prestigiosos dirigentes y con una estrategia de presencia masiva en las regiones, el Partido Liberal se jugará este domingo su vida política en la consulta interna que escogerá su candidato presidencial para las elecciones del 28 de mayo.

Pero no se trata exclusivamente de una puja entre cuatro dirigentes para seleccionar la foto que acompañará a la ele roja en el tarjetón presidencial. Más allá de la Presidencia de la República, lo que está en juego es la orientación que adoptará ese partido y, como consecuencia de ello, sus verdaderas posibilidades de supervivencia como alternativa de poder en el país.

El liberalismo como colectivo no gana unas elecciones presidenciales desde 1994 y dejar de hacerlo ahora, cuando las nuevas normas electorales facilitan la consolidación de grupos políticos adicionales a su tradicional rival (el conservatismo), sería contraproducente para los vientos de renovación que sus dirigentes dicen estar imprimiéndole al partido.

Pese a que formalmente el liberalismo adoptó en junio de 2005 la plataforma socialdemócrata, se mueve aún entre el dilema de adoptar el modelo gavirista, más cercano a lo que popularmente se conoce como neoliberalismo, e identificado con algunos de los postulados económicos del presidente Álvaro Uribe, y el de centro-izquierda encarnado por Horacio Serpa, que ha perdido las dos últimas elecciones presidenciales. En términos reales esa es la pelea de los precandidatos del partido.

Mientras el senador Rodrigo Rivera y los ex ministros Andrés González y Rafael Pardo son vistos como cercanos a la concepción gavirista de lo que debe ser el Partido Liberal, el propio Serpa encarna la cuarta precandidatura del partido, la de mayor opción de triunfo en la consulta, a juzgar por las encuestas y sondeos de opinión. Pardo y Rivera se alternan el segundo lugar en las preferencias.

Casi todas las encuestas señalan que el 16% de las personas que dicen querer votar en la consulta liberal están indecisas respecto al candidato al que apoyarán y ese es el pedazo del pastel al que le apunta Rafael Pardo, quien es el precandidato que más ha enfatizado en sus diferencias con Serpa. Para ello ha recurrido a una publicidad agresiva que Serpa rechaza de plano: “No reconozco enemigos dentro del Partido Liberal y por eso no voy a atacar a nadie, pero no deja de sorprenderme que los otros precandidatos acudan a estrategias de agresión”, señaló.

Se refería a un comercial de televisión en el que Pardo invita a escoger una opción distinta a la de Serpa. “No pretendo ofender al doctor Serpa, sólo quiero que la gente sepa que mi propuesta es distinta a la de él, para que cada quién tenga elementos de juicio y decida por quién votar en la consulta”, dijo Pardo al ser interrogado sobre el tema.

¿En qué se diferencian y en qué están de acuerdo?

En primer lugar la concepción que tienen del tema de la seguridad es muy distinta. Si bien tanto Serpa como Pardo reconocen errores y aciertos en la política de seguridad democrática, sus propuestas para complementarla varían mucho. Serpa quiere continuar con la profesionalización de la tropa y cree que un punto clave es mejorar la inteligencia financiera para quitarle los recursos a los grupos armados. Pardo plantea la necesidad de crear una nueva fuerza estilo gendarmería o guardia civil, con el objetivo de que consolide los triunfos de la seguridad democrática en el área rural. Esa fuerza, según Pardo, debe depender del Comando Central de las Fuerzas Militares y su labor tiene que ser complementada con herramientas de prevención del delito y lucha contra la delincuencia común, el pandillismo y el consumo de drogas.

En materia económica Serpa sostiene que la solución para el desempleo es la creación de plazas laborales de emergencia para los trabajadores de menor capacidad laboral. Es decir, dinamizar la construcción en las ciudades principales y el mejoramiento de obras viales, escuelas y puestos de salud en las zonas rurales. Pardo sostiene que el empleo está ligado al crecimiento económico y que por lo tanto se requiere “consolidar y reorientar” el proceso de internacionalización de la economía, además de una gran reforma tributaria y una laboral.

Otra diferencia temática está en el llamado de Serpa para que el partido se oponga al TLC pactado con Estados Unidos, contrario a la petición de consulta sobre el tema a las bases liberales, hecha por Pardo. Una más está en su percepción sobre la forma de resolver el déficit fiscal. Ambos proponen una gran reforma para hacer que todos paguen impuestos, pero Serpa dice que los elevará para las personas de mayores recursos y eliminará las exenciones, mientras que Pardo quiere mantener los incentivos para las actividades nuevas, aunque no indefinidamente.

En plaza pública

Pero uno de los principales puntos de desencuentro entre los dos es de índole política. Desde antes de que el liberalismo adoptara su programa ideológico, el 10 de junio del año pasado, Pardo y Serpa se enfrentaron por asuntos como la elección de la nueva junta alterna (órgano directivo) y los detalles de la consulta en la que disputarían la candidatura. Con Gaviria como presidente del partido, a cuya elección contribuyó también Serpa, la puja por la junta seguía, pero en segundo plano. Serpa quería dominar la junta y Gaviria no pretendía ceder control.

Luego Serpa pidió que en la consulta sólo pudieran votar los liberales carnetizados (cerca de medio millón de personas), mientras que Pardo y Gaviria buscaron que la consulta fuera abierta. Detrás de las excusas que uno y otro pudieran presentar la verdad es que cada cual defendía la opción con la cual creía que podía ganar. Y pese a que el tema fue resuelto hace rato (la consulta será abierta) la pelea sigue. Pardo le apuesta a que cualquier colombiano vote, partiendo de la premisa de que Serpa tiene más trabajo en las bases liberales y que la única forma de ganarle es buscando que las personas de cualquier partido político participen. En otras palabras, puede que la mayoría de los liberales pueden voten por Serpa, pero la mayoría de colombianos de los demás partidos parece no.


Eso explica la polarización liberal y también los respetuosos dardos que van y vienen.

Pardo no desaprovecha ocasión para enrostrarle a Serpa su cercanía con el ex presidente Ernesto Samper con el fin de marcar mayor diferencia entre los sectores a los que representan. Serpa, a su turno, también hace frecuente alusión a los problemas derivados de la apertura económica que en 1990 lideró el ex presidente César Gaviria, hoy jefe liberal y uno de los mentores de Pardo.

El 28 de febrero, durante una gira en Montería, tuvo lugar una diatriba que pocos captaron cuando Serpa y Pardo invitaban en plaza pública a los liberales a participar en las elecciones. Un grupo de manifestantes que aplaudía la presencia de los jefes liberales en la región gritó que “aquí estamos y aquí nos quedamos”, a lo cual Pardo los interrumpió: “No, el de esas es el doctor Serpa”. La frase causó malestar en la comitiva de Serpa y de inmediato su esposa Rosita corrigió públicamente a Pardo: “No señor, eso lo dijo Samper”.

Por todas estas diferencias existen temores en la campaña serpista, varios de cuyos directivos creen que ganarán la consulta pero que a última hora podrían no recibir el apoyo necesario de los candidatos procedentes del gavirismo, inicialmente comprometidos a colaborar en la campaña del ganador. De momento Gaviria ha brindado garantías de igualdad, pero los serpistas saben que sus afectos van hacia otro lado. Eso fue lo que sintió Serpa durante una reciente gira de precandidatos en Valledupar, en la cual Gaviria dijo en plaza pública que lo suyo era una colaboración temporal al partido. “Permítame que lo corrija –interrumpió Serpa- lo suyo no es un apoyo temporal, lo suyo es un apoyo decisivo y de largo plazo, porque cuando yo gane la consulta interna usted va a ser mi jefe de debate”. La intención de Serpa era manifiesta: comprometer desde ya a Gaviria para evitar sorpresas en el futuro.

Y la puja continúa hasta nuestros días. En sus comerciales por televisión Serpa asegura que él es el que tiene la experiencia y que los soles que ha ganado como general de la política los trabajó desde soldado de las bases, sin saltarse los escalones ni recibir designaciones de terceros. Pardo aduce que él encarna la renovación y que ni Serpa ni su proyecto son viables ni convenientes para el país. ¿Qué pensarán los electores?