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JUEGOS OLIMPICOS

La ruta de la llama olímpica de los Juegos en Beijing enciende una discusión política.

Sara Guevara, corresponsal de Semana.com en China, cuenta el ambiente creado tras conocerse el recorrido de la llama olímpica de Beijing 2008. El acto ya encendió apasionadas reacciones de Taiwán y de las organizaciones de derechos humanos que protestan por el Tíbet y Darfur.

27 de abril de 2007

Bajo el título de ‘Jornada de la Armonía’ y el lema ‘Luz, pasión y sueños compartidos’ desfilará la antorcha olímpica de Beijing 2008 durante 130 días y 137.000 kilómetros. La antorcha de 72 centímetros y 985 gramos, que “recorrerá la distancia más larga, será la más inclusiva e involucrará a la mayor cantidad de personas en toda la historia olímpica”, según Liu Qi, presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Beijing.

El ambicioso recorrido que iniciará como es costumbre en Grecia, pasará por Almaty, Estambul, San Petersburgo, Londres, París, San Francisco, Buenos Aires, Dar Es Salaam, Muscat, Islamabad, Mumbai, Bangkok, Kuala Lumpur, Jakarta, Camberra, Nagano, Seúl, Pyongyang, Ho Chi Minh, Taipei y Hong Kong  antes de ingresar al continente chino. Sin embargo, el momento que más expectativa genera es el ascenso de la antorcha al Monte Everest.  

Para tan difícil misión el gobierno chino ha comenzado ya los preparativos para asegurarse de que la llama olímpica no sucumba ante el poco oxígeno de los 8.850 metros del Everest y llegue a la cima en manos de un experimentado escalador cuyo nombre no ha sido anunciado.

La ruta, que incluirá todas las 31 provincias chinas, ya ha causado las primeras disputas diplomáticas y de grupos pro derechos humanos que consideran que Beijing aprovecha los Olímpicos como un arma política.

Taiwán ha rechazado la inclusión de su capital, Taipei, dentro de la ruta de la antorcha entre Vietnam y Hong Kong. Afirma que la decisión china trata de menospreciar la soberanía de la isla y da a entender al mundo de que es una provincia más  gobernada desde Beijing.

No menos controversia genera la antorcha en el Tíbet. Esta semana cuatro activistas fueron arrestados en el Monte Everest por llevar una pancarta que decía “Un mundo, un sueño, libre Tíbet 2008”, en una clara referencia al lema de los juegos en Beijing: “Un mundo, un sueño”. La protesta, que ha quedado registrada en You Tube provocó la ira del gobierno chino.

Las controversias no surgen sólo en Asia por el recorrido de la antorcha. Los candidatos franceses Segelone Royal y Nicolas Sarkozy  han dicho que los Olímpicos 2008 deberían traer libertad y cambios en China. Incluso el ex candidato Francois Bayrou, llegó a sugerir un boicoteo francés al evento.

Desde Estados Unidos, Mia Farrow, embajadora de buena voluntad de la Unicef, a través de su columna en Wall Street Journal el pasado 28 de marzo, se ha referido a los juegos de Beijing, como los “juegos del genocidio”.  Ha criticado abiertamente al gobierno chino por entregar miles de millones de dólares al controvertido gobierno sudanés, a través de la Corporación Nacional de Petróleo de China, patrocinadora oficial de los juegos y propietaria de una gran cantidad de acciones en los dos consorcios petroleros más importantes de Sudán.

En su columna, Farrow asegura que Karhtoum utiliza más del 80 por ciento de sus ganancias por venta de petróleo para auspiciar a las milicias que a su vez adquieren bombas, helicópteros de asalto, vehículos blindados, y armas de corto alcance, la mayoría fabricadas en China. Insiste en que Beijing se ha opuesto repetidamente a las decisiones de Naciones Unidas que pretenden obligar a Sudan a aceptar fuerzas de paz multinacionales para terminar con la matanza de civiles en Darfur.

Aunque Beijing niega que los Olímpicos y la denuncia de Farrow tengan relación con el envío la semana pasada de un importante funcionario del gobierno chino a los campos de refugiados en Darfur, la aceptación de Sudán, por lo menos de palabra, para recibir 3.000 tropas de Naciones Unidas no es interpretada como una simple coincidencia.

El Comité Olímpico Internacional, bastante incómodo por la controversia, ha comentado que espera que los Juegos tengan un efecto positivo y duradero.  Sin embargo aclara que no presionará a China ni por Darfur ni por el Tíbet y ha indicado que el Comité, al no ser un organismo político, no puede “instruir a los gobiernos sobre cómo comportarse”.   

Beijing no acepta que su evento estrella sea politizado y ha dejado claro que su política interna y exterior debe ser mantenida fuera de todo contexto de los Juegos Olímpicos de 2008. “La mayoría de los ciudadanos chinos están preparándose para los Juegos Olímpicos de Beijing. La gran mayoría del mundo espera que sean exitosos y que promuevan la amistad entre los habitantes alrededor del mundo”, ha dicho el vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores de China en una rueda de prensa.

Para los habitantes de Beijing, los Juegos son una cuestión de orgullo y prometen que serán de los más recordados de la historia.  Ante sus ojos la ciudad se ha transformado. Para ellos, mezclarle política al asunto, no sólo es injusto sino un insulto al mismo espíritu olímpico y a medio millón de voluntarios que trabajarán sin descanso para brindarle al mundo un espectáculo de lujo.