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La verdad sobre La Mesa

Con la desmovilización del Bloque Norte hoy concluyó el acuerdo de Santa Fe Ralito con el Gobierno. Hoy son 28 mil ex paramilitares, pero la verdadera desmilitarización está lejos.

Andrea Peña
10 de marzo de 2006

Ganaderos impecables, agricultores elegantes, hombres vestidos con finas camisas y con pantalones bien planchados. Al lado, sus señoras, protegidas del sol con sus gafas oscuras mientras se limpiaban el sudor y el maquillaje que les resbalaba por las mejillas. Eran los Pavajeau, los Dangond, los Castro, los Lacouture, los Cuello, los Araújo, reconocidos apellidos de Córdoba, Sucre, La Guajira y Cesar. Todos fueron a recibir al jefe del Bloque Norte de las AUC, Rodrigo Tovar Pupo, el temible 'Jorge 40'.

En un corral mediano, bajo árboles de caucho, la crema y nata se la sociedad vallenata en el corregimiento de La Mesa, a media hora de Valledupar, combatientes con camuflado y milicianos vestidos de civil, esperaban bajo los rayos del sol a que comenzara la última desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia, algo más de 4 mil paramilitares que tras depredar durante años la Sierra Nevada de Santa Marta se reintegraron nuevamente a la vida civil.

"Papa Tovar, bienvenido mi hermano, gracias por todo. Hay que seguir mijo, hay que seguir", le dijo a '40' uno de sus amigos empresarios que no veía hace 12 años, cuando decidió dejar atrás su pasado como secretario de Hacienda de Valledupar. La fila de empresarios que querían saludarlo era interminable. También llegaron sus antiguos jefes paras: Salvatore Mancuso y Vicente Castaño. Posiblemente, quienes destaparon media de whisky para celebrar hace dos años la captura del también vallenato 'Simón Trinidad', se tomaron este fin de semana la otra media para festejar el regreso de '40'.

Pero el reencuentro más emotivo de 'Jorge 40' fue con su primo hermano, Ciro Pupo Castro, alcalde de Valledupar. Primero, un abrazo largo. Algunas palabras en voz baja, como para que no oyera nadie. Finalmente, un apretón de manos y una sonrisa nostálgica de los dos. Por fin había llegado la hora. Había que entregar el fusil y la pistola. No había vuelta atrás.

Como antes

El azote de la guerrilla en el norte del país es historia patria. Las Farc, con sus frentes 19 y 59, asesinaron a siete alcaldes del departamento, secuestraron a quien pudieron y se robaron unas cien mil cabezas de ganado cada años. "Todos nos mamamos. El Estado no respondía por nuestra seguridad y nos seguían matando la gente. Por eso decidimos darle nuestro apoyo a Papa Tovar", dijo un ganadero de la región que –como los demás- no quiso dar su nombre para no ser estigmatizado.

Con ese argumento nacieron las autodefensas en el departamento. Aunque lograron interrumpir el paso de la guerrilla desde la Serranía del Perijá hasta el Atlántico, replegando a los guerrilleros a la parte más alta de la Sierra Nevada, a medida que pasaba el tiempo, mostraron su otra ‘cara’. Comenzaron a poner y quitar alcaldes, diputados y unos cuantos congresistas, a controlar el narcotráfico y el robo de gasolina, a extorsionar hasta los vendedores de tinto en Valledupar y a manejar los destinos de la región.
 
Como lo explica un estudio recién divulgado del Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República (ver documento anexo), según las denuncias recibidas, para que las ARS pudieran entrar a operar en los municipios bajo el dominio del grupo de Jorge 40, cobraban entre 6 mil y 10 mil pesos por afiliado mensualmente, además de una cuota de entrada a la zona de hasta $148 millones de pesos. “La figura utilizada fue la de los denominados testaferros, los cuales estarían bajo las órdenes de Jorge 40”, dice el estudio “Dinámica reciente de la confrontación armada en la Sierra Nevada de Santa Marta”.

Entre 1997 y 2000, época del apogeo de las autodefensas de 40, el Índice de Calidad de Vida del Magdalena, Cesar y Guajira empeoró según las cifras del DANE, la pobreza aumentó 10 puntos y la indigencia se duplicó. Con su dominio vino también una racha de crímenes, muchos de ellos contra funcionarios del Estado, que decían defender.

"Teníamos la orden de nunca atacar al Ejército, ni a los de la Armada, sólo a la guerrilla", dice El Gato, un combatiente que cuidaba una camioneta doble tracción que hacía parte del inventario que el Bloque Norte devolvió al gobierno.

Él, junto a sus compañeros, no hicieron otra cosa (antes de iniciar la ceremonia) que comprar retratos suyos a una señora que hizo su “agosto” con una cámara de fotos instantáneas. "¿No ve que esta es la última vez que me pongo el uniforme?", asegura El Chacal. Sin embargo, los ganaderos no creen mucho en ese acto de fe de los combatientes: "Nosotros confiamos en que las zonas que abandonaron las autodefensas sean ocupadas por la Fuerza Pública otra vez. De lo contrario, tocará volverse a armar".

El general Mario Gutiérrez, director de la Escuela de Policías tranquilizó a los cesarenses. "Lo que hacen es crear un mensaje de zozobra para justificar que las autodefensas son necesarias. Pero eso no es así, porque hoy ya tenemos 50 policías en promedio por cada corregimiento que ellos dejaron", dijo el oficial al conocer las declaraciones de los finqueros de la zona.

La ceremonia

A las once de la mañana comenzó el gran evento. Los salientes paramilitares se formaron en ocho escuadrones mientras sus familias los saludaban desde lejos, como si se tratara de una graduación universitaria.
 
Al frente, bajo una carpa, la mesa alargada desde donde se dirigiría el acto. En las sillas, el Alto Comisionado y Sergio Caramagna, representante de la OEA. En seguida 'Jorge 40', sentado al lado de su primo el alcalde y del gobernador del Cesar, Hernando Molina Araújo. Detrás, pocos políticos y el maestro Rafael Escalona, a quien Tovar Pupo le entregó su fusil después de gritar eufórico algunos versos del compositor Diomedes Díaz.

Los eternos y tortuosos discursos no fueron la excepción en este evento. Sin embargo, las revelaciones de '40' despertaron los ánimos caídos de los asistentes que estaban tumbados del calor. "La legalización (de la droga) en los centros de consumo del mundo es la única salida de nosotros", sostuvo después de admitir que, si es necesario, responderá ante las Cortes europeas y norteamericanas por los delitos que se le endilguen. Según el mismo estudio de la Vicepresidencia, la producción de la Sierra Nevada de Santa Marta (bajo su dominio) superaría los 6 mil kg. de cocaína.

Hoy, según el Gobierno, hay 28 mil autodefensas desmovilizados desde julio de 2003, cuando se entregó el bloque Cacique Nutibara, en Antioquia. En estos tres años se entregaron 15 mil armas que reposan actualmente en 21 unidades militares. Esa fue la verdad cuantitativa que quedó sobre La Mesa.
 
Sin embargo, hay otras verdades que ya develaron no sólo el último informe de la Misión de Verificación de la OEA, sino los comandantes reinsertados y las mismas comunidades: con la última entrega de las AUC el país no se "desparamilitarizó". Tal vez, los colombianos tengan que ver, lastimosamente, una nueva generación de autodefensas del país.