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Los gay nos quedamos en la Iglesia Católica

"La mayoría de los gay católicos no estamos dispuestos a cambiar de inquisición: preferimos la hoguera conocida", dice Gonzalo García Valdivieso.

Gonzalo García Valdivieso
25 de junio de 2005

La mayoría de los gay católicos no estamos dispuestos a cambiar de inquisición: preferimos hoguera conocida. No vamos a pedir pista en el Corán ni en el puritanismo de Bush, ni vamos a cambiar nuestros nombres por los de Rebeca o Salomón, ni tampoco estamos dispuestos a convertirnos en otro Lutero para inventarnos un paraíso.

Qué tal nosotros cambiando, a estas alturas, a Castrillón y a Rubiano por dos pastorcitos mormones, de los famosos de la autopista, o a Ratzinger por un Ayatola chiíta o por algún Rabino polaco de sombrero y cachumbos. Ni de vainas: en la Católica nos quedamos.

Pero, vamos a dar la pelea. Empezando porque nosotros, como muchos católicos, estamos de acuerdo con el teólogo Hans Küng: no nos tragamos el dogma de la infalibilidad de los Papas. Después de las cruzadas, de la inquisición, de su ataque a la ciencia, de su  posición frente a los nazis, de su apoyo incondicional a los ricos y poderosos, de su adoración por los regímenes dictatoriales, de su desprecio hacia los problemas del tercer mundo y de toda esa mano de locuras que los papas han hecho durante 17 siglos, sería un sacrilegio pensar que fue el Espíritu Santo el que  los convirtió en infalibles.

A Benedicto XVI no le aceptamos su lectura literal y acrítica de la Biblia. Tomar el texto simplemente por lo que dice, sin tener en cuenta el verdadero significado de las palabras, la época y sus costumbres, es fundamentalismo bíblico. Ya hemos visto cómo  muchos Pontífices han interpretado las Escrituras textualmente para justificar la segregación racial, la opresión de las mujeres, el celibato, la homofobia, la esclavitud y su rechazo a la ciencia. Qué tal cómo las manipularon para atacar a Copérnico, Galileo, Newton, Darwin, etc.

Cardenales Castrillón, Sodano, Bertone, Bergoglio y Maradiaga, para Jesús el pecado de Sodoma y Gomorra no fue la homosexualidad, sino la inhospitalidad al necesitado, o el abuso y la ofensa en contra de los extranjeros enviados por Dios. Para la Biblia, el pecado contra la naturaleza no es contra una supuesta ley universal, es contra lo característico de cada cual, contra la manera como cada uno fue creado. Nosotros pecaríamos contra  ella si nos comportásemos como heterosexuales, porque Dios nos creó homosexuales y esa es nuestra condición natural.

Tampoco les creemos el cuento de que el sexo es sólo para procrear; qué tan raro que no exista un solo ser humano que no sienta placer con los genitales. Imposible que Dios nos hubiese dado la sexualidad, con su deleite, por equivocación o sólo para martirizarnos. Hubiese sido imperfecta su creación y eso sí sería teológicamente una herejía. Hasta nuestra Madre Santísima ha sido víctima de su sexomanía. Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, pudo haber nacido producto de un coito de goce y amor sin dejar de ser Dios, ni María su madre ¿Por qué no? 

No vamos a renunciar ni a la religión católica ni a la sexualidad. Vamos a ejercer, sin dejar de ser homosexuales, todos nuestros sacramentos, así ustedes, los ultragodos, se 'totien' de rabia como los toches en Santander. Porque a los que les tocaría irse de la Iglesia sería a ustedes, los que han querido convertirla en una venduta de mercaderes, en una cofradía de hipócritas, de sexistas, racistas y clasistas.
 
Afortunadamente, Cardenal López Trujillo, la Iglesia Católica es mucho más que su jerarquía. Estoy seguro de que usted también oyó a su abuelita decir que "lo grandioso de la Iglesia es que el clero no ha podido acabar con ella". Gracias Diosito lindo, por no haber coronado Sumo Pontífice a Monseñor 'condones'. Y cuéntenos: con  un 30% del clero homosexual, ¿ya tuvimos Papa gay?