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Semana Jr.

Los isleños

Para muchos colombianos el archipiélago de San Andrés y Providencia es sólo un lugar para pasar las vacaciones. Semana Jr. visitó la zona y descubrió cómo viven los niños de la región.

Marcela Estrada
28 de febrero de 2005

El archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina fue descubierto en 1629 por puritanos ingleses. Durante 200 años ingleses, alemanes, franceses y españoles se disputaron el control de la región. Incluso el famoso pirata inglés Henry Morgan usó el territorio como base de operaciones y como escondite para sus tesoros. Pero desde 1803 terminó formando parte del Virreinato de la Nueva Granada. Tras la independencia quedó como territorio de Colombia aunque Nicaragua ha disputado la soberanía durante años con el argumento de que las islas están más cerca de Centroamérica que de nuestro país. Semana Jr. visitó estas bellas islas y conoció de cerca cómo se divierten sus niños.

Guardianes del mar

En San Andrés, un grupo de más de 70 niños scouts pasa la mayor parte de su tiempo libre aprendiendo todo acerca del elemento que los rodea: el mar.

Desde pequeños, cuando son apenas lobatos, se educan en valores como honestidad, obediencia y respeto. A medida que van creciendo reciben lecciones de primeros auxilios, buceo y rescates marinos. Además, se vuelven expertos haciendo jornadas ecológicas y de vigilancia. Para ellos el mar es una de las cosas más importantes de su vida y por eso piensan que cuidarlo es una de las mejores formas de ayudar a proteger el medio ambiente.

Recuperando la cultura

Hace 23 años la Caja de Compensación Familiar de San Andrés decidió crear un grupo de danzas para niños que recuperara las viejas costumbres traídas por los puritanos ingleses y los inmigrantes jamaiquinos. Cuando los ingleses llegaron traían pocos instrumentos musicales, así que decidieron usar lo que encontraban en el camino y armaron pequeñas orquestas con quijadas de caballo, maracas artesanales, mandolinas, guitarras, acordeones y tináfonos.

Ahora 90 niños de la isla dedican sus ratos libres a bailar socca, vals, minuet, mazurca, schotisse y quadrile, danzas típicas sanandresanas.

Semillero de beisbolistas

Ellos no quieren ser como Ronaldinho, sino como Orlando Cabrera, no usan canilleras sino bates y no corren para hacer goles sino para marcar carreras. Más de 100 niños de escasos recursos entre los 10 y los 12 años son beisbolistas y sueñan con jugar en las Grandes Ligas.

La iniciativa lleva 20 años y, a pesar del escaso apoyo estatal, ya cinco muchachos han podido irse a jugar al exterior. Aunque los pequeños deportistas deben heredar sus uniformes, jugar en un diamante al que no se le hace mantenimiento, con rejas oxidadas y muros a punto de caerse, ellos disfrutan el juego al máximo.