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Los múltiples escándalos aceleran la vertiginosa caída de la imagen de la Iglesia Católica

En una última encuesta nacional cayó de 62 puntos de imagen positiva a 51. A pesar de que las últimas noticias de esa institución religiosa deterioraron su imagen, “es normal por la coyuntura”, según advierte monseñor Fabián Marulanda. Pero hay más hechos que ponen en peligro la percepción que se tenga de la misma.

12 de septiembre de 2007

La opinión favorable de los colombianos hacia la Iglesia Católica ha venido cayendo vertiginosamente a lo largo del año, según estudios de la firma Invamer Gallup de Colombia. Eso se debe, principalmente, a los escándalos en los que la institución ha sido protagonista en los últimos días.

Cada dos meses, aquella encuestadora hace sondeos a 1.000 personas de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla (ver ficha técnica). En ellos registra los niveles de favorabilidad y desfavorabilidad en la opinión hacia diversos personajes públicos e instituciones.

En el reciente estudio, hecho entre el 30 de agosto y el primero de septiembre, llama notablemente la atención la caída de la opinión que los colombianos tienen hacia la Iglesia Católica. Nunca se había registrado un nivel tan bajo (ver documento relacionado).

En el sondeo de julio, el indicador de favorabilidad registraba 62 puntos contra 33 de opinión negativa. Pero en el último estudio cayó a 51 y subió a 43, respectivamente.

Monseñor Fabián Marulanda, secretario de la Conferencia Episcopal, sabe muy bien por qué la opinión respecto a la institución está afectada. “Me parece normal que haya bajado en esas encuestas porque se han hecho inmediatamente después de varios escándalos”, opina.

Sin duda, las recientes noticias en relación con los comportamientos sexuales que han protagonizado integrantes de la Iglesia están saliendo caros. Para la opinión es difícil aceptar que el Tribunal Eclesiástico absolviera al cura Efraín Rozo después de conocerse que había tenido contactos genitales con dos seminaristas hace más de 40 años.

Es motivo de rechazo que un párroco en Cali haya usado diezmos para pagarles a jóvenes luego de tener relaciones homosexuales con ellos. Genera dudas sobre el compromiso social de la Iglesia el hecho de que el Congreso haya invitado en tres ocasiones al Tribunal Eclesiástico para que explique en qué basan sus sentencias en esos casos y no se presentaron ninguna de las veces.

Y también afecta el hecho de que en Los Ángeles se aceptaran violaciones a más de 500 personas por parte de religiosos de ese distrito y que serían indemnizados por la institución.

En medio de la crisis, monseñor Marulanda ve más oportunidades que tropiezos. “Aquellos hechos en otra persona o en otra institución no causan el mismo efecto por un factor que para mí es positivo y es que la gente cree que el sacerdote debe tener un comportamiento extremadamente correcto. Esas crisis le sirven a la Iglesia porque la obligan a la depuración, a estar más atentos, más cerca del sacerdocio”.
Para afrontarlos, dice, la institución empezó a hacer un trabajo para que los obispos estén más atentos de lo que ocurre con los sacerdotes y se han escrito documentos donde se manifiestan las conductas ideales.

Pese a que los escándalos son de suficiente peso para afectar la opinión respecto a esa religión, el profesor William Mauricio Beltrán, autor del libro ‘De microempresas religiosas a multinacionales de la fe’, va más allá.

Para él, fuera de las malas noticias que se han producido entre hábitos, un argumento que debe tenerse en cuenta es la manera como otros movimientos religiosos están cautivando a los fieles. Y además de tener una imagen diferente a la Iglesia Católica, están haciendo que los creyentes migren hacia grupos que no son de tanta tradición.

Tal es el caso de las llamadas iglesias cristianas. Estas han utilizado todo tipo de medios para mostrar su imagen, para cautivar a los creyentes y para publicitarse. Una balada, un reguetón y hasta un merengue que se escucha en emisoras comerciales son algunos de sus encantos.

Incluso, ya se están fabricando juguetes con la figura de Jesús. Son musculosos como los superhéroes y los venden en empaques similares a los de Superman o cualquier otro ídolo infantil.

A eso se suman pastores que saben muy bien quiénes son las personas que van a sus iglesias. Conocen sus vidas, saben sus nombres y dan consejos, cosa que pocas veces ocurre con un párroco que atiende a miles de feligreses.

“El culto evangélico es más participativo, tiene más sensibilidad hacia lo emotivo a través de música, danzas, expresiones culturales. Además tiene elementos mágicos como milagros, exorcismos, sanaciones, y la oferta de prosperidad económica y salud física”, comenta el profesor Beltrán.

Fuera de eso, hacen constantes difusiones de sus actividades festivas y fantásticas por emisoras, canales de televisión y material impreso. Son esos recursos, precisamente, los que no quiere utilizar la Iglesia Católica para cautivar a los feligreses. “No podemos aferrarnos a todo tipo de estrategias para conseguir fieles y para cambiar nuestra imagen”, sentencia monseñor Marulanda.

Para él, su institución ya tomó los correctivos que debía tomar. Ahora habrá que esperar que la fortaleza que la Iglesia Católica ha tenido durante siglos reviva la deteriorada imagen, sin necesidad de esperar a que ocurra un milagro.