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Lunes amargo

Lunes amargo, el reciente libro del escritor Luis Cañón, revive la llamada novela de la violencia colombiana, en el que narra a través de diferentes voces cuatro décadas de historia colombiana representadas en los miembros de una misma familia que fueron separados por la violencia rural y que se volverán a reunir en los hechos violentos de la Colombia actual.

29 de julio de 2002

1. Referencias históricas:

En la novela 'Lunes amargo', de Luis Cañón, aparecen en boca de los personajes varias citas históricas. Por ejemplo un embajador al referirse a La Voz (forma metafórica en que es presentado Jorge Eliécer Gaitán), dice que "Esa Voz juega a la demagogia, defiende un sistema totalitario y se ha declarado partidaria de nacionalizar la banca, las empresas de servicios públicos, las cervecerías y, más adelante, la industria petrolera". Esa cita fue tomada de un despacho confidencial enviado a Washington en 1947, por el entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, don John C. Wiley, que fue registrado en una investigación de la periodista Silvia Galvis.

En otro aparte de 'Lunes amargo', el narrador, refiriéndose a la violencia de los años 40, asegura que en los diarios aparecen noticias que califican de "hatos de bandidos a los de un partido y tribu de bandoleros a los del otro". Esa referencia nace de una columna escrita por el célebre Calibán, en 'El Tiempo', en enero de 1946, en la que cuestionaba el papel y el lenguaje usado por los periódicos para cubrir los hechos de la violencia de entonces.

En la novela aparece un obispo que condena la actitud de los gaitanistas, tras la muerte de La Voz (Gaitán): "Los seguidores de La Voz, como surgidos del infierno gritaron las más horrendas blasfemias contra el Señor, atentaron contra todo lo divino, robaron los vasos sagrados y los utilizaron en usos innobles, como en la negra noche de Baltasar...". Esa frase, en la realidad, fue dicha por monseñor Builes, uno de los jerarcas de la Iglesia en esos años.

2. Las guerrillas:

La novela muestra el proceso de degradación de las guerrillas, que fundara el viejo Efraín, uno de los personajes de la novela:

Así hablan algunos de los protagonistas:

Antonio, un estudiante universitario que se fue al monte y se alzó en armas, convencido de los ideales de la Revolución que harían las guerrillas de Efraín:

"Creíamos que íbamos a cambiar la sociedad y los únicos que nos hemos transformado somos nosotros, que ya no valemos un real sin los fierros. Todo nuestro poder está en nuestras armas. Y ese es un poder enfermo, que no oye, que no escucha, que sólo conoce el idioma de la violencia.

"Nos volvimos, sin darnos cuenta, los verdugos de los otros. Estamos dedicados a comerciar con la gente, le pusimos precios a sus cabezas, como al ganado. Somos unos negreros, como los del siglo XVII, les compramos secuestrados a las bandas de delincuentes y se los vendemos a sus familias".

Evarista es una campesina que es víctima del ataque de la guerrilla al cuartel de San Francisco de los Colorados, el pueblo donde transcurre buena parte de la novela. Su hija, Isabel, una adolescente, muere quemada:

"Si yo supiera dónde están los sinvergüenzas de las guerrillas para reclamarles por lo que hicieron, para gritarles que acabaron con mi casa, con mis ilusiones, con mi Isabelita. Para decirles que ya no tengo capacidad de perdón ni de olvido".

3. La política:

'Lunes amargo' recrea, unas veces en forma metafórica, otras mediante alegorías o diálogos, distintos episodios de la vida política del país en los últimos 60 años.

Estos son apartes de una conversación sobre las elecciones presidenciales de 1970. Hablan Amelia, la abuela del soldado Agustín (protagonista de la novela), y Eulogio Fierro, urbanizador pirata y seguidor de los políticos del Club: don Pedro Fernández y don Fernando Pedroza:

-Esta vez vamos a votar -dice Eulogio-, por las listas y por el candidato de don Pedro Fernández. Así lo ordenó desde París el propio doctor Pedroza, dice que es como si votáramos por él.

-Un voto así no es ni chicha ni limonada -le advierte Amelia molesta-. Si siguen con eso, cuando legalicen el Partido Comunista y acabemos de pagar las deudas nos va a tocar votar por ellos que si vienen seguido a visitarnos.

-No me diga que usted se va a volver comunista porque la excomulgan -le reclama Eulogio-. El Partido Comunista, que cuenta con cuatro gatos, hace rato que está legalizado; lo que pasa es que aquí muchas cosas son legales y prohibidas a la vez.

-Mire Eulogio, lo único que le digo es que yo no voto por los godos, prefiero al general. Fíjese que cuando se desmadró la cosa después del primer pacto y él se puso a gobernar, llegó la ruta de buses al barrio y empezaron a dar leche y pan en la escuela.

-Con ese general también hubo cierre de periódicos y violencia contra los estudiantes. Acuérdese de mí, si él gana los del Club no lo dejan subir.

-¿Pero cómo así? Cuando ellos lo nombraron sí se podía, pero si lo escoge el pueblo no se puede.

-Exacto Amelia. Aquí si el pueblo vota en contra de lo que quiere el Club, pues el Club escoge. ¿O para que son los pactos entonces?

-Por eso es que tantos muchachos se están yendo pal'monte a echar bala, con razón dicen en los pasquines que tiran por debajo de las puertas que esta es una democracia de papel.