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Pelea Pastrana-Samper genera remezón en Cancillería y embajadas

El nombramiento de Ernesto Samper como embajador en Francia desató una crisis que desembocó en la renuncia de Pastrana y en el retiro de Samper. Carolina Barco será embajadora en Washington y María Consuelo Araújo, nueva canciller. María Angela Holguín rechazó la embajada en Francia.

11 de julio de 2006

La crisis desatada por el nombramiento del ex presidente Ernesto Samper en la embajada en Francia obligó este martes al gobierno a cambiar a los principales integrantes de la diplomacia colombiana de cara al segundo mandato del presidente Álvaro Uribe.

El nombramiento de Samper ya había generado reacciones negativas en algunos sectores de opinión –incluso en parte del liberalismo- pero la verdadera tormenta comenzó cuando el también ex presidente Andrés Pastrana renunció a la embajada en Washington argumentando que no podía hacer parte del equipo diplomático si en él estaba presente el ex presidente al que le estalló el proceso 8.000.

En vista de la controversia desatada, Samper envió una comunicación a la Cancillería informando que desistía de su nombramiento. Simultáneamente Uribe intentaba convencer a Pastrana de que no renunciara, al menos hasta la aprobación del TLC con Estados Unidos. Pastrana insistió en que tenía “impedimentos morales” para trabajar en el mismo equipo con Samper y pasadas las diez de la noche Uribe aceptó su dimisión.

Fue entonces cuando el presidente, enemigo de las crisis ministeriales y de gobierno, decidió darle un vuelco a su equipo asesor internacional. Nombró a la canciller Carolina Barco como nueva embajadora en Estados Unidos, a la ex ministra María Consuelo Araújo en la cartera de Relaciones Exteriores y a María Ángela Holguín, jefe de la delegación colombiana ante las Naciones Unidas, como Embajadora en Francia.  Esta última rechazó el ofrecimiento.

Pastrana abandona la tranquilidad de la burocracia en momentos en que el conservatismo está a punto de quedarse sin jefe, ante el paso de Carlos Holguín al Ministerio del Interior. El sector pastranista de ese partido, encabezado por los congresistas Telésforo Pedraza y Efraín Cepeda, considera que ya es hora de que Pastrana tome las riendas de la colectividad, pero el ex mandatario les ha pedido manejar el tema con prudencia.

Samper, que jugó un papel discreto en la reciente campaña presidencial, podría inclinarse por pasar un tiempo en el exterior mientras se calmen los ánimos políticos en el país. Si opta por la decisión de hacer presencia inmediata se expondrá a nuevos desaires por culpa de temas que él ya consideraba superados. Si regresa, lo hará en un momento coyuntural para el Partido Liberal y su amigo el presidente: el de las tensiones entre quienes proponen que el uribismo absorba al Partido y los que creen que el liberalismo debe seguir en la oposición.

Durante su primer mandato, Uribe tuvo momentos de tensión tanto con Pastrana como con Samper. Sin embargo, su capacidad política le permitió granjearse el respaldo de ambos en momentos decisivos, especialmente en la aprobación de la reelección presidencial. Con Pastrana la tuvo más difícil, pero las relaciones se volvieron fluidas desde octubre de 2005, gracias a la mediación del ex presidente Julio César Turbay, a quien se considera el artífice de la embajada de Pastrana en Estados Unidos.

Ahora las relaciones parecen quedar en un ambiente de cordialidad con ambos y, gracias a la renuncia de Samper, el presidente evitó que quedara en el ambiente la idea de que prefería a alguno de los dos. La crisis pasó y Uribe manejó con inteligencia las vanidades de sus dos aliados. En la práctica sabe que cuenta con el apoyo del conservatismo esté o no Pastrana en su gobierno y que Samper es un comodín político que puede servirle a futuro en un intento de aproximación con el liberalismo.

Coletazos del 8.000

La confirmación de la renuncia a la embajada en Washington la hizo el propio Pastrana en la Casa de Nariño, al salir de una reunión con el presidente Álvaro Uribe. A las 10:30 p.m. y tras seis horas de diálogo con el mandatario, Pastrana dijo ante los medios que “no puedo salir a defender ante el mundo la designación de Ernesto Samper como embajador en París. Ese es un impedimento moral para mí”.


Pastrana y Uribe hablaron durante tres horas en la mañana del martes. El saliente embajador fue al grano. Dijo que está muy agradecido con Uribe, pero que en lo personal considera poco favorable que un ex presidente sin visa a Estados Unidos y que fue tan polémico sea el jefe de una de las embajadas más importantes para Colombia, como es la francesa. Dejó claro que cree que esa decisión le hará mucho daño al país y comentó que a algunos funcionarios de la Casa Blanca no les cayó muy bien el nombramiento de Samper. También reconoció que cuando un funcionario no comparte las decisiones del presidente que lo nombró, lo mejor es irse, en vez de controvertirlas.

“Lo he escuchado con profundo respeto”, respondió Uribe, tras pedir a Pastrana que permaneciera en el cargo. En ese punto la discusión fue suspendida porque Uribe tenía que asistir al acto oficial de integración de Colombia al Plan Panamá-Puebla, en Ciudad de Panamá. A las siete de la noche retomaron el diálogo, pero Pastrana se mantuvo en su decisión y Uribe lo dejó partir.

El inconformismo de Pastrana se debe a la rivalidad política y personal que desde 1994 tiene con Samper. Ese año, tras perder las elecciones presidenciales, Pastrana salió a denunciar públicamente que Samper había recibido dineros del cartel de Cali para la financiación de su campaña política, denuncia respaldada con los llamados “narco-casetes” que a la postre desataron el proceso 8.000. Desde entonces las diferencias entre ambos son irreconciliables.

El último episodio en este duelo de ex mandatarios ocurrió hace casi dos años, cuando el ex presidente Alfonso López Michelsen propuso una unión multipartidista para destrabar el intercambio humanitario. “Una reunión con el presidente Samper es para nosotros un imposible ético y moral”, respondió Pastrana, insinuando nuevamente que el ex mandatario liberal había tenido tratos con la mafia. La respuesta de Samper no fue menos agresiva: “Si para él es un imposible moral, para mí hablar con él es un imposible mental”.

Curiosamente, Pastrana esgrime el mismo argumento del impedimento moral para dejar la embajada en Estados Unidos.