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¿Por qué perdieron Peñalosa y Mockus?

Jorge Iván Cuervo analiza la derrota de los ex alcaldes.

Jorge Iván Cuervo
13 de marzo de 2006

Dos de los grandes perdedores de la jornada electoral fueron los ex alcaldes de Bogotá, Enrique Peñalosa y Antanas Mockus. Varios factores contribuyeron a esa derrota.

Como primera medida, queda claro que la opción existente en el sistema electoral colombiano entre voto preferente y lista cerrada –una contradicción difícil de entender- castiga a los movimientos que se inclinen por la segunda opción en búsqueda de disciplina partidista. El voto preferente premia a las microempresas electorales que se asocian coyunturalmente para obtener el umbral, estrategia que descartaron los visionarios y los peñalosistas: sin duda una ingenuidad política.

Pero también conspiró contra ellos la ambigüedad de su discurso y la falta de registro nacional. Peñalosa envió un mensaje inquietante sobre la posibilidad de retirarse del Congreso en los próximos tres meses para no inhabilitarse de cara a una posible postulación para la alcaldía de Bogotá, error que fue capitalizado por Gina Parody, quien le disputaba el voto de opinión en la capital. La lista de Peñalosa no logró cuajar fuera de Bogotá, donde el espacio político se redujo notablemente, y su ambigüedad sobre su tardío apoyo al gobierno de Uribe no fue bien recibido por el electorado. Le sucedió algo similar hace cuatro años y parece que no aprendió la lección.

Lo de Mockus tal vez es lo más sorprendente y decepcionante. Me incluyo entre quienes lo señalamos como un posible contendor del Presidente Uribe de cara a las elecciones para Presidente. Pero su discurso tan elaborado y sofisticado no trascendió de Bogotá, la conformación de las listas para Senado y Cámara se hizo a pura dedocracia, desconociendo el trabajo de un importante equipo que estructuró su plataforma programática. Al final, las decisiones quedaron reducidas a un círculo adulador de incondicionales que hizo que la poca estructura de campaña que se había logrado consolidar se evaporara. Antanas debió encabezar la lista para Senado, pero su particular lectura de la política como un juego simbólico sin fines de utilidad está lejos de las preferencias del electorado nacional. Tal vez estemos asistiendo al entierro –por segunda vez- del partido visionario.

Mockus y Peñalosa podrán saber mucho de filosofía el uno y de gerencia pública el otro, pero de política muy poco.