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El año de la verdad

Presidente Álvaro Uribe conjura crisis por renuncia de Canciller y nombra en el cargo al ex ministro Fernando Araújo

Seis horas después de que María Consuelo Araújo dejara el cargo, el mandatario nombró a otro costeño para que lidere la imagen internacional del país y se encargue de pasar el sombrero en busca del apoyo al proceso con los 'paras'. El nuevo Canciller lleva dos meses libre, tras seis años de secuestro.

Élber Gutiérrez Roa
19 de febrero de 2007

Fernando Araújo Perdomo pasó en menos de dos meses del infierno a la gloria. Después de padecer durante seis años un secuestro que literalmente casi le cuesta la vida y de convertirse en uno de los símbolos de la tragedia de la guerra colombiana, dio un salto con garrocha que lo catapultó nuevamente a una esfera de la vida pública que ni él mismo imaginó: Fue nombrado Canciller de la República en remplazo de María Consuelo Araújo, quien este lunes dimitió al cargo.

Pese a tener el mismo apellido de su antecesora y a que ambos provienen de la Costa Atlántica, Araújo Perdomo no tiene parentesco alguno con la ex funcionaria. Ella es del Cesar, departamento en el que su familia es una de las castas políticas más influyentes y en el que habrían tenido lugar las irregularidades que la justicia le endilga a su hermano y padre, y que la obligaron a dejar el puesto. El nuevo ministro, en cambio, proviene de una familia acomodada de Cartagena, bastante relacionada con el sector industrial de la región. La ex canciller es de extracción liberal, mientras que el nuevo ministro alcanzó el punto más alto de su carrera política durante el gobierno conservador de Andrés Pastrana, en el cual se desempeñó como titular de la cartera de Desarrollo.

Después de salir de ese cargo Araujo estuvo vinculado al sonado escándalo de Chambacú, investigación que finalmente prescribió estando él en cautiverio. Su secuestro se produjo en diciembre de 2001, cuando salió a hacer deporte por la zona turística de Bocagrande, en Cartagena. Inicialmente las Farc hicieron saber que su plagio obedecía a razones económicas, pero luego lo incluyeron en el listado de canjeables, en el cual duró seis años.

Encontró la libertad el 31 de diciembre pasado, cuando según versiones oficiales un operativo del Ejército contra los guerrilleros comandados por alias Martín Caballero produjo confusión en el campamento de los subversivos y le permitió fugársele a sus captores. Araújo caminó por la selva durante cinco días hasta que él mismo encontró a las Fuerzas Armadas y le puso fin a su cautiverio.

Desde su regreso a la vida civil, Araújo confesó que tenía seis años de historia perdidos y que tendría que trabajar duro no sólo en el aspecto nutricional –era evidente su mal estado de salud- sino también para ponerse a tono con los cambios ocurridos en el mundo a partir de la caída de las torres gemelas, acontecimiento histórico que también ocurrió mientras él estaba plagiado. Esa declaración resultó premonitoria, pues en adelante será el encargado de liderar la estrategia diplomática colombiana.

Pese a no ser experto en asuntos internacionales, Araújo cuenta con una formación académica de alto nivel, sabe moverse en los altos círculos del poder colombianos y extranjeros y, especialmente, encaja en el perfil de asesor de confianza del presidente Álvaro Uribe. En este sentido coincide con el prototipo de funcionarios que han sido víctimas de las acciones de los grupos armados.

En 2002, cuando Uribe explicó las razones por las cuales había sorprendido al país con el nombramiento de Francisco Santos como su fórmula vicepresidencial, no solo destacó sus virtudes como periodista y sus dotes de líder, sino que pregonó nacional e internacionalmente otra importante razón: fue víctima del secuestro. A la misma ex canciller Araujo también la nombró por sus dotes personales, pero solía recordar también que su familia fue víctima de la guerrilla, en alusión al frustrado operativo de rescate de la ex ministra Consuelo Araújonoguera, tía de la saliente ministra de exteriores. Y no han sido pocas las ocasiones en las que el propio Uribe recalca que a su padre lo asesinaron las Farc en un intento de secuestro.

De esta forma, el nuevo Canciller, quien había sonado por estos días como próximo asesor del comisionado de paz, se convertirá en un símbolo de la lucha del gobierno Uribe contra la guerrilla. Y ese tipo de mensaje simbólico es muy importante ahora que en Estados Unidos está en pleno furor la discusión sobre la ayuda para la guerra en Colombia. Si la Canciller se fue por los nexos de su familia con el paramilitarismo, llega al gobierno un hombre que ha vivido en carne propia la brutalidad de la guerra de guerrillas contra los colombianos.

Es cierto que Araújo tendrá que pulirse en algunos aspectos de la técnica diplomática pero, por lo demás, cuenta con las condiciones profesionales y personales para ser un ministro destacado en el gobierno de la lucha contra la guerrilla. Habrá que esperar para ver cómo le va en sus primeros fogueos ante la comunidad europea, bastante renuente a apoyar el proceso con los paramilitares, y en el Congreso de Estados Unidos, cuya postura sobre el TLC está para discusión.