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Propuesta indecente

El presidente Álvaro Uribe busca votos liberales y del Polo Democrático para ganar en primera vuelta. Sus críticos creen que lo hace para diluir el daño colateral de sus coqueteos con los congresistas purgados de la U y Cambio Radical.

23 de marzo de 2006

En un acto inesperado, el candidato-presidente Álvaro Uribe desató este jueves la ira de los sectores de oposición al pedir el respaldo del liberalismo y del Polo Democrático para su campaña reeleccionista.

Uribe, quien durante las dos últimas semanas ha mantenido coqueteos con los voceros del grupo de congresistas purgados del uribismo, decidió ahora darse la pela con la oposición, lo que en la práctica significa pedir que el Congreso se vuelva uribista por unanimidad y que el país apoye en bloque su proyecto de gobierno.

“Invito a aquellos liberales que no me han apoyado a que piensen en la posibilidad de apoyarme, invito a aquellos sectores agrupados alrededor del Polo Democrático que consideren la posibilidad, sin renunciar a sus tesis fundamentales, de contribuir a que construyamos una gran coalición pluralista”, dijo Uribe en un foro al que asistió como candidato.

La propuesta fue inmediatamente rechazada por los voceros de los sectores convocados. Según el candidato liberal, Horacio Serpa, quien lanzó este jueves su campaña ante la bancada legislativa de su partido, se trata de una actitud típica del competidor que se sentía sobrado del lote y empieza a ver que su fuerza política no es tan grande, por lo cual “trata de confundir al electorado”. El Polo Democrático fue aún más enérgico en su rechazo e indicó a través de su presidente, el senador Samuel Moreno, que Uribe busca desviar la atención tras sus coqueteos con los congresistas purgados del uribismo por sus supuestos vínculos con paramilitares.

¿A qué juega realmente el presidente?

Según el politólogo uribista Fernando Cepeda Ulloa, no es de extrañar que Uribe convoque a sectores de oposición, pues siempre se ha presentado a las urnas como candidato de coaliciones que pretenden ser de unidad. Su candidatura al Senado fue lanzada por Gerardo Molina (uno de los más grandes exponentes de las ideas de izquierda en Colombia) y en su primera campaña presidencial buscó el apoyo de algunos sectores del M-19.

Sin embargo, los congresistas liberales y del Polo tienen claro que más que “quitarles votos” la intención del presidente es minimizar el ‘daño colateral’ de su decisión de buscar a los congresistas que hace tres meses eran considerados aliados incómodos de la coalición de gobierno. No sólo Juan Manuel Santos, director de la U, amenazó con irse de la coalición uribista sino que le llovieron críticas al Presidente por su incoherencia de un día pedir que los expulsen por sus supuestas relaciones con los paras y luego, buscar soterradamente su apoyo.

Así lo piensan también los propios directivos de Convergencia Ciudadana y Colombia Viva, los partidos a los cuales fueron a parar los políticos purgados y con los que varios de ellos lograron su reelección en el Congreso.

“El presidente Uribe en persona le pidió al doctor Hugo Aguilar, gobernador de Santander, que fuera el intermediario para los contactos con nosotros”, dijo el senador Luis Alberto Gil, presidente de Convergencia Ciudadana.

Tanto el gobernador Aguilar como el ministro del Interior, Sabas Pretelt, desmintieron a Gil, a quien Uribe había pedido investigar durante la campaña por las denuncias sobre la procedencia irregular de sus recursos. No obstante, éste ratificó hoy a Semana.com su versión y ya le puso precio a su apoyo para la campaña de Uribe: “Queremos participación en el gobierno. Un ministerio o algunos viceministerios”.

Un caso similar ocurre con el senador Luis Eduardo Vives, purgado del partido de la U y reelegido el 12 de marzo. Fuentes de la Casa de Nariño dijeron que el martes estuvo hablando con el presidente sobre el tema. Dieb Maloof, otro de los purgados, dijo que ha recibido informes de que será llamado para hablar con el presidente, pero Alberto Velásquez, directivo de la campaña reeleccionista de Uribe, negó haberlo convocado. Otros miembros de la campaña aclararon que ese tipo de decisiones son del resorte exclusivo del presidente.

Según la encuesta de percepción electoral publicada el 20 de marzo por Semana, el Presidente cuenta con una intención de voto del 56%, lo que significa que apenas sobrepasaría la mitad de los votos necesaria para ganar en primera vuelta, si se tiene en cuenta el margen de error. El botín de 818.000 votos que tienen Convergencia Ciudadana y Colombia Viva marcaría la diferencia y le permitiría el holgado triunfo que busca. Máxime ahora que algunos de los partidos y movimientos que lo avalaron comienzan también a hacerse sentir como indispensables y se rumora que podrían poner a tambalear la unidad uribista en el Congreso.

En cualquier caso, los coqueteos a los purgados parecen más rentables electoralmente que los llamados a la oposición y podrían terminar, como dice Cepeda,
en apoyos tácitos (no formales) de beneficio mutuo. A los purgados les dan la posibilidad de ingresar al gobierno, "y al presidente -aparte de sumarle votos- lo presentan ante la opinión pública como un candidato generoso y sin rencores”, dice Cepeda.

Sin embargo, también existe la posibilidad de que los colombianos le cobren a Uribe sus mensajes contradictorios, que lo pueden hacer ver como un oportunista: cuando son incómodos para la foto los hace de lado, pero cuando necesita sus voticos los llama por la puerta de atrás.