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Javier Rojas es psiquiatra forense y actualmente dirige la Unidad Especial de Comportamiento Criminal de las Fiscalía General. Los peritos forenses estudian con detalle cada uno de los elementos de la escena crimen para intentar hallar patrones y pistas que conduzcan al homicida. (Foto: SEMANA)

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¿Qué hay en mente de los criminales a los que no les basta con matar?

Las autoridades encontraron otro cuerpo descuartizado que se une a otros casos registrados en Bogotá en las últimas semanas. ¿Qué explicación puede tener esa práctica?

José Monsalve
20 de febrero de 2008

En esta ocasión el teatro del horror se dio en el occidente de Bogotá. La víctima fue Víctor Julio Castro, un peluquero que estaba desaparecido desde el pasado 10 de febrero. Las autoridades encontraron este miércoles su cuerpo desmembrado en el baúl de su propio vehículo, abandonado en un parqueadero del conjunto residencial Castilla Reservado. El carro, un Chevrolet Aveo de color rojo, estaba parqueado allí hace más de cinco días y llamó la atención de los vecinos por el olor nauseabundo que despedía. Un grupo de agentes antiexplosivos hizo la primera revisión del carro y luego lo abrieron. En el baúl encontraron varias bolsas negras con los miembros Castro.

El pasado 26 de enero las autoridades conocieron un caso similar. Esa vez la víctima fue una mujer, Stéfani Rincón, de apenas 18 años. Su cuerpo fue fraccionado en tres partes y sus miembros aparecieron en distintos puntos de la localidad de Soacha. En un lote del barrio El Progreso, en Cazucá, fueron hallados algunas extremidades. La escena más tétrica se dio en el barrio Arroyo, de Soacha. Allí el Cuerpo Técnico de la Fiscalía, seccional Cundinamarca, encontró la cabeza de la mujer. Su rostro estaba desfigurado: en una acción criminal sin precedentes en grado de sevicia, le quitaron la piel de la cara. La conmoción de la comunidad fue total.

Se trata de dos casos estremecedores, pero lamentablemente no son los únicos. El pasado 22 de enero la Policía detuvo a un par de hombres que trasportaban en dos maletas el cuerpo de un anciano de 60 años que acababan de descuartizar en una casa ubicada en un sector residencial del occidente de Bogotá. El hecho ocurrió días después de que las autoridades encontraran otro cuerpo desmembrado en el barrio Providencia Alta de la localidad Rafel Uribe Uribe, en el sur de la ciudad. En esa ocasión la víctima fue un adolescente de 16 años que murió a manos de José Vicente Romero, de 54 años y su hijo Isidro Antonio Romero Villa, de 18 años. Los investigadores encontraron en poder de los criminales el afilado cuchillo que emplearon. Esa prueba y un testimonio los delató. Se supo que uno de ellos tenía conocimiento de cómo efectuar de mejor manera el escalofriante procedimiento ya que había trabajado en Medicina Legal.

Esta cadena de sucesos arroja una conclusión abrumadora: el descuartizamiento es un procedimiento criminal vigente, que no ocurre exclusivamente en zonas rurales donde los grupos irregulares sembraron el terror con prácticas de ese tipo. Hoy vemos que se da en Bogotá. Pero, ¿cómo se puede explicar que no baste con matar y que existan criminales que además despedazan los cuerpos de sus víctimas? ¿Por qué?. ¿Habrá explicación posible? Para resolver esas preguntas e intentar así salirle adelante a los asesinos fue conformada la Unidad Especial de Comportamiento Criminal. Se trata de un grupo integrado por 14 expertos de diversas áreas que desde mayo de 2006, luego de una rigurosa capacitación, aporta sus conocimientos para resolver los más escalofriantes casos y prevenir futuros crímenes.

Esta unidad de investigación especializada, conformada, entre otros expertos, por antropólogos, abogados, psiquiatras y médicos, tiene sede en el búnker de la Fiscalía y ha estudiado minuciosamente el comportamiento, los procedimientos, técnicas y las eventuales motivaciones de distintos descuartizadores, así como las escenas del crimen y los instrumentos empleados para ejecutar tales atrocidades. Semana.com habló con Javier Rojas, psiquiatra forense y director de la unidad, para intentar encontrar explicaciones a estas actuaciones que parecen inexplicables a la luz de la sensatez ciudadana.

¿Por qué a algunos criminales no les basta con asesinar a su víctima?
Hay varias razones. En algunas ocasiones se descuartiza para enviar un mensaje disuasivo. Es difícil saber a quién va dirigido el mensaje, pero el destinatario lo comprende inmediatamente. Puede ser que busque hacer pública la deshonra frente a toda una comunidad para generar pánico. En otros casos es un ritual de iniciación, un bautizo de sangre o prueba de fuego para alguien que está empezando en la vida criminal. Hay también casos en los que el criminal busca placer. El homicida puede encontrar placer desde la planeación hasta la ejecución misma del acto. Hay homicidas que sólo así alcanzan el placer sexual.


¿Se puede llegar a cometer un acto de esos simplemente por razones prácticas?
Sí, muchas veces responde simplemente por razones prácticas, logísticas. Hay la necesidad de deshacerse del cuerpo y moverlo completo es complicado. Se necesitaría de más gente y al involucrar a otra persona se ampliarían los conocedores del crimen.
Algunos delincuentes lo hacen para evitar la identificación de la víctima. Estos se especializan en quitar los pulpejos de los dedos, o las manos en totalidad, o señales particulares como tatuajes. Incluso pueden llegar a incinerar el cuerpo o sacarle los ojos o los dientes con alicates. Hemos conocido de casos así por nuestro trabajo.

¿Esas son personas enfermas o son sujetos con plenas capacidades racionales?
Por tenebrosas que sean ciertas conductas, estas no se pueden atribuir inmediatamente a enfermedades mentales. El verdadero enfermo mental generalmente tienen más a ser víctima que victimario. Muchas de esos asesinos no los podemos considerar normales plenamente porque hay áreas de su funcionamiento que no son normales, pero es más frecuente encontrar en esas personas trastornos de la personalidad, no verdaderas enfermedades mentales, en donde las funciones mentales sí se ven comprometidas. En los trastornos de personalidad lo que se afecta es la forma de interactuar con los demás, con el ambiente o consigo mismo. Son personas que tiene afectada su interacción. Por eso generalmente son capaces dejar poca evidencia, de planear el acto y evadir la justicia. Es decir que son personas legalmente responsables de sus actos.

¿Cómo se determina si la víctima fue desmembrada cuando estaba viva o muerta?
Eso se puede establecer estudiando los bordes del tejido donde se practicaron los cortes. Estudiamos la reacción celular que se da en esos bordes. El tejido responde de una manera en particular dependiendo de si está viva o muerta. Los bordes tiene un color particular en cada caso. Claro que hay casos en que queda la sombra de la duda.

¿Las personas que ejecutan estos actos sufren alguna afectación?
Depende, si se trata de un ritual de iniciación y ponen a la persona a hacer eso, sin que lo sepa hacer y sin tener ninguna motivación, claro que puede sufrir un trastorno. Por bien que le vaya puede experimentar un estrés postraumático. Pero generalmente a las personas que lo hacen con plena motivación no les queda ninguna secuela. Al contrario, muchas de ellas van a sentir cada vez más agrado y van a evocar el recuerdo de lo que hicieron. Hay unos que se desensibilizan y lo hacen a manera de rutina, por ejemplo las que lo hacen por el dinero. Logran despersonalizar ese cuerpo, no lo veo como una persona sino como una cosa. Su lógica es: ‘lo que me toca hacer es picarlo, y se acabó’. Así se retiran emocionalmente la acción. Es un recurso que no sólo sirve para descuartizar sino para muchas otras prácticas, se trata ‘cosificar’ al enemigo. Si yo lo veo como una cosa le puedo hacer cualquier barbaridad y no me voy a sentir mal.

¿Hay una escalad de este tipo de crímenes en Bogotá?
En esta unidad hicimos un estudio en el que revisamos 5 años de desmembramientos en la capital. Estudiamos 19 casos reportados entre el 2001 y el 2005 en el área urbana de Bogotá. Le presentamos este informe a un experto estadounidense que vino a dictarnos una capacitación y quedó muy asombrado. Él decía que en todo Estados Unidos hay un descuartizado al año, y que eso es mucho. Por eso el estudio lo impactó mucho. El tema es más preocupante si tenemos en cuenta que en Colombia no tenemos registrado esto como un evento, hay un problema de sub-registro. Además muchos casos ni siquiera son denunciados.

¿Cómo adelantan sus investigaciones?
Estudiamos en detalle los casos que nos remiten. Analizamos la escena, las necropsias y todos los documentos forenses y demás protocolos oficiales de la diligencia. Algunas veces tenemos la oportunidad de entrevistar a los victimarios. Es un trabajo muy importante. Si aprendemos de estos criminales hoy, si por ejemplo aprendemos de un personaje como Garavito, en el futuro no vamos a tener que esperar a que viole 140 niños para atraparlo. A través de nuestro trabajo las víctimas pueden encontrar algo de justicia. Es muy doloroso. La verdad es que ya no podemos hacer nado por la víctima directa, pero al menos podemos ser útiles para que el investigador encuentre y detenga al asesino.

¿Cuál es el caso que más a impactado en la unidad?
Muchos. Hay uno muy especial, el de una mujer joven. Empleados del acueducto estaban dragando un caño al occidente de Bogotá cuando encontraron un par de piernas. Tenían las botas y las medias puestas. Al siguiente día aparecieron los miembros superiores en el mismo caño. Y al final de la tarde apareció el tronco en una maleta. Lo último que apareció es la cabeza. El tronco tenía brasiel y estaba acompañado de un clavel rosado, lo que puede significar muchas cosas. Pero muy seguramente es una muestra de respeto. En medio de tanta agresividad es como si el asesino dijera ‘mi intención no era hacerle eso a su cuerpo’. Era increíble la limpieza del corte, nítido, sin irregularidades, nada de vacilaciones. Fue con un cuchillo y el que lo hizo sabe de eso. Es un caso muy triste.

¿Han podido encontrar al asesino de ese caso?
No, por eso justamente digo que es un caso muy triste, porque ocurrió hace más de cuatro años y en este oficio el tiempo que pasa es la verdad que huye.