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Reelección sí, pero a partir de 2010

El presidente Uribe debería tener en cuenta las experiencias de otros países y mandatarios que demuestran que la reelección inmediata no es la mejor opción para su carrera política. Así lo señala el periodista y analista político Éver Palomo Llorente

Éver Palomo Llorente*
25 de abril de 2004

El Presidente no puede desconocer las lecciones históricas de los casos del general Reyes, López Pumarejo y el general Rojas Pinilla, ni las experiencias internacionales de Menem, en Argentina; Fujimori, en Perú; y actualmente Chávez, en Venezuela. El costo de transacción del Ejecutivo con el Congreso para aprobar el acto legislativo en ocho vueltas será muy alto.

Para nadie es un secreto que el presidente Álvaro Uribe Vélez quiere pasar a la historia como el gran transformador del país. Quizás no exista mejor oportunidad que la actual coyuntura política y el amplio debate nacional que ha generado el tema de la reelección presidencial.

Sin embargo, el camino no es la reelección inmediata como la busca el Presidente, ni seguir con la prohibición constitucional en tal sentido. Reelección sí, pero a partir de 2010.

Esa debe ser la consigna del jefe de Estado, tal y como lo manifestó públicamente en su época de candidato a la Presidencia, el 7 de mayo de 2002, cuando dijo: "La reelección inmediata no me convence, porque entonces puede ponerse el gobierno a buscarla. Si yo, como Presidente, propongo que se amplíe el período presidencial, debe ser para el siguiente, no para mí. Porque si yo gano la Presidencia, el pueblo va a votar para darme un mandato por cuatro años".

Pero el Presidente cambió de opinión. En medio de carcajadas de los congresistas, el ministro del Interior, Sabas Pretel, confirmó en la Cámara que la política es dinámica y que el Presidente no resistió la tentación de incumplir el contrato que por cuatro años le dieron sus electores.

¿Qué implicaciones puede tener este incumplimiento? ¿Cuánto se aumentarán los costos de transacción política entre Ejecutivo y Legislativo por la revelación de las preferencias de Uribe?

Desde la perspectiva de la Nueva Economía Política (NEP) no hay duda que la discusión de cada una de las ocho vueltas que debe tener en el Congreso el proyecto de acto legislativo será un duro forcejeo en el que Uribe arranca en desventaja porque reveló su alta preferencia por el tema. Esto será aprovechado por los congresistas, para maximizar sus intereses regionales y personales.

La división que hoy domina al legislativo incrementa aún más esos costos de transacción. Y es que este viernes comenzó la medición de fuerzas: representantes del Partido Conservador en la Costa dijeron que apoyarían la reelección inmediata si Uribe lleva como fórmula a la Vicepresidencia al director del Partido Conservador, senador Carlos Holguín Sardi.

La debilidad institucional del país es otro factor que puede originar mayor inestabilidad y disminuir la capacidad de negociación del Ejecutivo. Los congresistas son conscientes de ello y llevarán cada discusión y su capacidad de veto al extremo para maximizar sus utilidades.

Aunque la última encuesta publicada por SEMANA dice que el 72 por ciento de los consultados está a favor de la reelección, en dos años y algo que le restan al Presidente se pueden presentar muchas cosas, entre ellas una feria de puestos y burocracia para familiares y allegados a los legisladores que jueguen un papel de pívot en la aprobación de la reforma.

Hay que mirar que tan fieles son sus electores para permitirle un nuevo incumplimiento en sus promesas de campaña: entregarles cuotas burocráticas a los congresistas a cambio de su apoyo. La encuesta dice que el 67 por ciento no estaría de acuerdo con ello, mientras que el 24 por ciento sí.

Si bien la "dictadura" de las encuestas dice que el 72 por ciento apoyaría la reelección y que sus índices de popularidad llegan al 80 por ciento, es necesario analizar las experiencias históricas del país, cuando los generales Rafael Reyes y Gustavo Rojas Pinilla se reeligieron con alto respaldo popular.

La ambición de poder de los generales Reyes y Rojas precipitó sus caídas. Reyes modificó la Constitución a través del acto reformatorio número 5 de 1905 que decía: "El período presidencial en curso, y sólo mientras esté a la cabeza del gobierno el señor general Reyes, durará una década que se contará desde el primero de enero de 1905 hasta el 31 de diciembre de 1914". Pero su popularidad sólo le alcanzó hasta el 13 de marzo de 1909. Las reformas con nombre propio no son recomendables en ningún sistema de gobierno.

Al general Rojas Pinilla, tampoco le alcanzó la popularidad para terminar su mandato que en 1954 había sido refrendado por una Asamblea Constituyente que legitimó su Gobierno y se lo extendió primero hasta 1958 y luego hasta 1962. El 10 de mayo de 1957, cayó ante una Junta Militar que contaba con el respaldo de liberales y conservadores: el Frente Nacional.

En el caso del ex presidente López Pumarejo (1934-1938) la reelección no fue inmediata, pero su segundo mandato (1942-1946) terminó también en forma precipitada en 1945 tras escándalos de corrupción como el Caso Handel, la Trilladora Tolima y la Casa de Veraneo de las Monjas.

En el vecindario tenemos el dramático caso de Venezuela, con el gobierno de Hugo Chávez Frías y los de Alberto Fujimori, en Perú, prófugo de la justicia de su país, y de Carlos Saúl Menem, en Argentina, a quien recientemente un juez también lo conminó a comparecer ante su despacho.

Un caso parcialmente favorable en América Latina, ha sido el del ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, pero hay que recordar que antes de la llegada al poder de Luiz Inacio Lula da Silva, Brasil estuvo en crisis, producto de su alta deuda externa y del hambre que golpea a un vasto sector de la población.

Reforma de fondo

Pero el tema de la reelección no puede quedar reducido al "articulito" de corte dictatorial que propuso el consejero presidencial Fabio Echeverri Correa: "A partir de la fecha, el Presidente que esté en ejercicio del poder, podrá ser reelegido", como lo dijimos al comienzo de esta columna, el Presidente tiene la oportunidad de pasar a la historia como el gran transformador con una reforma de fondo que siente las bases necesarias para el cambio político.

Esa reforma debe incluir el fortalecimiento de los partidos, estatuto de la oposición, reglas de juego claras para la participación en política de servidores públicos, acceso a los medios de comunicación, lucha frontal contra la corrupción, sistema electoral, financiación de campañas, situación fiscal y pensional y una verdadera separación de poderes y no la cooptación de la independencia de las instituciones, que es lo que busca el Ejecutivo a través del estatuto antiterrorista, la reforma a la justicia, la eliminación de actores de veto o de controles y el fortalecimiento del régimen presidencial.

Cualquier similitud con el pasado puede ser pura coincidencia. En su momento Reyes y Rojas fueron "redentores" después de la ruina y pobreza que dejó la Guerra de los Mil Días y la separación de Panamá, en el caso del primero, y del estallido de la violencia a mediados de la década del 40, en el caso del segundo. Uribe se presenta como el "redentor" con su programa de seguridad democrática que, según él, pondrá fin a más de 50 años de conflicto armado interno.

Especial atención habrá que poner sobre el desarrollo de la agenda del Ejecutivo, que con el retiro de proyectos de ley como el de saneamiento fiscal y pensional indica que la prioridad del país, según el gobierno, es la reelección. Ojalá y no haya mucho distanciamiento entre la agenda de Uribe y la de sus gobernados.

El Libertador Simón Bolívar, quien libertó cinco naciones y disfrutó del poder por siete años, dijo en el Congreso de Angostura: "La continuación de la autoridad en un mismo individuo, frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos (.) Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía".

* Periodista, analista político y profesor universitario