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“Reinterpreto mi derrota” : Mockus

La derrota de Antanas Mockus puso en evidencia que en el futuro los candidatos tipo Llanero Solitario necesitarán de un partido político fuerte para llegar a la presidencia.

José Fernando Hoyos
28 de mayo de 2006

Los médicos también se mueren. Y eso fue lo que le pasó al dos veces alcalde de Bogotá y candidato presidencial Antanas Mockus en las elecciones de este domingo. 
 
Con un poco menos de 150 mil votos, el 1,24 por ciento del total, Mockus, el maestro del simbolismo y la pedagogía en la política, el creador de la cultura ciudadana, el autor de la ley zanahoria, el principio de recursos públicos y vida sagrada y el inventor de la pirinola tributaria se rajó. Y lo hizo en lo que mejor sabía hacer. Durante meses no fue capaz de transmitir sus propuestas simbolizadas en la pirámide del Art11 (el conocido queso anaranjado), ni mucho menos los espejos.

Solo hasta después del fracaso de sus listas en las elecciones parlamentarias, las propuestas de Mockus empezaron a calar entre los colombianos. No solo endureció su discurso contra el Presidente sino que despojado del queso y la pirámide, dejó consignadas algunas de las mejores propuestas de la campaña, como fijarle metas de verdad, reparación y justicia al proceso de paz con los paramilitares, invertir en justicia y educación o buscar un TLC redistributivo.

Pero el cambio de táctica fue demasiado tarde. El ambiente de polarización de la campaña entre Uribe y Carlos Gaviria hicieron que las propuestas de centro de Mockus se quedaran sin espacio, incluso dentro de la academia, que le fue disputada por el candidato del Polo. En Bogotá, donde la gestión del ex alcalde fue aclamada incluso por sus más enconados opositores, Mockus no logró sino 65 mil votos.

Por eso, al conocerse los resultados, dijo a los pocos seguidores que asistieron a la sede de su campaña: “Reconozco el triunfo del presidente Uribe y el impresionante avance del Polo Democrático, pero también reinterpreto mi derrota. Abrimos un camino diferente de hacer política en el que la verdad y las propuestas no responden a lo que las encuestas o los publicistas quieren que uno diga para ganar puntos.
 
Expresamos la verdad, lo que pensamos para el país e hicimos una exploración con arte de la política. Por eso digo: ¡Arriba la política, abajo la publicidad!”.

Todo el mundo sabía que El Llanero Solitario no la tenía fácil en esta campaña. Además de no tener una organización política importante que soportara su aspiración, decidió posicionarse como el candidato Post-Uribe, la persona que debía recibir la posta para terminar la carrera comenzada hace cuatro años por el Presidente.

Pero el grueso de los electores demostró que aún no era el momento del cambio, y por el contrario, demostró en las urnas que Uribe debía terminar las metas que se comprometió a cumplir hace cuatro años.

“En el país hay una especie de bloque histórico que, en cabeza de Uribe, piensa que lo más importante en Colombia es acabar con las Farc sin importarles demasiado los métodos. Y lo más preocupante es que no tienen posiciones suficientemente claras sobre temas fundamentales que deben ser abordados de manera efectiva y sostenible, como la corrupción, el paramilitarismo, el narcotráfico o la carencia de acceso a la justicia. Ese bloque pensó equivocadamente que necesitaban cuatro años más”, dijo Mockus.

Pese a la derrota, el balance de Mockus es positivo. Logró reposicionar su nombre y recuperar su prestigio, pero hay varias cosas que quedaron en claro para él y para los candidatos independientes que quieran llegar a la Presidencia.

Para Elisabeth Ungar, profesora de la Universidad de los Andes, en la elecciones cambió la forma de hacer política, más no el papel de los independientes, que por “más carisma y credibilidad que tengan, en el futuro necesitará de una organización política o partidista fuerte”.

Lo ocurrido con Carlos Gaviria ya es un abrebocas de lo que puede venir. Si no hubiera sido por el respaldo del Polo Democrático Alternativo (PDI) y la estructura política que soporta este partido en las regiones, como sindicatos, maestros, empleados públicos, movimientos de izquierda e intelectuales, Gaviria no hubiera tenido el impresionante respaldo que recibió en las elecciones del domingo.

Además, si la Ley de Bancadas funciona medianamente en el próximo cuatrienio, en el país primarán ocho o 10 partidos. Un candidato que no tenga el respaldo de alguno de ellos, le quedará difícil gobernar. No bastará con mostrar impresionantes resultados en una alcaldía, como los logrados por Mockus en Bogotá.

“Es muy pronto para decir si los proyectos personales fracasaron o no”, dice el politólogo y analista Pedro Medellín, “pues muy diferente hubiera sido el resultado de una campaña en la que se hubieran enfrentado un presidente desprestigiado y un Llanero Solitario fuerte, con credibilidad”. En cuatro años, cuando seguramente Mockus se lance de nuevo, se sabrá quien tiene razón.